Elecciones en Israel:

Golpe de gracia a las ideologías

Las líneas y comentarios vertidos a continuación se escriben a menos de 20 días de las próximas elecciones del 28 de marzo. Estamos al comienzo de la campaña oficial de los partidos en la radio y la televisión, después del primer sábado en que las intersecciones de las carreteras están abarrotadas de carteles y propaganda, después del conato de atentado a la iglesia de la Anunciación en Nazareth que, por suerte, no tuvo peores proyecciones.

Por Ezra Rabin (Desde Israel)

El conflicto entre Al Fatah y el Hamas, en el parlamento palestino, culminó con una primera crisis institucional que se llevó a la «minoría» de Abú Mazen tras la votación en pro de la anulación de resoluciones tomadas en la anterior asamblea.
Las autoridades designadas por Hamas intentan encontrar la formula para desempeñarse como organismo con responsabilidades de gobierno, pero eludiendo deshacerse en un santiamén de los postulados y enunciaciones programáticas extremistas anti-israelíes y anti judías.
Los EE.UU. y los gobiernos de Europa tras de haber hecho declaraciones categóricas de rechazo de todo lo que huele con el objetivo de «aniquilacion de Israel», buscan vías de reducir la brecha entre las declaraciones y la inevitable necesidad de desempeñarse como gobierno con pesadas responsabilidades.
Incluso el mismo Hamas, a pesar de haber estado seguro que aumentaría marcadamente su caudal de fuerza, no imaginó que su ascenso fuera tan rotundo. La magnitud del triunfo tomó desprevenidos a todos.
Es por eso que se critica a las fuerzas de inteligencia israelí y de los países occidentales. Y también a los distintos sectores palestinos. Es menester recordar que, como ocurre en muchos países democráticos, una mayoría de escaños no siempre representa una mayoría de votantes. Este es el caso del Hamas.
Esta situación prevista pero sorpresiva por su magnitud y su súbita presencia, crea un sinfín de desacuerdos y conflictos internos en cada uno de los tres círculos involucrados: el círculo internacional, el mundo palestino y, por último, en Israel.
Las dudas y las distintas posiciones que se plantean están alimentadas -en todos y cada uno de estos círculos- por dilemas similares: pragmatismo versus ideologías intransigentes; intereses creados, prejuicios, afecciones temidas, problemas reales de subsistencia en cada uno de los actores participantes.

En Israel se deshilvanan lazos ideológicos

En Israel, esta realidad se sumó y agudizó el escenario político. Fue tan sorprendente que se produjo desde la ruptura del Likud o la subida de Peretz a la cabeza de Avodá. Los dos partidos mayoritarios del país se sumieron en una crisis que destartaló las formaciones y los esquemas anteriores. Fue una ráfaga que estremeció al mundo político y a los partidos. Casi ninguno quedó en pie.
Una nueva fuerza pretende ocupar el centro. Esa fuerza se aglutina en torno a Sharón y Olmert. Desde el primer momento el número de escaños pronosticado fue sin precedentes. Más de 40. Tan era así que todo quien se apresuró a sumarse a sus filas, se aseguró una banca en el parlamento.
Los más experimentados y cautelosos políticos sostuvieron que las cosas irían tomando proporciones más lógicas. El índice más evidente de la situación tan poco clara es el alto número de indecisos en los sondeos acera de la intención de votación (casi un 20%). El apoyo a Olmert va disminuyendo, pero se da por descartado su «triunfo». Varios de los líderes de Avodá, encabezados por Peres, Ramón, Dalia Itzik se sumaron a Kadima. Este fenómeno merece ser analizado por separado en otra oportunidad. El Likud encabezado por Bibi Netanyahu y ex partido de Olmert lanzó una campaña virulenta en su contra. Por otra parte Avodá, tampoco consigue levantar vuelo o mantenerse a la altura que consiguió al principio.
Meretz que se temía que bajaría su fuerza, consiguió reponerse en los sondeos.
Olmert trata de atraer a las fuerzas moderadas. Es inverosímil escuchar los discursos y ponencias de los líderes y candidatos de Kadima. Nada impide que hoy pregonen lo contrario a lo que sostenían ayer: desmantelar y replegarse de tantas y tantas localidades en Judea y Samaria, como condición de salvaguardar el carácter judío y democrático de Israel y a la vez intentar lograr un entendimiento con los palestinos.
A ello se suma una argumentación -verdadera pero antes negada- que esa será la forma de aliviar y financiar las soluciones de los graves problemas que se suscitan en el terreno del bienestar social y de la educación. Casi la plataforma de Meretz.
La confusión en el público es grande porque las declaraciones responden al deseo de la mayoría del pueblo, pero muchos no creen que pasen de ser declaraciones.
Kadima se pinta como un supermercado de ideas. No tienen común denominador ideológico. Podría decirse que es un cruce, una intersección transitoria de posiciones, que ante una realidad compleja, no aguantarán su mancomunidad.
La derecha se está fortaleciendo o así parece. Su meta -la de los 4 ó 5 partidos- es llegar a crear un bloque de más de 60 escaños que evite el predominio de Kadima, o que evite la posibilidad de llevar a cabo lo que hoy pretende.
La derecha no tendrá ningún empacho en comprar a todos los partidos religiosos, que ya hace años se tumbaron hacia ese flanco. Y en los extremos de la derecha atisban fuerzas fundamentalistas y fascistas
Tal vez es ese el mayor peligro de estas elecciones.