Un olivo In Memoriam de Shiri Bibas y sus niñitos Ariel y Kfir

En estos días trágicos, no perdamos la esperanza y osemos forestar bosques también con olivares. Y no tengamos miedo que este deseo colisione tanto con la imagen subterránea del cementerio y con el ecosistema de la concordia del bosque.
Por Leonardo Senkman, desde Jerusalén

Existe una larga tradición del KKL (Fondo Nacional Agrario) en Israel de plantar árboles en bosques, tierras agrícolas, y áreas ecológicas de conservación dañados por el terrorismo; una de sus últimas plantaciones tuvo lugar luego de que cometas incendiarias fueron lanzadas en junio 2018 por Hamas a la zona contigua de Gaza en el Neguev nor occidental; más de 250 incendios consumieron 282 hectáreas de bosques y arboledas, especialmente en tierras de los kibutzim  Beeri, Kisufim, Shokeda, Or Ha Ner, Nir Oz, y Shokeda, y centenas de sus miembros masacrados el 7/10.

El vivero Guilat del KKL proporcionó retoños en 2018 a sus residentes para plantar algarrobo, flamboyán, granado, morera negra e higuera.    Inexplicablemente, no suministró olivos, añejo árbol mediterráneo tan típico en Israel como la higuera. Y si resulta comprensible la ausencia de cipreses que abundan en los bosques del KKL, es incomprensible que el olivo estuviera ausente para reforestar la dañada zona que bordea Gaza. 

Los cipreses son muy vistos en bosques del KKL, además en cruces de carreteras y caminos en el centro y norte de Israel, pero en zonas del Neguev hay pocos plantados como puntos de referencia para los viajeros; sin embargo, al igual que en todas partes, sus altos, finos y esbeltos troncos robustos también montan guardia a las tumbas en cementerios del Neguev.

Es sabido que el olivo no es solo el árbol de las aceitunas, sino desde la época bíblica una rama de olivo en la Tierra de Israel fue símbolo de fe y paz, y aunque la Alta Galilea sea la zona más conocida, es posible hallar olivos en todo el país, incluso en el Neguev.

La UNESCO adoptó en 2003 una resolución para establecer la Ruta del Olivo del Mediterráneo, a fin de promover el diálogo intercultural, la paz y la reconciliación entre países vecinos. La decisión instaba a todos los Estados de la cuenca del Mediterráneo a desarrollar su propia ruta del olivo, y no solo por su importancia económica. Similarmente, en mayo de 2006 el Consejo de la Unión Europea adoptó una resolución que reconocía la Ruta del Olivo como importante vía cultural.

En Israel la Ruta del Olivo fue trazada como parte local de la Ruta del Olivo en el Mediterráneo por el diplomático y escritor hebreo Itzjak Eldan, asociado con Amin Salman Hassan, un druso que perdió a su hija Maisun en un ataque terrorista.  

Los caminos en Israel de la Ruta Mediterránea del Olivo

Ambos pioneros pacifistas trazaron la Ruta del Olivo, de norte a sur de Israel y sus cuatro caminos: la alta Galilea, la baja Galilea, la llanura costera y el Neguev. El trabajo de Hassan, director general del Consejo Oleícola de Israel, fue decisivo para la finalización de los caminos, pero lamentablemente murió antes de la inauguración oficial del Festival del Olivo en Acre, a fines de octubre 2008.

Desafortunadamente, el Festival del Olivo quedó suspendido varios años por la pandemia del Covid 19 y luego por las masacres del 7/10.

Pero hoy siento que estamos viviendo en un espacio liminal en Israel. La liberación de secuestrados con vida, pero especialmente los muertos retornados de Gaza me angustian. Desde que supimos del infame destino sufrido por Shiri Bibas y sus criaturas Ariel y Kfir, además del abyecto asesinato de Oded Lifshitz, el jalutz luchador por la paz de 83 años, me hago dos preguntas pese a que para muchos judíos israelíes hoy estén fuera de lugar.

Porque después del rescate de todos los rehenes, vivos y muertos, ¿no habrá llegado la hora de reabrir la Ruta del Olivo, precisamente, en el Neguev? ¿O acaso sería una prematura iniciativa que agraviaría la memoria de las víctimas del 7/10?

Sin embargo, hoy me resulta acuciante preguntar si, después que mamá Shiri de Ariel y Kfir y el jalutz Oded Lifshitz (co-fundador del kibutz) reciban sepultura en Nir Oz, ¿va a ser irremisible el fin y clausura de la Ruta del Olivo en el Neguev?  

¿O tal vez sería posible permitirnos soñar que el olivo siga siendo árbol In Memoriam con ramitas de paz, aunque siga escondido en los recodos de la sinuosa ruta mediterránea de olivares?

¿Suena a responso extemporáneo continuar viendo en el olivo a sus ramas y raíces consoladoras de la esperanza sionista aterrorizada por el fracaso de la paz?

Y si seguimos desconsolados, ¿cómo va a ser posible ver durante todas las estaciones del año a las hojas caducas de Israel enfrente de olivares con ramitas de hojas perennes, verde grisáceas en la superficie superiory plateadas brillante en la inferior?

Después del desastre del 7/10, ¿hemos de renunciar ineludiblemente a la esperanza alegórica del olivo que prometió amparar en un mismo racimo verde plateado a todas las mamás Shiri en peligro?

“Mamá Shiri nunca dejó de ser mamá”, escribe Guido Kohan en una conmovedora elegía a la familia Bibas:

“Aún con la muerte respirándole en la nuca

 no se olvidó de agarrar el chupete de su bebé, porque sabía cuánto lo necesitaba.

Que cuando el mundo le arrancaba todo, ella se aferró más fuerte.

Envolvió a sus hijos en una manta y la ató con fuerza, con un pedazo de tela

como si con ese nudo pudiera blindarlos contra todo el horror.

Nadie los iba tocar, porque estaba ahí Mamá Shiri”.

Osemos plantar olivares de paz para que nadie toque jamás a ninguna mamá Shiri, la Madre Coraje israelí, aferrada a sus hijitos Ariel y Kfir.

Plantemos olivares cuya raíz radicular sea capaz de proteger a todas las familias Bibas amenazadas, arboles con gavilla de raíces finas que lía a todos los hijos desde los extremos laterales de la raíz principal del olivo, maternal promesa de paz.

Porque a diferencia de los altísimos cipreses, símbolos fúnebres ornamentales en cementerios, las ramas de los olivares que plantamos no apuntan verticales al cielo: sus troncos centenarios se resisten a renunciar al sueño de la paz en la tierra.

Posdata

En estos días trágicos, no perdamos la esperanza y osemos forestar bosques también con olivares.

Recomendemos al KKL la necesidad de forestar un bosque-cementerio donde cada árbol hubiera nacido de un muerto durante la guerra contra el terrorismo. No es una ingenua fantasía humanista de respetar la ecología, más bien es mi deseo solidario de apadrinar a antiguos olivares dispersos que aún sobreviven guerras y masacres en la Tierra Prometida. 

Y no tengamos miedo que este deseo colisione tanto con la imagen subterránea del cementerio y con el ecosistema de la concordia del bosque.