1968

Los universitarios judíos y el Mayo Francés

El enemigo estaba claramente definido: el Estado burgués, el gobierno de De Gaulle, los partidos reformistas y los revisionistas. El camino se abrió a partir de una idealizada convergencia de obreros y estudiantes que nutrieron a una generación e intentaron modificar una concepción de Mundo. Aún hoy se sigue revolviendo la historia para determinar los motivos del fracaso. Era difícil encontrar la meta debido a la diversidad de las corrientes de izquierda que participaron. En esa convulsionada Francia, los universitarios judíos ocuparon roles dirigenciales atraídos por los ideales de rebelión y la alternativa de modificar el orden social existente en ese entonces. El siguiente artículo es parte de una conversación sostenida entre Albert Memmi y un grupo de jóvenes judíos que participaron activamente en el Mayo Francés, un año después de este acontecimiento y publicado en la desaparecida revista Raíces.

Por Albert Memmi

Ellos son: Jean Simon, vicepresidente de la Organización Juvenil Sionista de Francia Ahavat Zion; Jean Claude Rabinowicz, que integrara el Comité de Ocupación de la Sorbona; Jacques Teither, entonces secretario de la Unión Nacional de estudiantes Judíos de Francia; Daniele Ilzycer y Maurice Boussidan.
Cualquier coincidencia con interrogantes actuales, seguramente, no responde a meras casualidades.
La pregunta en definitiva es: ¿Cómo manejarse en situaciones atípicas respecto al ejercicio del judaísmo y la defensa del sionismo? Parece no haber fronteras en el tiempo y el espacio de la comunidad judía internacional. Al menos en esa Francia se discutía y se reflexionaba sobre ello mientras que algunos sectores de la dirigencia comunitaria del siglo XXI prefieren esconder el problema debajo de la alfombra o dejar el tema para conversarlo tranquilamente en los bares de las calles de Tel Aviv.

¿Los acontecimientos de la primavera francesa tuvieron algún efecto sobre el modo en que ustedes viven y ejercen su judaísmo?

Jean Simon: Soy sionista y mis reacciones son gobernadas por dicho compromiso. Respecto de mi judaísmo, de mi sionismo, me parece que lo ocurrido en la Sorbona y en otros lugares ha sido desfavorable. Sin entrar en detalles, el mero hecho de que muchos judíos intervinieran en la revuelta y el que se haya notado, me parece peligroso para el porvenir de la colectividad judía.

Jean-Claude Rabinowicz: Sin embargo, no creo que deba darse excesiva importancia a lo ocurrido en el patio de la Sorbona… Desearía me especifiques en qué sentido esos acontecimientos fueron peligrosos para los judíos.

Jean Simon: Cohn-Bendit y otros gritaban…

Jean-Claude Rabinowicz: …somos todos judíos alemanes!

Jean Simon: Y otros contestaban: “Cohn-Bendit a Dachau” (por el campo de concentración). Toda vez que un movimiento tiene un dirigente judío, las masas tienden a generalizar. Tanto la izquierda como la derecha encuentran su “chivo emisario” y es en esto donde reside el peligro. Quizás estoy considerando a la revolución desde una perspectiva excesivamente estrecha; no importa, debo hacerlo así en razón de mi compromiso sionista.

Jean-Claude Rabinowicz: Muchos judíos participan del movimiento revolucionario; es una constante histórica fácilmente explicable. Situados generalmente de manera marginal en la sociedad existente, y pudiendo por ello percibir mejor los errores de la misma, los judíos siempre están entre los primeros en rebelarse contra ella.

Maurice Bousidan: No creo que traten de rechazar su identidad judía; sencillamente se están afirmando como seres humanos viviendo la revolución. Personalmente yo desbordaba de entusiasmo. No pensé en mi condición de judío, solo pensé en el progreso de la revolución, de las amenazas que la acechaban y de la nueva sociedad que emergería de ella.

¿Sintieron que estaba ocurriendo una “revolución” y que participaban en ella como franceses cuyo judaísmo era irrelevante en esa situación?

Maurice Boussidan: Exactamente.

Pero esa lucha, esa transformación de la sociedad por las que ustedes se empeñaban ¿piensan que pueda afectarlos favorablemente como judíos?

Maurice Boussidan: Sin duda alguna porque la que ha creado malas relaciones entre la gente es la sociedad existente. Esta sociedad es la que señala a los judíos como una coartada conveniente a todos sus trastornos. Mientras que en la nueva, el judío se hallaría liberado y sería exactamente igual a cualquier otra persona.

Daniele Ilczycer: Quisiera agregar que la revolución, con todos los cambios que produciría en la sociedad y en sus instituciones, tiene como objetivo fundamental la liberación del hombre, y en este caso particular, liberar al judío de las coacciones que otros le imponen.

Jacques Teitler: Es evidente que el movimiento no trató la cuestión judía. Es también obvio, ahora que el movimiento se ha hecho realidad, que los judíos comenzaron a considerar los diversos aspectos involucrados en el problema. Siendo así, me perturba un poco la manera en que Boussidan ve la condición judía en la nueva sociedad, donde el problema judío no existiría.

Jean-Claude Rabinowicz: Oponerse a dicho derecho sería interpretar mal los fines del movimiento. Por el contrario, pretende reconciliar al socialismo con la libertad, suprimiendo precisamente ese “centralismo democrático” que aqueja a la mayoría de las democracias populares de Europa Oriental. Por otro lado, el regionalismo es nuevamente un tema para la izquierda francesa y se trata de una demanda legítima. La existencia de varias culturas siempre beneficia a una sociedad. Una sociedad estandarizada sería totalmente estática. El actual movimiento no renuncia de aquel ideal. Plantea la cuestión de la integración del individuo en la estructura de la sociedad, lo que en modo alguno implica el abandono de su cultura.

