Teatro

Un judío común y corriente

La versión en español de la obra escrita por Charles Lewinsky refleja los conflictos y los problemas que enfrenta un judío en la época de la dictadura nazi, haciendo una analogía con la problemática actual de los judíos que viven fuera de Israel y en particular los que viven en un país cuya población vive bajo el peso psicológico de las consecuencias del nazismo.
Por Laura Haimovichi

¿Qué tienen en común un homosexual, un negro, un comunista, un originario, un musulmán y un judío?

Son percibidos como ajenos, extraños a la familiaridad de la hegemonía ideológica-étnica-cultural.

¿Y cuál es esa familiaridad?

La de una humanidad blanca, heterosexual, apolítica, cristiana.

Cuando lo diferente habita con el conjunto se convierte en una especie de grano y el statu quo teme que esa frágil homeóstasis explote y ponga en peligro la supervivencia.

Mejor, negar al bárbaro, expulsarlo, exterminarlo. Aunque primero habrá que examinarlo para saber bien de qué se trata. Y someterlo a cierta obediencia.

Dicho esto, vamos a comentar la pieza teatral que interpreta el actor Gerardo Romano, de manera brillante: Un judío común y corriente. Escrita por Charles Lewinsky en versión en castellano de Lázaro Droznes, pone sobre el tapete el conflicto que debe resolver un judío alemán residente en Alemania, cuando un profesor de Ciencias Sociales de una escuela secundaria lo invita a asistir a una clase para que sus estudiantes, luego de conocer de qué se trata el nazismo, conozcan a un judío.

Parece una ironía, pero los alumnos de la Historia contemporánea quieren conocer, en vivo y en directo ¡a un judío!

El protagonista analizará por qué considera que no debe aceptar el convite y compartirá con el público sus ideas sobre el tema, cómo es la cuestión judía fuera de Israel, y cuáles son los efectos de vivir en un país que soporta el peso psicológico de las consecuencias del nazismo. Y ese análisis tendrá el vértigo que provoca subirse a una montaña rusa o a un auto de máxima velocidad sin rueda de auxilio.

Romano transita el escenario con la convicción y la solvencia de un actor empoderado. El soliloquio que despliega Goldfarb, el personaje, encuentra en la voz y el cuerpo del actor una flexibilidad óptima para atrapar al público.

No exenta de humor y a la vez poseedora de gran peso dramático y emocional, Un judío común y corriente es un monólogo escénico, dirigido por Manuel González Gil, que ya cumplió su décima temporada y atrapa al espectador durante los 80 minutos que dura el espectáculo.

La escenografía realista de Marcelo Valiente, la música de Martín Bianchedi, un vestuario sencillo y una iluminación apropiada completan la atmósfera necesaria para enfatizar fondo y forma de Un judío común y corriente

La obra nació en un espacio alternativo, con el boca a boca se fue instalando hasta llegar al teatro comercial. “Creo que el punto es que la obra es una metáfora que se apalanca en un hecho real, como lo fue el Holocausto, como lo fue la ‘Noche de los cristales rotos’; es una metáfora que habla del autoritarismo, de la autocracia nazi, pero que en realidad se relaciona con lo que acontece hoy en día; y hoy el fantasma autoritario no es un Hitler, un Mussolini, y ni siquiera un Bolsonaro, sino el neoliberalismo: una práctica política de la cual no estábamos ni remotamente advertidos”, dijo hace algún tiempo Romano en una entrevista periodística.

“No sé si esto estaría atado al fin de la historia, o a la inesperada curva de la historia que representa la derechización de la democracia. Las democracias se suicidan de la mano de su carcelero, que es el autoritarismo, en este caso de una manera imperceptible por el neoliberalismo, que se disfraza de democracia para acceder al autoritarismo de su programa, con todo lo que implica de manera encontrada con la distribución y la justicia social del rol del Estado”.

Coherente con su pensamiento, en su Instagram Romano publica un saludo y les comunica a “jubilados, desempleados, personas con discapacidades, estudiantes y/o deprimidos, los invito a ver Un judío común y corriente, décima temporada consecutiva en el teatro Chacarerean (Nicaragua 5565- Palermo). Háganme saber algunas de estas variantes por este medio. Abrazos”.