Haaretz, 27/5/2024

Las muertes de civiles en Rafah podrían obligar a Israel a un alto el fuego incluso sin un acuerdo por los secuestrados

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) están avanzando en la ciudad, pero ni siquiera la evacuación forzada ha resuelto el problema que implica el combate en una zona densamente poblada, en una operación que se complica principalmente por el desgaste de los soldados.
Por Amos Harel. Traducción: Kevin Ary Levin

Durante la semana pasada, altos funcionarios israelíes han insistido en ver el vaso medio lleno en lo que se refiere a Rafah, la ciudad de la Franja que se convirtió en el foco de la guerra. La Corte Internacional de Justicia de La Haya emitió el viernes una dura decisión contra Israel, pero no ordenó el cese total de la operación militar en el sur de la Franja de Gaza. Estados Unidos no está satisfecho con la operación de las FDI en la ciudad, pero dado que Israel, después de enfrentar amenazas, evacuó a alrededor de un millón de palestinos de la ciudad, no hay ningún veto estadounidense contra el operativo.

Pero eso no ha evitado otro enredo. En menos de un día, docenas de civiles palestinos murieron como resultado de un ataque aéreo israelí, y un soldado egipcio murió tras un intercambio de fuego entre soldados israelíes y el ejército egipcio en la zona del cruce de Rafah.

Como se había previsto, la evacuación forzosa de una parte importante de la población civil de la ciudad no ha solucionado del todo el problema. Rafah sigue muy poblada –se calcula que quedan en la ciudad unas 350.000 personas– y Hamas sigue operando entre los civiles, utilizándolos como escudos humanos.

El domingo por la tarde, las FDI mataron a dos altos funcionarios de la sede central de Hamas en Cisjordania, Khaled Nagar y Yassin Rabia. Ese es el puesto de mando que Hamas opera fuera de la Franja de Gaza, manejado por exprisioneros liberados por Israel a cambio del soldado Guilad Shalit en 2011, que ahora planifican ataques terroristas en todo Cisjordania.

Por razones que aún no están claras, hubo una explosión secundaria en un campamento de carpas adyacente. Es posible que un fragmento de una de las bombas haya llegado hasta el campamento, provocando así un gran incendio. Según informes, unos 45 civiles palestinos murieron quemados y muchos otros resultaron heridos. Según algunos informes palestinos, el campamento se encuentra en un área designada como zona segura, es decir, indicada por el ejército israelí para la población de Rafah como espacio que no sería bombardeado.

Según fuentes del ejército, no se trataba de una zona segura, como sí lo es Al-Muwasi, una zona agrícola junto a la costa, sino más bien una parte de un barrio cuyos residentes no estaban obligados a evacuar.

El lunes, el ente de investigación del Estado Mayor del ejército comenzó a evaluar el incidente para determinar qué salió mal. Fuentes del ejército negaron la afirmación palestina de que se arrojaron sobre el lugar siete bombas de una tonelada cada una. En el ataque se lanzaron dos bombas, de un peso menor.

Recién el lunes por la tarde el Primer Ministro Binyamín Netanyahu expresó su pesar por lo que llamó «un trágico percance», y anunció ante la Knesset que Israel investigaría las circunstancias y sacaría conclusiones. En las aproximadamente 20 horas que precedieron al discurso de Netanyahu, ninguna figura política oficial se molestó en expresar su pesar por la muerte de no combatientes en el ataque israelí, excepto la oficina de la Fiscal Militar General, Yifat Tomer-Yerushalmi.

Para empeorar las cosas, portavoces informales del Gobierno celebraron la muerte de civiles en una serie de publicaciones bestiales en las redes sociales. Después de casi ocho meses de guerra, parece que el gran plan del líder de Hamas en Gaza, Yahya Sinwar, está avanzando según lo planeado: vemos levantar la cabeza lentamente a judíos que parecen miembros de Hamas.

Muchos países condenaron inmediatamente a Israel por las muertes de civiles. La pregunta ahora es si el incidente, que ocurrió dos días después de la decisión de la CIJ, aumentará la presión internacional para un alto el fuego, incluso uno que no contemple como condición un acuerdo de liberación de los secuestrados.

Mientras tanto, ha habido otra complicación imprevista. El lunes por la mañana, soldados israelíes y egipcios intercambiaron disparos en el cruce fronterizo de Rafah. Un soldado egipcio murió y otros resultaron heridos. Las circunstancias de este raro incidente tampoco son claras, pero podemos ver el reflejo de la alta tensión que se vive en la convergencia de las tres fronteras, intensificada enormemente luego de la incursión de las fuerzas israelíes en Rafah.

