La necesidad de devolver a los secuestrados a sus hogares, liberar a Israel y a los palestinos del terrorismo de Hamas y restaurar el camino de negociaciones políticas hacia la paz toma precedencia sobre cualquier gesto simbólico que poco aporta hacia estos objetivos.
Jerusalén Occidental seguirá siendo la capital de Israel, sin importar dónde esté la embajada argentina. Anunciar en este contexto local e internacional la mudanza a una embajada pone a Argentina en un conflicto del cual no saldrá ningún beneficio, ni para la comunidad judía, ni para Israel ni para Argentina. Tan sólo refuerza la utilización – que denunciamos desde la campaña – que hacen Milei y La Libertad Avanza del judaísmo con fines políticos mezquinos.
