Entender la izquierda como una evolución permanente

Mujica, joven a los (casi) 90 y el Uruguay que se viene

José "Pepe" Mujica, líder coherente y auténtico, cuya vida y discurso reflejan un profundo amor por la libertad y una crítica a la sociedad de consumo, sin renunciar a la democracia liberal. Mujica se presenta como un político que no teme a la autocrítica y que busca un equilibrio en la distribución de la riqueza y el acceso a servicios básicos. Su enfoque no es binario, lo que le permite tener una comprensión más matizada de los fenómenos políticos y sociales.
Por Alejandro Kladniew

Cuando uno se aproxima a lideres o referentes que se hacen llamar de izquierda, muchos de ellos-as, y esto no es privativo de la actualidad, se encuentra con personas y personajes que, por lo menos para mí, están mucho mas cerca de lo que se entiende por conservadores, fascistas y de derecha.

Yo entendí que el pensamiento de izquierda, aparte de tener una sensibilidad particular por los otros y en especial por los menos privilegiados de una sociedad, está vinculado al cambio, la transformación y la evolución; siempre desde una perspectiva humanista.

Observar a tantos autoritarios, autócratas, dictadores, dogmáticos y reduccionistas que se ‘asumen’ como progresistas y de izquierda, no solo resulta ser un motivo para generar un fuerte dolor de estómago, sino también una contradicción en sí misma, alejada de la base de cualquier pensamiento

dialectico.

Podríamos decir que son similares a Milei, en cuanto este se hace llamar liberal, y vemos en su discurso y liderazgo, más allá de algunas medidas económicas puntuales, terribles actitudes autoritarias, en las antípodas de un auténtico criterio republicano.

También los hay, y muchos, quienes simple y llanamente son idealistas sin ningún criterio de realidad. En este caso ayudaría mucho a que se autodenominen utópicos y no progresistas.

En la pandemia me vine a vivir a Uruguay, y esta nueva realidad me llevó a acercarme más, diaria mediante, al pensamiento del Pepe Mujica; referente cotidiano y muy vigente de la vida política nacional, y también de la vida regional si uno ve las repercusiones de todas sus apariciones públicas, siendo un líder indiscutido de izquierda en el mundo entero.

Muchas de las cosas que puedo escribir sobre Mujica son harto conocidas, pero no por eso dejan de merecer ser subrayadas.

El “Pepe” es un ser humano totalmente coherente entre lo que dice y como vive. Esto que parece como de perogrullo constituye un capital político, pero sobre todo humano, que no tiene mucho parangón en alguien que ha sido presidente de Estado y mucho menos si se lo compara con otros lideres políticos que se autodenominan de izquierda o progresistas en la región.

Tiene un amor inconmensurable e innegociable por la libertad en todos los sentidos de la palabra, que está por encima de cualquier otro tipo de idea o valor en su vida.  Suele hablar desde la autenticidad y sin especulación, no duda en decir muchas veces cosas que pueden ser “incorrectas”, incluso para quienes dicen comulgar con sus ideas. Tiene un enorme sentido de la autocrítica; sin ninguna duda, por encima de cualquier político de su talla. No tiene pruritos si debe solicitar disculpas por haber realizado o dicho cosas que cree que son incorrectas. Tiene una profunda visión critica de la sociedad de consumo, pero dicha visión no obstaculiza su adhesión total a la democracia liberal y a un capitalismo más equilibrado en términos de distribución de riqueza y acceso generalizado a educación, seguridad, cultura y justicia. Comprende la lógica del poder global y trata de ver las formas de negociar ventajas de este, en vez de generar una lucha (inútil) contra el mismo. Critica, sin ningún tipo de censura, a todos los dictadores, en particular a los que violan las democracias y cercenan la libertad, y paradojalmente, en particular, a los autodenominados “progresistas”.

Yamandú Orsi, presidente electo de Uruguay.

