Cuando la paz habla en femenino

Tres mujeres –una musulmana, una cristiana y una judía– visitaron la Argentina y Uruguay para dar testimonio de su lucha por la paz en Israel y Palestina. Integrantes de Women Wage Peace y Women of the Sun, nominadas al Nobel de la Paz 2024, trabajan en red para transformar el dolor en compromiso, derribar prejuicios y abrir caminos de diálogo.
Por Laura Haimovichi

Una palestina y dos israelíes que trabajan juntas por la paz visitaron Argentina y Uruguay hace algunas semanas. Llegaron invitadas por la sección local del Centro Ana Frank y por la red iberoamericana de Mujeres Activan por la Paz para hablar en primera persona. Las tres, una musulmana, otra cristiana y otra judía, integran una organización que formó hace varios años un tejido resistente contra la perpetuación de la guerra en Oriente Medio.

Un lazo es el nudo que une dos extremos de una cinta, simboliza la unión, el vínculo. Varios forman una trama sólida y firme que, al entramarse, tienden puentes.

Su compromiso es con el presente y el futuro de sus hijos. Muchos de ellos han sido movilizados por las jerarquías militares para aniquilar a sus vecinos. Creen en la necesidad de incluir a las mujeres en los acuerdos de paz que, están convencidas, deben firmarse ya. Su norma es ir del dolor a la esperanza, pese a que reciben gritos, insultos y todo tipo de agresiones por parte de algunos sectores del pueblo israelí y del palestino.  

Reem Al Hajajrej, palestina y musulmana, es cofundadora y directora de Mujeres del Sol, WOS (@women.of.the.sun). Vive en el campo de refugiados de Dahish, en Belén, y trabaja por el empoderamiento político y económico de las mujeres de su territorio. El año pasado, la revista Time la destacó como una de las Mujeres del Año.

«El pueblo palestino tiene derecho a vivir en paz, a ser libre y a tener un Estado independiente -dice Reem-. Les pido a las mujeres de todo el mundo que nos apoyen. Hay sanciones permanentes contra nuestra población, control y aislamiento. Hemos perdido vidas, hijos, casas. Soportamos la hambruna, la demolición, el terror. Mi hijo mayor y yo fuimos arrestados e investigados muchas veces, sin causa».

Angela Scharf nació en Viena, Austria, y emigró a Israel a los dieciocho años. Es judía, estudió Ciencia Política y trabajó en la industria textil. Fue distinguida con el premio Hillary Clinton, en la Universidad de Georgetown. Casada con un diplomático francés, vivió en Corea, Bélgica y Alemania y regresó a Israel en 2016. «Lo único que va a poner fin a este conflicto son las negociaciones. Estamos en trauma. Los líderes de ambos pueblos se tienen que sentar a conversar y nosotras, las mujeres, tenemos que participar. Palestina e Israel pueden ser dos Estados, un Estado único o una confederación, lo importante es que las partes se pongan de acuerdo”. Scharf pertenece a Mujeres Luchan por la Paz (WWP:  @womenwagepeace).

Un trauma es la fosilización de un hecho que tiene un significado destructivo o autodestructivo. Felizmente existe la posibilidad de resignificar ese episodio a través del análisis y la catarsis. Claro que esta superación es imposible cuando el hecho causal se reitera en el contexto social una y otra vez.

Hyam Tannous es palestina-israelí, cristiana, de la ciudad de Haifa. Entre 1997 y 2017 ofreció asesoramiento y terapia de orientación, supervisó a cuatrocientos consejeros en el norte del país y capacitó a israelíes y árabes para que ayuden en escuelas, incluyendo a miembros de la Autoridad Palestina. Trescientas mujeres de Cisjordania participaron durante dos años en actividades que promovió.

También forma parte de WWP. «Nuestra realidad, todo nuestro mundo, colapsó. Tenemos una organización hermana palestina, Mujeres del Sol, y estamos haciendo todo lo posible para cambiar esta realidad. Nuestra tarea es realmente muy importante, sobre todo desde el 7 de octubre. Veníamos pensando cómo reorganizarnos hasta que, juntas, nos dimos cuenta de que la tarea es compartida y debemos seguir expandiéndola y activándola. Al principio estuve en cama por la pérdida de Vivian Silver, asesinada por Hamas. Me dolió cuando el ejército israelí respondió en Gaza. Unas 500 mujeres de WOS estaban allí y 43 murieron”.

