El radicalismo extremo se normaliza en Alemania

Ascenso desbocado de la ultraderecha en Alemania y el “síndrome del miembro fantasma”

Por primera vez en la historia de la República Federal de Alemania, un partido de extrema derecha se convierte en la fuerza más importante en un Estado Federal: AfD en Turingia. En la segunda elección en paralelo, en Sajonia, el partido se queda a unos pocos votos de alcanzar ese récord. A las características que comparte con toda la extrema derecha europea, AfD añade un juego como mínimo difuso en el juicio histórico sobre el nazismo: muchos de sus cuadros reivindican el “pasado glorioso” y practican una suerte de revisionismo negacionista.
Por Guillermo Atlas*

En un hecho sin precedentes desde la caída del régimen nazi, un partido racista y plagado de extremistas ostenta una minoría de bloqueo en dos parlamentos regionales: Turingia y Brandenburgo. Si bien en los noventa, grupúsculos radicales de ultraderecha habían logrado algún escaño en parlamentos regionales, ninguno de ellos había conseguido un éxito semejante, ni un ascenso tan sostenido ni tanto poder.

El núcleo central de este incremento meteórico se concentra en los Estados que conformaron Alemania Oriental. Tal como se constató el 1 de septiembre en Turingia y Sajonia y el 22 del mismo mes en Brandemburgo, la ultraderecha obtiene en promedio 30% de los votos. 

El desencanto con el actual gobierno de coalición tripartita (Social demócrata, Verde y Liberal), y también la irresponsabilidad de varios partidos del arco democrático, contribuyen en parte a este fortalecimiento. En especial, después del atentado islamista en Solingen, en el centro industrial de Alemania hace pocas semanas, donde un refugiado de origen sirio asesinó a cuchilladas a tres personas en el marco de una fiesta popular.

Aparentar ser más de derecha que la derecha

“AfD está dictando la agenda política diaria”, asegura el profesor emérito de la Universidad de Hannover, Dr. Detlev Claussen, sociólogo experto en la materia y autor de importantes obras, en particular, de la biografía sobre Theodor W. Adorno.  Sin embargo, “debe tomarse en cuenta que AfD se nutre de la xenofobia instalada en forma estructural en la sociedad, en particular en los Estados del este”, agrega Claussen. 

En efecto, parte de las fuerzas del arco democrático alemán ha decidido disputar la clientela electoral a la AfD y remeda su discurso o incluso intenta parecer más de derechas que la derecha. El ejemplo más notable es el líder de la CDU y candidato a Primer Ministro en las próximas elecciones generales de septiembre de 2025, Friedrich Merz, quien lleva la voz cantante en la materia y, a diferencia de lo que él pregona, no hace más que legitimar a los grupos extremistas y racistas y en particular a la fuerza más importante y canal troncal del espectro neonazi de Alemania: AfD. 

No obstante, subraya Detlev Claussen, “la táctica equivocada de los partidos democráticos y la debilidad de la coalición gobernante no es lo determinante en el fortalecimiento de la ultra derecha, lo fundamental a la hora del voto extremista es el desacoplamiento entre la realidad económica y el imaginario político”.

En ese sentido, hay infinidad de testimonios, en particular en los Estados del Este, de ciudadanos que frente a la pregunta de cómo están las cosas en el país responden “muy mal” y cuando el periodista inquiere adicionalmente sobre el cuadro personal, éste responde “a mí me va bien, no tengo problemas”. 

Por eso, la hipótesis frecuentemente escuchada de que la AfD es el partido de los desfavorecidos económica y socialmente es errónea. Por el contrario, los estudios muestran que los ingresos no tienen ninguna correlación con la decisión de votar a un partido de derechas. 

Es decir, si bien hay indicios concretos de debilitamiento de la otrora “locomotora de Europa”, de ningún modo justifica el cuadro cuasi apocalíptico que describen los votantes de AfD. 

La xenofobia, el miedo y el rechazo al extranjero, aún en zonas donde apenas viven inmigrantes, es un problema estructural y constituye el combustible central para explicar este crecimiento.

