Un Pesaj de aflicción sin nuestros rehenes

La llegada de Pesaj acrecienta la angustia de todo Israel en general y en particular la de los familiares de los civiles y de los soldados cautivos en Gaza. Ninguno de ellos se sentará a la mesa en la tradicional fiesta de la libertad judía. La orfandad en este año para festejar Pesaj 5784 en privado, es el diagnóstico más dramático de una enfermedad nacional que corroe todo el Estado judío; pareciera como si la esfera pública de Israel hoy ha sido obligada por lo más sano de la sociedad civil hebrea a no festejar este año un Pesaj alegre y casher.
Por Leonardo Senkman, desde Jerusalen

Ante la inminencia de Pesaj, la opinión pública israelí esta conmovida por la angustia de los familiares de civiles y soldados cautivos en Gaza después de la masare del 7/10.

Ninguno de ellos se sentará junto a la mesa familiar en la tradicional fiesta de la libertad judía. 

También la historia de las guerras de Israel registra la ausencia de algunos soldados cautivos en países árabes que estuvieron encarcelados en Pesaj de 1948 y 1949.

Pero ningún civil israelí cautivo estuvo tantos meses encerrado como los rehenes secuestrados por Hamas el 7/10/23, y ninguno de ellos fue secuestrado, sino que cayeron como soldados prisioneros en combate

Durante la Guerra de Independencia casi todos los prisioneros israelíes capturados por ejércitos de países árabes sufrieron cautiverio, antes o después del Pesaj en abril de 1948.

Cuando la Haganá y el Palmaj libraban duros combates, fueron tomados prisioneros por Egipto 156 soldados y ciudadanos israelíes (5 de los cuales fueron encarcelados en la aldea de Faluja); 673 fueron hechos prisioneros por Transjordania, 45 por Siria y 8 por Líbano. Entre el 7 y el 9 de febrero de 1949, antes de Pesaj, fueron intercambiados todos los prisioneros israelíes en Egipto a cambio de 1.096 prisioneros egipcios.

Pocos días después de Pesaj, entre el 12 y el 14 de mayo de 1948, en vísperas de la proclamación del Estado de Israel, cayó el poblado judío Gush Etzion, 240 combatientes israelíes murieron en batalla y el resto fueron tomados prisioneros y cautivos por soldados transjordanos. Dos grupos de mujeres civiles rehenes de Gush Etzion fueron devueltas en junio y noviembre de 1948. El intercambio de prisioneros de guerra con Transjordania comenzó el 2 de febrero de 1949 y finalizó el 3 de marzo del mismo año, lo que evitó que ningún israelí permaneciera en la cárcel durante Pesaj.

No tuvieron esa suerte numerosos israelíes en Siria; recién el 2 de mayo de 1949 ocho prisioneros israelíes fueron devueltos a cambio de 14 sirios, y también pasaron encarcelados en Damasco durante Pesaj los 31 israelíes canjeados el 21 de julio de 1949 por 57 sirios. Aunque el inicio del intercambio con Siria ya había empezado antes de PesaJ, cuando el 4 de abril 1949 seis prisioneros israelíes fueron devueltos a cambio de 4 sirios. Asimismo, en Líbano, el 24 de marzo de 1949, antes de Pesaj fueron intercambiados 8 prisioneros de guerra israelíes por 36 soldados libaneses.

Tampoco tuvieron que pasar Pesaj en la cárcel durante la guerra de los Seis Días 15 soldados de Tzahal que cayeron cautivos: 11 en Egipto, 1 en Siria, 2 en Irak y 1 en el Líbano. Los intercambios de prisioneros de guerra empezaron inmediatamente (un prisionero fue devuelto por Egipto ya el 15 de junio de 1967), y el intercambio se completó el 23 de enero de 1968. En el contexto del intercambio también fueron devueltos dos comandos israelíes hechos prisioneros en julio 1967. Durante estos intercambios, dos pilotos que estaban cautivos en Irak fueron excarcelados a cambio de 428 prisioneros jordanos.