Claramente no tiene una visión pendular o binaria de hechos dividiendo entre blanco o negro o malos y buenos, porque intenta tener una comprensión más profunda de los fenómenos políticos, sociales y económicos.

Estos son algunos atributos que entiendo no solo lo hacen muy singular, sino que se enfrentan a la mayoría de las características de muchos de los lideres que se autodenominan de izquierda en gran parte del mundo de hoy.

Entre mis nuevos amigos argentinos que viven también, como yo, en Uruguay desde hace algunos años, y se podría decir que son de centro derecha, todos acuerdan que Mujica es diferente a los tradicionales políticos de izquierda y que sus procesos de cambio no están ligados a buscar posiciones que lo favorezcan personalmente, ni al famoso síndrome del “camaleón”. Mientras otros políticos llamados progresistas generan temor por sus posiciones populistas y autoritarias, Mujica puede generar controversia, pero genera respeto y nunca temor.

Hay tres lideres de izquierda muy claros y con algunas características similares en Uruguay que han marcado la historia del Frente Amplio y del progresismo en el país: Liber Seregni, Tabaré Vázquez y el Pepe. En nada son homogéneos entre si desde su trayectoria, pero han sabido eludir y no dejarse nunca seducir por posiciones dogmáticas, sin tampoco renunciar a pensar en los más débiles.

Mujica explica que Batlle, aquel político colorado de principios del siglo pasado, era un verdadero social demócrata y que creó un Estado fuerte y presente, que es política de Estado, valga la redundancia, que casi ningún partido discute en Uruguay. Al respecto valen las palabras del presidente Luis Lacalle saliente, del Partido Nacional, que hace unos meses delante de Milei habló de libertad, empresa y desarrollo, pero con un Estado presente y regulador.

Será ahora el nuevo presidente entrante Yamandú Orsi quien deba continuar el camino trazado, siendo que dentro del Frente Amplio conviven posturas ideológicas sumamente heterogéneas e incluso, a veces, antagónicas entre las diferentes vertientes que forman el frente de izquierda.

Orsi es muy cercano a Mujica y a su esposa Lucia Topolansky, y se muestra por demás equilibrado, sin dejar de bajar ninguna de las banderas de la alianza política. ¿Seguirá Orsi el legado de sus antecesores y en particular del Pepe y Lucia y podrá administrar a los sectores más dogmáticos y regidos del Frente? Me refiero a aquellos sectores y políticos que no pueden denunciar a elecciones fraudulentas en países que sienten como amigos, a la represión y persecución política, a la falta de prensa libre, a los que justifican y avalan a grupos terroristas, que sostienen intelectualmente a sanguinarios dictadores y corruptos.

Tengo la percepción que mientras Mujica y Lucia vivan, serán ellos, sin lugar a duda, garantes de la coherencia de la izquierda en Uruguay y que Orsi, seguramente, tendrá un paraguas de contención ante posibles embates internos de quienes no se sientan del todo satisfechos con algunas de sus políticas. Orsi deberá, mientras, dar señales y pasos en su gestión que ratifiquen las posiciones racionales que lo llevaron a la presidencia del país y contengan a sectores internos que le pedirán medidas populistas que pondrían en juego el equilibrio del país.

Esta estos días Topolansky, avalada posteriormente por Mujica, aseguró que dentro de la izquierda hubo gente que mintió a la Justicia para obtener condena de militares, en principio inocentes. Casi todos los sectores de la izquierda se abalanzaron sobre ella llenándola de críticas en vez de alabar su valentía de decir la verdad, que a ella y al Pepe le constan, Orsi fue el único político del Frente Amplio que dijo que corresponde que el tema siga los carriles de la justicia, sin emitir juicios de valor.

Me parece que esta anécdota refleja por si misma quiénes son el Pepe y Lucia, los desafíos de Orsi y una izquierda, que en general y a nivel mundial, perdió el rumbo y el sentido y que en Uruguay tiene también todavía, muchos adeptos y votos.