Este fenómeno es el síntoma de una profunda crisis de los marcos tradicionales de la identidad europea y de su sistema de representación política en un mundo que cambia vertiginosamente.

Características del votante de AfD a nivel nacional 

Según la encuesta del Instituto Forsa, llevada a cabo en mayo de este año, existen claros factores de localización que se correlacionan con el comportamiento electoral. Por ejemplo, AfD atrae a más votantes en localidades con menos de 5.000 habitantes (19%). La disposición de votar este partido es menor en ciudades con más de 50.000 habitantes, donde sólo alcanza 11%. Además, como se colige del análisis precedente, el núcleo central de votantes se concentra en el Este de Alemania con 27% en promedio y en el Oeste, en cambio llega a 13%.

Björn Höcke, líder a AfD en Turingia.

De acuerdo con este estudio, se constata que el apoyo a AfD es significativamente mayor entre los hombres que entre las mujeres, en todos los grupos etarios, aunque especialmente hombres entre 30 a 60 años. Entre los jubilados las cifras son de 15% y 7%, respectivamente. Sin embargo, en Turingia, en las últimas elecciones esto cambió. El grupo de hombres jóvenes votó 38% a AfD.

Además, el 38% de los simpatizantes proceden de la clase trabajadora y suelen tener un nivel de estudios bajo o medio. La confesión también influye: católicos y protestantes tienen una cuota de voto menor (10% y 13% respectivamente) que los no confesionales (20%).

Cambios en la edad de los votantes

En el camino hacia una normalización de la ultraderecha, las redes sociales, en especial TikTok, es la fuente principal de información de los jóvenes que a partir de ahora pueden votar desde los 16. AfD aprovecha muy bien estos instrumentos. Así se observa un avance desmesurado de jóvenes que votaron la formación ultra y no ven pecado alguno en ello. Las últimas elecciones regionales son una prueba contundente al respecto. 

Especificidad de AfD respecto a otras formaciones de ultraderecha en Europa. Orgullo y nostalgia: “Mi abuelo no fue un asesino”

«Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su modo». Así empieza Tolstoi Ana Karenina. Podemos decir que la extrema derecha europea, como Reagrupamiento Nacional de Le Pen en Francia, Hermanos de Italia de Giorgia Meloni , Viktor Orbán en Hungría, Vox en España etc., se diferencian específicamente de AfD porque ninguna de esas fuerzas ni sus miembros, se atrevería a reivindicar al nazismo, y sus líderes intentan vender sus programas como novedosos y exentos de nostalgia histórica. No cabe duda que toda la ultraderecha es racista, xenófoba, todos tienen una agenda contra los derechos LGTBI, niegan la violencia de género y el feminismo, proclaman la inexistencia del cambio climático, todos se proponen llevar adelante una guerra contra la “hegemonía cultural de la izquierda”, etc. A excepción de Giorgia Meloni (es más pragmática), todos tienen afinidad con Putin y reciben financiamiento de Rusia, practican el anti americanismo, cuestionan la OTAN y desean disolver a Unión Europea en pos de una “Europa de la Naciones”.

AfD es todo eso, pero además juega en forma difusa con el pasado nazi. Muchos de sus cuadros reivindican el “pasado glorioso” y practican una suerte de revisionismo negacionista. Björn Höcke, presidente del partido en Turingia y el jefe real a nivel nacional, aunque no figure formalmente, se refirió al monumento conmemorativo de la Shoá en Berlín con la frase “somos el único pueblo del mundo que ha plantado un monumento a la vergüenza en el corazón de su capital”. Maximilian Krah, el candidato que encabezó la lista de la formación en las últimas elecciones para el Parlamento Europeo por AfD, dijo que “no todos los miembros de las SS fueron criminales”. Esto le costó a la agrupación que el bloque Identidad y Democracia (ID) donde está, por ejemplo, el partido de Le Pen en el Parlamento Europeo, decidiera excluir a AfD, ya que no quería ser asociado con un nostálgico del nazismo. 

En numerosas manifestaciones, en especial en los Estados del Este, siempre aparece el elemento reivindicatorio del pasado y se agita el lema “no hay que avergonzarse de nuestra historia y de nuestros ancestros”.