También prisioneros israelíes tomados por Egipto durante la guerra de Yom Kipur cayeron después de Pesaj, y el intercambio se efectuó pronto: entre el 15 y el 22 de noviembre de 1973 se produjo el canje de 231 prisioneros israelíes a cambio de 8.372 prisioneros egipcios, 

Pero el canje de 62 soldados israelíes por 392 sirios tuvo lugar recién entre el 1 y el 6 de junio de 1974 (Background on Israeli POWs and MIAs).

Desconocemos cómo pasaron Pesaj esos israelíes cautivos en Siria.

El cambiante código cultural militar israelí sobre el cautiverio

Tal desconocimiento se agrava por el significativo hecho de que, al cabo de veinticinco años, uno solo de los prisioneros o cautivos israelíes encarcelados después de la Guerra de Yom Kipur escribió las memorias sobre su cautiverio. Al comparar la dificultad de los soldados y cautivos israelíes de escribir sobre sus vidas comparados con los 30 soldados norteamericanos que escribieron las suyas  sobre 591 ex combatientes cautivos prisioneros en Vietnam, la antropóloga   Daniela Graviely subrayó en su estudio la tremenda influencia del hegemónico  código de cultura militar de cautividad sobre los soldados de Tzahal (Daniela Gavriely, Israel’s cultural code of captivity and the personal histories of Yom Kipur War ExPows, Armed Forces &Society, v.32:1.2006)  

Sin embargo, en los últimos años este código ha cambiado, en especial por influencia de los familiares de rehenes civiles y militares en la actual guerra interminable de Gaza.

La preocupación de varios sectores de la opinión publica israelí acerca de la dificultad dramática para ellos de celebrar el tradicional Seder cuando Tzahal no consigue liberar a los 135 cautivos del Hamas, es mucho más que otro síntoma indiscutible del fracaso de los objetivos de la guerra en Gaza. Más bien muestra que está haciendo crisis total el nuevo código de cultura militar sobre cautividad que surgió durante las protestas contra los responsables políticos de la guerra de Yom Kipur.

En su pionera investigación, Daniela Gavriely analizó a la “familia combatiente” de Israel que había impuesto un “modelo de comportamiento hegemónico” ya en crisis. Anteriormente las familias podrían procesar su pérdida de forma privada o pública, pero como agentes culturales comprometidos con los valores estatales de una militarizada sociedad israelí. Después de la guerra de 1973, muchos rechazaron ese modelo en el que las familias fueron cooptadas por el Estado y decidieron asaltar el espacio público, llamando a los altos funcionarios del gobierno “enemigos”, “culpables” por su desgraciada situación. El nuevo comportamiento cayó en terreno fértil en un entorno de  decadencia de la “red de élites” tradicional del laborismo en el poder, y estimulado por el floreciente ámbito de una sociedad civil contestataria (Udi Lebel -Yona Rochlin From ‘Fighting Family’ to ‘Belligerent Families’: Family–Military–Nation Interrelationships and the Forming of Israeli Public Behavior among Families of Fallen Soldiers and Families of MIAs and POWs, November 2009, Social Movement Studies 8(4):359-374).

Pero después de la conmoción del 7 de octubre con 1.400 muertos en un solo día, el movimiento social de familias de soldados y civiles cautivos y masacrados, vienen adoptando un modelo mucho más radical que la anterior protesta contra Golda Meir en 1973: ahora denuncian la identidad nacionalista de la ultra derecha mesiánica en el gabinete del populista Netanyahu, además de exigir rendición de cuentas por el colapso de los paradigmas de la seguridad de Tzahal.

Precisamente la orfandad en este año para festejar Pesaj 5.784 en privado, es el diagnóstico más dramático de una enfermedad nacional que corroe todo el Estado judío; pareciera como si la esfera pública de Israel hoy ha sido obligada por lo más sano de la sociedad civil hebrea a no festejar este año un Pesaj alegre y casher. Dramática y angustiosa decisión de muchos ciudadanos judíos que cuestionan el derecho a celebrar la tradicional fiesta de la libertad mientras nuestros rehenes continúan muriendo bajo los túneles de Gaza.

Ahora bien, ¿no será que esta terrible crisis privada y colectiva de un Pesaj que conmemora “el pan de la aflicción” de nuestros antepasados en tierras de   Egipto podría ayudar a los israelíes a redescubrir el pan de la aflicción en la tierra soberana de Israel y recuperar la energía e imaginación para liberar a nuestros rehenes?