Cuando el dolor se convierte en puente

Luego del ataque Festival Nova del 7 de octubre, el embajador sueco preparó un primer encuentro donde las mujeres se entremezclaron. Una palestina y una judía se tomaron de las manos y lloraron. La primera había perdido a treinta amigos y parientes; la otra, a su hermano, en la guerra de Iom Kipur.

Los encuentros se multiplicaron con otros embajadores y con diputados de distintos partidos. Compartieron viajes por Austria, Alemania, Eslovenia, Estados Unidos, Uruguay y Argentina para dar su testimonio.   

Lo que ellas nos muestran es que la convivencia entre diferentes siempre es posible. Que la única forma de darle fin a la crueldad actual que encarnan Netanyahu y Hamas es que los responsables políticos de Israel, con sus 10 millones de habitantes, y Palestina, con 3 millones, negocien el fin de la contienda. Buscan amplificar su voz en favor del diálogo y la construcción de una salida pacífica. No son ni pro-israelíes ni pro-palestinas, sino pro-paz.

Cuenta Adriana Potel, de la sección local de Mujeres Activan por la Paz, que fue un enorme desafío trabajar con el Centro Ana Frank para esta visita. “Formamos un equipo y llegamos a un punto cúlmine, no de finalización: el encuentro. Cumplimos un sueño, venciendo obstáculos, dedicándonos a cada detalle, cuidando a estas mujeres que vinieron a contarnos su historia”.

Potel comenzó su relación con WWP cuando, en un viaje a Israel, se enteró de la existencia de un tren que salía del sur y que en cada estación subían mujeres de blanco y turquesa hasta llegar a un pueblo donde participaban de talleres de arte y de una caminata. “No había tickets pero me dije ‘allí voy’. No sabía adónde, ni qué, ni cuándo, pero agarré mi mochilita y me encontré con 1000 mujeres. Fue conmovedor. Marchamos juntas, como en cada encuentro nacional de Argentina, de los que también participé”.  

«Esto lo tiene que conocer el mundo», pensó la activista argentina. “Ellas tienen que ser escuchadas”. Ya en su casa de Traslasierra, surgió la idea de filmar. Supo que a su hijo le tocaba enrolarse en el ejército y se dijo: ‘Si no hago algo, la vamos a pasar muy mal´. Viajó a Buenos Aires e inauguró las reuniones tuper, como llaman a los encuentros donde cada amiga trae a otra y se cuentan qué les pasa con quienes no son como ellas para derribar muros de prejuicios.

Frente al odio y la deshumanización progresiva, ante el ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023 y a la ofensiva militar de Israel, ellas alzan sus voces de manera urgente, en favor de la paz. Tanto WOS, con sus 4 mil miembros, como WWP, con 50 mil integrantes, fueron nominadas al Premio Nobel en 2024.

Héctor Shalom, presidente del Centro, contó que fue “un inmenso placer recibir a estas mujeres. Si hiciésemos nuevas actividades tendríamos miles de personas participando. Todavía nos llaman para saber si hay posibilidades de escucharlas, fue enorme tenerlas acá, nos hace sentir muy felices”. Por otra parte, invitó a que Mujeres Activan por la Paz tenga su sede en el Ana Frank. 

El centro es un museo con objetos originales de la familia Frank, del Holocausto y de la Alemania nazi. También cuenta con una reconstrucción del anexo secreto. “Quien no lo conoce está en falta, aunque creemos que las faltas se pueden reparar”, dice su director. Allí trabajan cientos de jóvenes, “la mayoría no son judíos. Investigan, organizan y reciben con claridad emocional y conceptual a otros jóvenes”. 

Luego del 7 de octubre “entablamos de manera inmediata un diálogo con el centro islámico. Trabajar por una cultura de paz implicó analizar frases como que los judíos hacen con los palestinos lo mismo que hicieron los nazis con ellos. O que los palestinos son terroristas y el Corán enseña a matar. Esas ideas son horrorosas, nos obligaban a pensar en la necesidad de producir información para que haya un mayor conocimiento y comprensión, diferenciar a los terroristas, los fundamentalistas, los gobiernos y los pueblos”.El resultado fue más que un diálogo: fue una apertura que resquebrajó certezas, despertando en muchos una nueva forma de pensar frente a las visiones sombrías y oscuras que hoy se repiten sin reflexión.

Fotos: Diego Carrizo