Durante más de 40 años, la Policía de la Provincia de Buenos Aires tenía una estructura secreta de inteligencia que operaba en todo el territorio bonaerense, denominado Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA). La DIPBA conformó un extenso y pormenorizado registro de la represión político-ideológica sobre hombres y mujeres a lo largo de medio siglo, entre 1957 hasta su disolución en 1998.
En el año 2000, este archivo fue cedido por ley a la Comisión Provincial por la Memoria, para su conservación, estudio, análisis y difusión, además de aportar de aportar todos estos datos a los requerimiento judiciales en vinculadas a las causas de terrorismo de Estado. Desde entonces, un equipo técnico e interdisciplinario está trabajando en la tarea de desclasificación, mapeo, conservación y digitalización de los documentos.
¿Puede un Estado represivo existir sin una estructura de inteligencia sobre la sociedad? ¿Puede un Estado concebirse como tal sin que disponga de servicios de inteligencia?
Foucault planteaba, a través de la figura del panóptico diseñado por Bentham, que la sociedad estaba sometida a un examen continuo de vigilancia, control y poder disciplinario; y que esto determinaba no sólo un modelo de sociedad, sino un nuevo saber, un saber de vigilancia, de examen organizado alrededor de la norma para el control de los individuos durante su existencia, y esto será la base del poder, la forma del saber-poder.
El mismo autor planteaba que a fin de asegurar este control, se necesitan de varias instituciones, diseminadas y dispersas sobre un determinado territorio, y que, de manera coordinada e intercomunicada, se dividen y subdividen en zonas, tareas y/o especialidades de vigilancia sobre el resto de la población (1); y, a su vez, necesitan institucionalizar y formalizar el poder para, entre muchos otros motivos, llevar a cabo el proceso de criminalización, es decir, el de seleccionar a un grupo de personas a los fines de someterlo a su coacción e imponerle una pena.
De esta idea nace y se desarrolla, entre otras instituciones y funciones, la agencia policial (2) y sus servicio de inteligencia.
El archivo
El seguimiento, el espionaje y el “fichaje” fueron las funciones de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA). Registrar para reprimir al “delincuente social”, al “delincuente político”, al “delincuente subversivo”. La idea del delito social, político o subversivo, en cada época se asociaba a la represión de la protesta, de la propuesta, o simplemente la expresión (3).
El Archivo de la DIPBA es el primer archivo de la represión hallado hasta el momento en el país. Cuenta con más de 3.800.000 folios, alrededor de 300.000 fichas personales que abarcan temporalmente desde fines de la década de 1940 hasta 1998. Se encontraron también 750 cassettes de video VHS con filmaciones propias y de programas televisivos y 160 cintas de audio con grabaciones de eventos. El material equivale a 3.300 contenedores, 90 cuerpos de estanterías con 600 estantes. El papel desplegado representaría cerca de 700 kilómetros lineales.
El archivo se estructura sobre la base de partes e informes de inteligencia que relevan información sobre eventos, organizaciones o personas. La documentación del archivo está clasificado originalmente por “factores”: político, sindical, estudiantil, social, religioso, entre otros, y “mesas”, como por ejemplo la Mesa «DS» (delincuente subversivo).
La información provenía del “trabajo de campo” en todo el territorio bonaerense. Esa información, centralizada, se ordenaba alfanuméricamente en un fichero de personas que remite a los legajos de los factores antes mencionados. Adicionalmente, se registraba en un fichero alfabético-temático de organizaciones, establecimientos y eventos que también remite a los legajos ordenados en factores. Y a su vez, los informes de inteligencia están acompañados por un completo relevamiento de prensa por cada acontecimiento destacado de la vida política nacional y por cada organización.
El “fichaje” de Max Nordau
A principios de mayo del año 2004, el Centro Literario Israelita Max Nordau de La Plata organizó conjuntamente con la Comisión Provincial por la Memoria, el Acto de conmemoración del Levantamiento del Gueto del Varsovia.
En dicha oportunidad, la Comisión le entregó a Max Nordau copia de las actuaciones de inteligencia que la DIPBA desarrolló sobre la institución.
El Centro Literario Israelita y Biblioteca Max Nordau, fue fundado por inmigrantes judíos el día 20 de junio de 1912 en la ciudad de La Plata, en él se desarrollan diversas actividades culturales y educativas, posee una escuela hebrea y su jardín de infantes es uno de los primeros de la ciudad. Durante varios años estuvo afiliado al I.C.U.F. (Federación de instituciones Judías de Argentinas) desafilándose del mismo a fines de la década del ´70 para acercarse a los movimientos sionistas socialistas como Hashomer Hatzair. Desde el retorno a la democracia, tiene gran participación en actividades de Derechos Humanos.