La silla vacía y la quinta copa de Eliahu esperan a nuestros rehenes

En este Seder la lectura de la Hagada tiene que ser distinta a como lo celebramos todos los años, sentados en la mesa familiar, porque cuando el Maguid lea sobre “el pan de la aflicción ”, e inmediatamente el más chico nos pregunte Ma Nishtana Halaila Haze, tendremos que estar preparados y explicarle en qué se diferencia esta noche de todas las otras noches; y si disfrutaremos algún momento de la comida festiva hay que recordarles que muchos rehenes queridos pasan hambre y no tienen ningún Seder donde pascuar. En todos los otros Seder cada uno de nosotros acepta transformarse en un actor que interpreta al antepasado hijo de Israel para sentir “como si él mismo se libera de Egipto”; pero en este Seder tendremos la increíble faena de interpretar a hijos del Israel soberano de hoy, que otra vez fueron sojuzgados, no en Egipto sino en la misma patria de los judíos.

La ceremonia del Seder el próximo 15 de Nisan tiene que acompañar a centenas de familias a quienes les secuestraron sus hijos, bebés, esposos, enamorados, hermanos, madres, padres, abuelas/os y nietos; les arrebataron la alegría de beber vino recostados sobre el lado izquierdo, les quitaron el placer de tomar la matzá del medio, partirla en tres y esconder la matzá más grande, el Afikomán, y que los niños logren encontrar más tarde.

Y, sobre todo, vamos acompañar en Pesaj a quienes les hurtaron el orgullo de cantar como en otros años, Avadim ahinu, atá benei jorim, esclavos fuimos, ahora somos seres libres. Por eso en este Seder vamos a cantar mucho más fuerte: Veish sheamda lahaboteinu velanu? She lo ejad bilbad amad aleinu lejaloteinu, hela shebecol, dor  vador omdim aleinu lejaloteinu. (Y esta promesa fue la que mantuvo a nuestros antepasados y a nosotros, pues no fue sólo uno quien se levantó contra nosotros para exterminarnos, sino que en cada generación se levantan contra nosotros para aniquilarnos).

En este Seder nos esforzaremos como nunca para comprender al cuarto hijo, ese quien no sabe preguntar, porque también ahora nosotros, de tan aturdidos, no  sabremos darle una respuesta; ni preguntaremos por qué no viene el quinto siempre olvidado hijo, de quien nunca hablamos en el Seder por estar tan alejado del judaísmo; preparémonos a explicarles a todos los comensales que no vino el hijo secuestrado a celebrar Pesaj, no solo porque Hamas no lo deja ser el quinto hijo que hable de lo que le hacen en Gaza; también hay que explicarle que no vendrá  porque queremos evitar que nos cuente cómo Tzahal lo abandonó a su suerte.

Pero  no desesperemos.

Desde el principio de los tiempos en el exilio del Galuth, la alegría del pueblo de Israel durante la fiesta de la Pascua nunca ha sido completa debido al alto precio que muchas veces tuvieron que pagar por su propia existencia.

También quienes confiaron que la liberación de la diáspora y conseguir la mera soberanía en la tierra prometida garantizarían a los judíos una vida libre y una existencia segura, están pagando un alto precio.

Un personaje legendario que promete visitarnos en la noche del Seder es Elías el Profeta. Todo judío tradicional está familiarizado con la precavida costumbre después de la cena, de dejar la puerta abierta en su honor. Algunos recitaban en el umbral la sección conocida de la Hagada: «derrama tu ira». Es una diatriba vicaria del pueblo judío humillado y oprimido que se permitía desahogar su rabia en el ceremonial imaginario del Seder para que el profeta Elias exorcice la judeofobia de ciertas naciones. Esa maldición se solía decir en voz baja, junto a la puerta abierta, pero sin que ningún vecino goy la oyera, salvo Elias, a quien los judíos imaginan que viene a anunciarles la redención final.

En el imaginario pascual judío, cada una de las cuatro copas de vino del Seder tienen que ver con los verbos que Moisés oyó, primero para sacar a los hebreos de Egipto, después para rescatarlos de la esclavitud, inmediatamente luego para liberarlos; la última copa acompañaba el Halel para santificar a los judíos como pueblo elegido.

