Litros de tinta se derramaron al referirse a la actitud institucional comunitaria en la contingencia. No cabe – en el contexto actual – referirse a todos y cada uno de los casos y circunstancias en las cuales el liderazgo comunitario defraudo al colectivo judío. Pero en estos días se registra un hecho de trascendencia política que escapa el chiquitaje y la rosca habitual: la invitación de la actual vicepresidenta argentina al evento que debería homenajear a las mujeres que se transforma en apoyo tácito a las políticas de negacionismo y de indulto de condenados por crímenes de lesa humanidad en la época de la dictadura cívico-militar 1976-1983.No solo la invitación de la vicepresidenta, sino el carácter antipopular propuesto en la invitación: Hotel Alvear y lo que eso conlleva.
Hanna Arendt, al referirse a la condición judía en la modernidad califica (como si ella no fuera parte…) al colectivo judío como «Paria y advenedizo». Fuerte alegato, en parte injustificado a partir de las condiciones particulares de desarrollo de la judeidad a partir del liberalismo, pero que a veces advierte a futuro más que relee la historia.
La existencia judía a lo largo de la historia registrada se basó en la demanda – presentada como exigencia divina – de no transgredir los tres juramentos de la Diáspora (Ktuvot – Mishna). «D´s hizo jurar tres juramentos, dos al pueblo de Israel, en cuanto a que no desafíen a las naciones y no migren a Israel todos juntos «cual muralla», y un juramento hizo jurar a las naciones gentiles, respecto de que no sometan al Pueblo Judío más de la cuenta. Luego el Talmud agregó otros tres juramentos que D´s hizo jurar al pueblo de Israel: “que no revelen el final, que no lo alejen y que no revelen el secreto a las naciones”.
La Halajá clara fue: «Dina de Maljuta – Dina», vale decir que la «ley del Reinado es la Ley». La emancipación y autoemancipación judía derrumbo estos conceptos y el Sionismo le propuso la alternativa de autodeterminación. La actitud institucional judía nos devuelve a los días en que fuimos súbditos. Y a la necesidad de la protección del principado o reinado o del «Paritz» de turno.
Y ya no es caso de que «dan vergüenza ajena» sino que se transforma en vergüenza propia, en cada uno de los huesos y tendones.
* Presidente de la Unión Mundial de Meretz