Jean Simon: También yo creo lo mismo; pero quiero señalar que ciertos movimientos de izquierda se arrogan, desde afuera, el derecho de determinar lo que el judío debe ser. Afirmo que corresponde a los judíos definir su identidad y su destino.

Voy a hacer por un rato de abogado del diablo y señalar algo más bien perturbador. Como ustedes saben, el movimiento de protesta incluye jóvenes comunistas revolucionarios, maoístas, trotskistas y otros, entre los cuales hay violentos odiadores de Israel. También saben que el ahora famoso stand de Al Fataj en la Sorbona fue mantenido no sólo por los árabes sino por amigos del anarquista Daniel Guerin.

Jean Simon: Hubo un stand palestino y un stand sionista; ambos fueron colocados con autorización del Comité de Ocupación quien finalmente decidió la eliminación de ambos stands. El sionista sencillamente desapareció , mientras que el palestino fue incorporado al stand marxista-leninista.

Sintetizando, el problema es: manteniendo en mente la cuestión de las prioridades, ¿debe un joven judío que participa de la rebelión y que observa violentas tendencias anti israelíes, llamar la atención sobre dicho problema, o mantenerse callado a fin de no perturbar el movimiento?

Jean Simon: ¿Cómo luchar contra una corriente tan opuesta a las opiniones de uno?
A fin de no causar trastornos al movimiento, en el patio de la Sorbona traté de no hablar sobre el problema de Medio Oriente, pero no pude evitarlo. Lo más penoso no eran las conversaciones con los árabes, sino con la dirigencia comunitaria porque el judaísmo francés esta gobernado por motivaciones diversas y contradictorias. Sin duda, esta la política para el Medio Oriente del actual gobierno. Pero aun así, el movimiento revolucionario va a empujar a muchos judíos al lado del gaullismo. Y esto me parece peligroso en momentos en que el gaullismo está desarrollando tendencias fascistas.
Los judíos inquietos por su propia seguridad y por la defensa de Israel, están atrapados entre esos dos bloques políticos: el gaullismo y el comunismo, ambos contradictorios en sus aspiraciones. Queda una tercera posibilidad, no exenta de peligros: la de replegarse sobre sí mismos, planteando su propia alternativa.

La dificultad de imaginar en Francia un bloque de electores judíos da cuenta, una vez más, de lo problemático de la condición judía: el choque entre el aspecto de la propia existencia judía y el hecho de ser ciudadano con iguales derechos. Naturalmente, como ciudadano, el judío puede ser gaullista y, parte de la población judía ha manifestado su adhesión al gaullismo. Sin embargo, el régimen los defraudó con su postura anti israelí y su tendencia a alinearse con las fuerzas de extrema derecha en época de elecciones, a fin de defender sus intereses. Por otra parte, el P.C.F está sólidamente alineado con la Unión Soviética respecto del Medio Oriente. La colectividad judía corre peligro de hallarse políticamente inmovilizada. ¿Qué opinión tienen sobre esto?

Jean-Claude Rabinowicz: El nacimiento del movimiento cambió todas las perspectivas. Antes del movimiento, pensaba establecerme en Israel por uno o dos años y ya había iniciado contactos con profesores de la Universidad Hebrea. Ahora he cambiado completamente de idea. Antes era difícil tomar parte en la vida nacional a menos de formar parte del “establishment”. Hoy, por primera vez soy parte de los debates que ocurren en Francia. Si el movimiento es exitoso, no veo ninguna razón por la cual deba irme a Israel. Si el gaullismo deviniera fascista o si el actual P.C. se hiciese del poder, lucharía aquí. Partiría a Israel sólo si desapareciesen en este país todas las alternativas.

Jean Simon: Entre los judíos hubo reacciones diametralmente opuestas acerca de los acontecimientos de la pasada primavera. A pesar de todo, muchos judíos se sentían totalmente al margen de lo que ocurría. Esto de debió a varias causas debido a que vieron tendencias anti israelíes en el movimiento, o debido a la creciente incertidumbre sobre el devenir político de Francia y el modo en que ello podría amenazar el bienestar, siempre vulnerable y expuesto de la colectividad judía. No debemos olvidarnos de los incidentes, por ejemplo, ocurridos entre los judíos árabes y norafricanos afincados en el barrio parisino de Belleville en ocasión del aniversario de la Guerra de los Seis Días. Muchos sintieron que lo ocurrido allí era un tipo de pogrom posibilitado por la actitud gaullista hacia Israel. Estos judíos interpretaron esto -no por temor, sino porque rechazaban permanecer en una posición cada vez más insostenible- como señal de que su lugar se encontraba realmente en Israel, donde podían expresarse abierta y completamente, erigirse en oposición y hacer demandas.

Jean-Claude Rabinowicz: Excepto los marxistas-leninistas, ningún movimiento político de vanguardia tomó posición oficial contra Israel; ni la Juventud Comunista Revolucionaria, ni ningún otro movimiento. Dudo mucho que las reacciones judías de las que están hablando nacieran debido al movimiento obrero estudiantil surgido en la revuelta. Jamás el movimiento se ocupó del problema de Israel o de la cuestión judía. Tomaron el patio de la Sorbona y el stand de Al Fataj, y con ello quisieron dar la impresión de que se trata de Francia toda.