El Defensor Militar, que habló el lunes en una convención del Colegio de Abogados de Israel en Eilat, dijo que las acusaciones contra Israel por el asesinato intencional de civiles son infundadas. Reveló que, desde el comienzo de la guerra, la policía militar inició 70 investigaciones por sospechas de conducta criminal de soldados, incluyendo investigaciones sobre el trato indebido de detenidos palestinos en la base de Sde Teimán. Haaretz reveló que 27 residentes de Gaza murieron ahí desde el comienzo de la guerra, y hay duros testimonios de los abusos que sufrieron.

En un punto de ruptura

El lunes, el ministro Gadi Eizenkot, miembro del gabinete de guerra y referente del Partido de Unidad Nacional, dijo en una audiencia a puertas cerradas del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knesset que la intensificación de los combates en Gaza ha creado una estrecha ventana de alrededor de una semana para avanzar en un acuerdo sobre los secuestrados gracias a la presión militar que ejerce Israel contra Hamas.

El Mayor de la reserva Nitzan Alon, que dirige la División de Soldados Desaparecidos y Capturados de las FDI, afirmó mientras tanto que fueron sacados de contexto los comentarios que le atribuyó el Canal 12 de noticias, en los que afirmaba estar desesperanzado por las negociaciones y que no había perspectivas de lograr un acuerdo sobre los secuestrados bajo el actual gobierno israelí. Netanyahu rápidamente condenó a Alon, diciendo que «las filtraciones que provienen del equipo negociador israelí sólo consiguen endurecer la postura de Hamas y retrasan la liberación de los secuestrados». Lo mismo podría decirse de las declaraciones del propio primer ministro. Cada vez que hay una ronda de conversaciones con el fin de reactivar las negociaciones, como el sábado pasado, un funcionario político anónimo rápidamente informa a los periodistas que no hay ninguna posibilidad de que se cumpla la exigencia de Hamas de poner fin a la violencia a cambio de la devolución de los secuestrados. De esa forma, una y otra vez, se garantiza que Hamas mantendrá su postura rígida.

El inusual bombardeo de cohetes del domingo contra el área de Tel Aviv y la región de Sharón, el primero de este estilo en cuatro meses, refleja el avance de las FDI en Rafah. Hamas mantiene sitios donde se producen y almacenan cohetes de mediano alcance en las cercanías del barrio Shabura dentro de la ciudad. Parece que de dio la orden de dispararlos antes de que el ejército israelí accediera a ellos. Al mismo tiempo, fue un intento de demostrar que Hamas todavía es capaz de causar daños al frente interno israelí y que no tiene intención de bajar las armas. Los resultados del bombardeo fueron limitados: una mujer resultó levemente herida en Hertzlia por una esquirla.

La principal dificultad en la operación de Rafah, así como en Jabalya –en el norte– donde el operativo militar debería terminar en breve, no tiene que ver con el frente interno, sino más bien con la tensión acumulada sobre las tropas de combate. Esa es la situación hoy del ejército regular, que viene soportando la carga del combate continuo durante meses, y que ahora llega también a las unidades de reserva. La gestión desorganizada de las FDI ha llevado a que decenas de miles de reservistas sean llamados a filas para el próximo período, a menudo en contra de los planes presentados anteriormente a las propias unidades.

Lo que algunos reservistas aceptaron en diciembre o enero bajo el entendimiento de que se trataba de una guerra de alta intensidad para la devolución de los secuestrados y para derrotar a Hamas, es menos aceptable en mayo o junio, cuando ya queda claro que estamos ante una larga guerra de desgaste sin ninguna perspectiva a corto plazo de que Hamas se rinda.

Esto se produce en el contexto de una continua y mezquina disputa dentro de la coalición de gobierno. Contrariamente a la opinión del ministro de Defensa, Yoav Gallant, y de los ministros del Partido de Unidad Nacional, Netanyahu ha estado tratando de encontrar soluciones que desactiven la crisis generada por el proyecto de ley que busca continuar con la evasión del servicio militar por parte de los ultraortodoxos. Es posible que la enorme presión sobre quienes sí sirven en el ejército, además de las numerosas pérdidas en los combates, en realidad estén acercando al punto de quiebre al sector mayoritario de la sociedad israelí que sostiene la carga de la defensa del país.

El ministro Benny Gantz ya anunció la salida de la coalición gubernamental de su partido, el de la Unidad Nacional, el 8 de junio, por la clara desigualdad que promueve el Gobierno. Hasta entonces, la guerra en la Franja continuará estancada, mientras las comunidades en la frontera norte con el Líbano siguen soportando intensos ataques diarios de Hezbolá.