Del informe entregado a Max Nordau, surge una primera parte dedicada a recortes periodísticos por pintadas antisemitas que sufrió la institución en el año 1985 y 1992. Pero lo más importante son dos informes elaborados en los años 1969 y 1979, los cuales estaban distribuidos en las mesas de ‘Factor religioso’ y ‘delincuente subversivo’.
El informe del año 1969 se inicia con una respuesta al memorando policial relativo al “Estudio de las colectividad judía” y a varias de sus instituciones. Del mismo surge un informe detallado de la Comisión Directiva de Max Nordau, cantidad de socios, actividades que se desarrollan, etc., y está acompañado de una carátula con el título “Entidades de bien publico con infiltración comunistas en la provincia de Buenos Aires” y con una copia del decreto 4965/59 por el cual se prohibía las actividades del partido comunista como de entidades a fines -entre los que aparecía el Federación de Entidades Culturales Judías en la Argentina, del cual el ICUF formaba parte-. En relación a Max Nordau, el informe policial concluye que si bien “se estima que pueden existir entre éstos, elementos de extrema izquierda, pero sin significar con ello que la Institución actúe como órgano de neto corte comunista”.
Por último, el informe del año 1979 se inicia con un memorando de la policía que dice textualmente “adjunto ejemplar obtenido por esta Delegación, referente al periódico juvenil titulado “Renacer” para su posterior análisis”. Y de este “análisis” surge como conclusión que “los conceptos vertidos redundan en la defensa de los judíos y de los intereses de la comunidad”, acompañado con una crítica al artículo que habla de la revolución sandinista en Nicaragua, ya que no tuvo en cuenta “la infiltración comunista” de la misma. A su vez, se observa entre las conclusiones de este informe que “se estima que la ideología comunista detectada en algunos de sus miembros, no tendría gravitación fuera del ámbito de dicho Centro, y dentro de eso se vería reducido a una mínima expresión” para terminar señalando que “…se ha dispuesto un efectivo control de las actividades, poniendo especial interés en las publicaciones que se editen, como así en las conferencias y reuniones que en la misma se llevan a cabo a fin de determinar con mayor claridad su finalidad y orientación política”; a su vez, este informe está acompañado de un anexo con un informe detallado de los integrantes de la Comisión Directiva de esa época, como de cantidad de socios, actividades que se realizaban, etc.
La recuperación del Archivo de la DIPBA comporta un valor ético y jurídico de primer orden para la búsqueda de la verdad, la compensación y reparación. Los documentos que se encuentran allí pueden aportar parte de las pruebas para los Juicios por la Verdad y todas aquellas causas penales que involucran a los responsables de los crímenes de lesa humanidad. La investigación y el espionaje fueron elementos de base y necesarios para la represión de Estado que sufrió el país, y que tuvo su máxima expresión en el golpe de 1976. Este archivo es el primero que se encontró en el país, y seguramente habrá muchas más, pero que difícilmente lleguemos a conocer. Pero éste desnuda, entre muchas cosas, una de las formas que el estado tiene de subsistir, que es la de inventarse enemigos que después destruirá. Aquello que decía Martín Caparrós cuando se preguntaba “por qué un Estado moderno edificaba con tanto cuidado la figura de sus enemigos -la figura del terrorista- y cómo terminaba destruyendo los monstruos que inventaba, porque los inventaba para eso” (4), encuentra una respuesta en Maquiavelo cuando aconsejaba al príncipe diciéndole que cuando tuviera la oportunidad debía, no lo dude, “procurarse con astucia alguna enemistad para que, venciéndola, resulte mayor su grandeza” (5).
Notas:
1- V. Foucault, Michel; La verdad y las formas jurídicas, ed. Gedisa, Barcelona, 2001, pags. 91 y sgts.
2- Se utiliza el término agencia, en el mismo sentido que el señalado por Zafaroni, Alagia, y Slokar. Y que conforman al sistema penal como entes gestores de la criminalización y tiene como objeto evitar otros sustantivos más valorativos y equívocos. V. Derecho Penal. Parte General, ed. Ediar, Bs. As., 2002, pag. 7.
3- V. en este sentido, el artículo de Patricia Funes, Medio siglo de represión, publicado en revista Puentes, año 4, nº 11, mayo de 2004, pags.35 y sgts.
4- Conf. Caparrós, Martín; Amor y Anarquía. La vida urgente de Soledad Rosas 1974-1998, Planeta, Buenos Aires, 2003, pag.10.
5- Conf. Maquiavelo, Nicolás; El Príncipe, ed.