Antisemitismo de AfD

Después del 7 de octubre de 2023 se libra una batalla por el derecho a interpretar los acontecimientos. En esta polarización extrema de la sociedad, el espectro políticamente conservador a derechista de Alemania intenta instrumentalizar el antisemitismo y externalizar su responsabilidad. Se habla de antisemitismo importado y se enfatiza unilateralmente el carácter inmigrante. En algunos casos se ignora por completo el propio pasado de Alemania. Esto es una distorsión de los hechos. A la AfD, en particular, le gusta presentarse como la única verdadera defensora de Israel y de la vida judía en Alemania. Sin embargo, una mirada más atenta a las declaraciones de sus funcionarios y a los discursos en el Bundestag alemán expone rápidamente la visión antisemita del mundo que se puede encontrar en gran parte del partido.

En un estudio de la Fundación Heinrich Böll (cercana al Partido Verde) se subraya que “A pesar de la persecución penal, el antisemitismo sigue siendo abierta y descaradamente evidente, pero a menudo se oculta como un ‘lobo con piel de cordero’ y con la ayuda de paráfrasis y códigos para evitar la persecución penal. Muchos de los llamados códigos se han transmitido durante siglos y, por tanto, están anclados en la memoria colectiva. Se utilizan sin difundir deliberadamente un programa antisemita. Esto no hace que su uso y reproducción sean menos peligrosos. Sin embargo, muy a menudo también se utilizan como estrategia deliberada para evitar romper tabúes y ser perseguidos, al tiempo que expresan ideas antisemitas que son comprendidas en todo momento por quienes pueden decodificarlas. La propagación del odio hacia los judíos puede así fomentarse sutilmente tanto entre los remitentes como entre los destinatarios”.

El término “Gran Reset” ha sido particularmente popular desde el estallido de la pandemia de Covid-19. Esto juega con la noción de una élite (judía) que opera globalmente en segundo plano con el objetivo de lograr la dominación mundial. El “Gran Reset” (“Gran Transformación”) adopta la terminología del Foro Económico Mundial. Este foro utilizó el término “Gran Transformación” para formular propuestas para una reorganización más sostenible de la economía mundial una vez superada la pandemia. Sin embargo, varios ideólogos de la conspiración han reinterpretado estas propuestas y etiquetado al Covid-19 como una enfermedad escenificada con el fin de promover el “Gran Reset” de la sociedad. Aquí, el mito de la “conspiración mundial judía” se renueva con un nuevo disfraz, basado en declaraciones deliberadamente malinterpretadas. En referencia a las construcciones que acabamos de describir, también se utilizan con frecuencia los códigos de “maestro de marionetas”. También son una alusión a una élite (judía) todopoderosa que mantiene secuestrada a la humanidad.

Detlev Claussen no deja de subrayar el peligro latente que supone la presencia de esta formación en la administración regional (específicamente en el Este) y el poder que ello conlleva para instrumentar medidas de deportación de refugiados y de esta forma socavar las bases democráticas y los valores éticos y democráticos del país desde la caída del régimen nazi.

El presidente del Consejo Central de los Judíos de Alemania, Josef Schuster, ha expresado su preocupación por la fuerte actuación de la AfD y el BSW (populistas pro Putin) en las elecciones estatales de Brandeburgo. «La fuerza de las franjas políticas no es buena para Alemania», ha explicado Schuster. «Las elecciones de Brandeburgo también mostraron lo polarizada que está nuestra sociedad». 

Una encuesta realizada hace pocos días en Alemania indica que el fortalecimiento del partido ultraderechista AfD provoca ansiedad entre una parte importante de población e incluso un cuarto de los encuestados de origen inmigrante planea abandonar el país si ese partido se convirtiera en la fuerza mayoritaria. Hace diez años, un grupo de investigadores habían advertido que esa organización tenía el potencial de aglutinar la anomia social y política del país. Ahora, diez años después, esta profecía se convierte en una cruda y aterradora realidad: tanto a nivel nacional como a escala regional, AfD es la segunda o primera fuerza electoral (respectivamente) de Alemania.  

* Sociologo. Ex director de Nueva Sion.