En una encuesta realizada recientemente por el American Jewish Committee.a jóvenes judíos de los EE. UU, cerca del 45% respondió que su identificación con Israel no es una parte importante de su identidad judía. Sin embargo, la mayoría de los encuestados considera que Israel y la comunidad judía estadounidense deben mantener lazos estrechos y que la existencia de una Israel fuerte es importante para la sobrevivencia de las comunidades judías de la diáspora. Al mismo tiempo, 50% opinó que la existencia de una comunidad judía fuerte en la diáspora es necesaria para la supervivencia del Estado de Israel. Finalmente, la mayoría de los jóvenes encuestados cree que es posible una solución al conflicto con los palestinos, y la solución con mayor apoyo es la de dos estados independientes. Esto último es consistente con la afiliación política liberal y de centroizquierda, a la que adhiere la mayoría de los judíos jóvenes en Estados Unidos.
Si complementamos esta encuesta con la realizada por el Pew Research Center en el 2020, el panorama es similar, aunque un poco más complejo.[i] La mayoría de los judíos estadounidenses siente una conexión fuerte con Israel, siente que debe apoyar al Estado, pero que el gobierno de derecha de Israel es un problema y sólo un 34% se opone al BDS (movimiento de boicot a Israel). Históricamente, y en la actualidad, cerca del 75% de los judíos apoya y vota al Partido Demócrata. 73% de los judíos encuestados desaprueba a Trump, por más que el 63% considera a Trump como un “amigo de Israel.” Para finalizar con el análisis de datos, es importante recordar que los judíos han sido el grupo étnico-religioso que ha sufrido la mayor proporción de ataques de odio en los Estados Unidos desde la llegada de Trump al poder, 2.5 veces más que la comunidad afro-estadounidense, y 2.2 veces más que la comunidad musulmana.
La comunidad judía, principalmente el liderazgo institucional, viene enfrentando un dilema complejo. A lo largo de las últimas décadas se ha visto un aumento importante de estos ataques en determinados espacios, particularmente en campus universitarios, de una crítica dura a Israel, apoyo al BDS, e inclusive algunos actos antisemitas en este contexto. Muchas de las instituciones más representativas de la comunidad judía estadounidense han puesto gran énfasis en contrarrestar la crítica a Israel, y en algunos casos ha comprado el mensaje neofascista de Netanyahu, que cualquier crítica al gobierno de Israel debe ser considerado un ataque antisemita.

Sin embargo, como ha sido a lo largo de la historia, la amenaza mayor, particularmente la amenaza física hacia los judíos, ha venido siempre desde la derecha. La llegada de Trump al poder, con su mensaje xenófobo, racista, y por momentos antisemita, con un entorno ultranacionalista y neofascista, y con su apoyo a figuras abiertamente antisemitas, ha dado lugar a un aumento del peligro físico de los judíos y su comunidad. La posición con relación a Trump y sus facilitadores de algunas instituciones judías ha sido bastante ambivalente. AIPAC, por ejemplo, ha abierto sus puertas no sólo a Trump, sino a varios miembros del Partido Republicano que han alimentado la reciente ola de antisemitismo. Por más que AIPAC sea cada vez menos representativo de la comunidad judía estadounidense, continúa gozando de reconocimiento político, y es generalmente asociado por la sociedad en general con la comunidad judía. Otras instituciones han sido más cuidadosas. Han criticado a Trump, y a varias de las personas cercanas a él, pero al mismo tiempo han reconocido y alabado el apoyo que Trump ha brindado a Israel.
El problema que enfrentan las comunidades judías en general, y en Estados Unidos en particular, es distinguir el apoyo a Israel como Estado, y el apoyo a las políticas su gobierno. En otras palabras, para muchos judíos e instituciones judías se ha hecho difícil distinguir entre la crítica a Israel y la negación de su derecho a existir como estado. En algunos casos han adoptado la política de que toda crítica representa antisemitismo, el cual ha sido el mensaje no sólo de la ultraderecha israelí, sino también de todo el aparato de hasbará israelí. No sólo han atacado a todos aquellos que critican a Israel, particularmente al ala progresista del Partido Demócrata, sino también han deslegitimado a toda organización israelí que crítica las políticas del Gobierno, como ha sido el caso de Rompiendo el Silencio. Muchas instituciones judías estadounidenses, ante las violaciones a derechos civiles que se cometen diariamente en los territorios ocupados, se han llamado al silencio. Esto tiene el potencial efecto de generar decepción y alienación, ya que un porcentaje importante de los judíos estadounidenses considera alguna de las políticas del gobierno de Israel en los territorios ocupados como injustas, pero siente que no hay espacio a la crítica, por lo menos a nivel institucional.
¿Cómo podrá afectar el retorno de Netanyahu y su coalición con la extrema derecha xenófoba? El complejo dilema que enfrentan muchos judíos estadounidenses, y más aún instituciones judías, entre la posibilidad y necesidad de criticar y defender a Israel, en un contexto de crecimiento de ataques antisemitas realizados por la derecha. Netanyahu no sólo se ha aliado abiertamente con neofascistas y antisemitas muchos de ellos, como Orban, Bolsonaro, y Trump, sino que accede al gobierno con una coalición de ultraderecha, xenófoba, muy similar a lo que han sido Trump y sus asesores. ¿Cómo podrá una institución como la Anti-Defamation Legue (ADL) continuar su trabajo contra la xenofobia sin emitir condena alguna a un gobierno israelí compuesto por muchos xenófobos? En el pasado, cuando ministros israelíes han hecho declaraciones racistas, como considerar a los inmigrantes y refugiados africanos que llegaban a Israel como un “cáncer” ha extirpar – algo que 52% de israelíes encuestados apoyó – muchas de estas organizaciones no emitieron crítica alguna.[ii] Sumado a esto, el gobierno de extrema derecha de Netanyahu se enfrenta a un contexto político desfavorable, ya que algunos de sus aliados, principalmente en Estados Unidos, han perdido poder político.
Mientras la sociedad israelí parece moverse cada vez más hacia la derecha, la comunidad judía estadounidense continúa firme en su adhesión política liberal y de centroizquierda, y la juventud judía estadounidense continúa moviéndose cada vez más hacia la socialdemocracia. A menos que las instituciones judías estadounidenses construyan avenidas para una crítica y rechazo a políticas del gobierno de Israel o declaraciones de sus ministros que violan derechos civiles o expresen xenofobia y racismo, sin que esto sea “cancelado” por antisemitismo, el peligro de alienación y de alejamiento de las instituciones judías y del sionismo será cada vez mayor.
[i] Esto en parte se debe a la metodología y la muestra de la encuesta. La muestra del Pew Research Institute es mayor y más inclusiva que la de AJC.
[ii] Miri Regev luego se disculpó por esta declaración.