Pero solamente a la quinta copa de vino, la copa de Eliahu que se deja llena sobre la mesa pascual junto a la silla vacía, nadie puede beberla. Las otras cuatro copas de vino han sido bebidas cuando la Hagada narra la salida de Egipto, la liberación de la esclavitud y la formación de una nación que conduce Moisés, el profeta.

La silla para que se siente Elias y su copa de vino ya no tienen que ver con Egipto sino con la entrada en la tierra prometida. Elías el Profeta simboliza la esperanza de regresar a Israel. Y según las profecías, vendrá en Pesaj a anunciar una nueva redención.

La silla vacía ha metaforizado también a la tradición de los judíos ausentes del Seder por haber sido hechos prisioneros y cautivos, porque fueron asesinados o escondidos para sobrevivir.

En las décadas de 1950 y 1960, muchos judíos en Israel y la diáspora solían conmemorar a sus seres queridos muertos en la Shoah dejándoles una silla vacía en la mesa del Seder. En las décadas de 1970 y 1980, comenzó en la Unión Soviética la costumbre de dejar una silla vacía en la noche del Seder para los “Prisioneros de Sión”, a fin de no olvidar a los judíos sionistas en cautiverio, que languidecían en las cárceles soviéticas.

En el inminente Seder todos vamos a dejar sillas vacías para recordar a los rehenes secuestrados por Hamas.

Aún no ha sido compuesta la segunda Hagada de Pesaj, la del profeta Elias con su copa de vino y la silla vacía, que anuncia la redención completa. Apenas hay indicios, algunos atisbos artísticos sobre la silla de Elías, que es posible verla en la pintura “La silla de Eliyahu” en el Centro de Arte Judío de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

“La silla vacía” también  es el nombre de un libro que guarda los escritos y la filosofía del rabino Najman de Breslov. Incluye consejos para vivir una vida espiritual y varias perlas de sabiduría. Pero la silla vacía que aparece en la portada del libro es, de hecho, la silla del rabino Najman, que fue traída a Israel por sus seguidores y se conserva en la sinagoga Breslov en Mea She’arim, Jerusalén. Pero  los jasidim de Breslov, no se dieron cuenta que la silla del rabino simboliza tanto la presencia como la ausencia de Eliahu, el profeta.

Desafortunadamente, hay pocos asomos descriptivos, mucho menos imaginarios, sobre el Eliahu de la quinta copa de vino.

Un elixir que aún no se bebe al finalizar el Seder tal vez porque la libertad total no la merecen quienes lograron tomar las cuatro copas que evocan cuando se salvaron de la esclavitud en Egipto, el sionismo que los liberó del exilio y la clemencia divina que les ayudó sobrevivieron el exterminio; pero entraron a la tierra prometida y nuevamente volvieron a caer en idolatría, que esta vez el profeta Elias deplora porque es la idolatría de la soberanía territorial y la alienación del poder, que sojuzga al pueblo vecino y legitima la guerra de conquista.

La quinta copa del profeta Elías, legendario mesías tan esperado que nunca llega al Seder para anunciarnos la redención total, sin embargo, promete tragos de imaginación etílica y erótica. Quinta copa de vino de la cual hemos de beber alguna vez al final del Seder, para inspirarnos poéticas de la embriaguez, no borracheras dionisíacas de poder y mando. Un vino de cepa de la cálida tierra prometida, no de viñedos robados en territorios ajenos; uvas de tiernas parras con sarmientos que ayudan madurar a esa uva tinto de piel oscura; quinta copa del Seder, por fin la beberemos después que la luz alumbre el aroma de bebida espirituosa con amoroso sabor de vino, para gozar de una vida iluminada y completamente redimida.

Solo entonces seremos merecedores de beber la quinta copa del Pesaj en libertad, el vino de Eliahu Hanavi, no un tinto Cabernet Sauvignon, sino ese néctar de oscura luz embriagada por la aurora de la redención y la noche del amor.

Imagen de portada: Ascensión de Elías. Pintura de Jaume Huguet, c. 1470.