Método rápido para achicar la soberbia de los políticos*

La soberbia es una forma particular de la discapacidad. Suele afectar a gobernantes, directivos y funcionarios, pero también a porteros, choferes de colectivos, empleados públicos y a casi todos aquellos infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder. He aquí algunos consejos para que nuestros políticos no caigan en esa maldita tentación:

Diríjase a una zona rural, elija el campo que más le guste, desnúdese y espere a que anochezca.
Cruce, entonces, el alambrado con cuidado de no perder ninguno de los atributos del poder y camine hasta que se sienta que está en medio de la soledad más absoluta.
Una vez allí, levante la cabeza al cielo y mire las estrellas.
En ese instante usted, visto desde el espacio, debe ser algo así como un virus instalado sobre una pelota de fútbol.
Piense, entonces, que está sobre un planeta minúsculo que gira alrededor del sol y que el sol es nada más que una estrella pequeña entre las millones de estrellas que usted está viendo y que forman nuestra galaxia.
Recuerde, además, que nuestra galaxia es una de las millones de galaxias que, desde hace millones de años, gira a través del espacio.
Una vez que haya hecho esto, coloque los brazos en jarra sobre la cintura en actitud desafiante, o adopte cualquier otra postura que le parezca lo suficientemente cabal como para expresar el inmenso poder que usted tiene, e hinchando las venas del cuello grite con toda la voz:
– ¡Yo sí que soy alguien verdaderamente poderoso!
Luego espere a ver el resultado. Si nota que algunas estrellas se sacuden, no se haga demasiado problema. Es Dios que a veces no puede aguantar la risa.