Más de 40 organizaciones israelíes por la paz israelí-palestina promovieron el evento que se realizara en el estadio de Básquet más grande y conocido de Israel –hoy llamado Menora- al que asistieron 7000 personas en forma presencial y al que decenas de miles tuvieron y tienen acceso en transmisión directa por las redes (Ver en encuentro aquí).
Hace ya un año y medio que la sociedad civil israelí está en movilización constante, algo sin precedentes en el mundo. Desde el 4 de enero del 2023 cuando se proclamara el virtual golpe de Estado judicial por parte de Netanyahu, y cientos de miles salieran a la calle para combatir el intento de encadenar y amordazar a la democracia, limitando los poderes de la Suprema Corte que, en Israel, en ausencia de una constitución, es la única garantía para la el funcionamiento de la democracia frente a un ejecutivo con mayoría parlamentaria automática.
El trauma que sufriera Israel a partir del 7/10/23, cuando decenas de miles de personas fueran masacradas, vejadas, secuestradas y convertidas en refugiadas en su propio país, fue un duro golpe a quienes llamaban a la paz israelí-palestina, especialmente en los kibutzim lindantes con Gaza. Y a la vez, fue un caldo de cultivo para la promulgación de consignas violentas que proponen devastar Gaza y eliminar a toda su población, y también para los llamados a limitar el movimiento y los derechos de la ciudadanía árabe israelí, que constituye alrededor del 21% de la población.
En este marco fascistoide, el ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben Gvir, condenado decenas de veces por acciones terroristas de judíos contra palestinos, repartió sin control cientos de miles de permisos de uso de armas de fuego y decenas de miles de fusiles y ametralladoras, en su mayoría entregadas a colonos en la Cisjordania o a votantes de su partido, Potencia Judía (Otzma Ieudit).

Si tomamos en cuenta que Ben Gvir controla ministerialmente la Policía Israelí, la Gendarmería y los servicios penitenciarios, no debe sorprender el nivel de violencia en ascenso en contra de manifestantes contrarios al Gobierno, como los familiares de secuestrados en manos del Hamas que acusan a Netanyahu de boicotear toda iniciativa de acuerdo por sus propios intereses de perdurar en el puesto. Violencia contra los familiares que en los últimos meses se unen en manifestaciones multitudinarias con quienes claman por la asunción de elecciones anticipadas que permitan a Israel volver a un camino de lógica y normalidad, dejando de lado la venganza y abriendo el camino a la esperanza.
Ya en las largas filas de espera para entrar en el estadio se percibía cierto optimismo. El temor de los escépticos de siempre en la izquierda a que queden muchas butacas vacías, se transformó en comentarios entusiastas de conocidos y desconocidos sobre el pacto que con unas horas antes y bajo el nuevo presidente del Laborismo, el General retirado Yair Golán, habían firmado los dos partidos de izquierda judíos Meretz y Avodá (Laborismo). De esta manera, se evita volver al trágico error de ir a elecciones por separado, desperdiciando los 150 mil votos que recibiera Meretz, 3.000 menos de los necesarios para superar el umbral de 4 diputados que permiten entrar en el Parlamento (KNESET), lo que habilitó el regreso de Netanyahu al poder en noviembre del 2022.

Lo más notable de las dos horas y media del evento fue la presencia en el escenario de un árabe por cada judío que relataba su testimonio, familiares de asesinados o ellos mismos secuestrados el trágico 7/10, y hasta árabes israelíes que tenían decenas de familiares muertos por los ataques israelíes, a partir del mismo 7/10. Unos y otros golpeados y sufridos, pero rechazando el clamor de venganza y llamando al cese del derramamiento de sangre y la liberación de los prisioneros.
El primer testimonio fue el de Maoz Inón, un empresario comprometido con iniciativas de paz judeo-árabes e israelí-palestinas desde hace años, y quien recibiera el 7/10 la noticia del asesinato de sus padres en el poblado Netiv Haasará, en la frontera norte de Gaza. “A pesar y por la tragedia que yo y tantos otros sufrimos, sigo creyendo que el camino de la reconciliación es la única manera de garantizar la seguridad y la igualdad para ambos pueblos, y que la seguridad de una parte depende de la seguridad de la otra. Debemos sonar con la paz, imaginarnos la vida en paz y luchar por hacer el sueño realidad», dijo.
Nadie lo dijo en el evento, donde no hubo un conductor o presentador, pero desde el 7/10 Maoz está dedicado de lleno a tratar de poner fin al mutuo derramamiento de sangre, y fue él personalmente quien logró reunir a más de 40 organizaciones por la paz y la justicia para dejar de lado las diferencias y apoyar conjuntamente esta prueba de que es posible construir algo exitoso entre árabes y judíos: hoy un evento por la paz, mañana la convivencia en paz.
Otro de los testimonios conmovedores fue el de Yael Adami, una de las líderes de la organización Mujeres Hacen la Paz (Nashim Osot Shalom), que con sus decenas de miles de militantes judías y árabes israelíes fue de las promotoras del evento: “Conozco íntimamente el dolor abrasador de las guerras. Vi a mi madre morir de pena tras la caída de mi hermano Yishai, en otra guerra innecesaria que podría y debería haberse evitado”.
“En nombre de todas las ansiosas madres y abuelas israelíes y palestinas, tengo el sueño de que trabajemos juntas para que esta terrible guerra que sufrimos hoy sea la última guerra en la tierra que compartimos. El viaje conjunto que emprendemos hoy es un camino de esperanza y de elección de vida», señaló.

Si bien los testimonios fueron la parte central del evento, muchos esperaron escuchar al historiador Yuval Noah Harari, quien se ha convertido en una de las voces más claras del movimiento de protesta y por la paz de los últimos dos años.
“La amarga verdad sobre el conflicto palestino-israelí es que cada lado tiene miedo de que el otro esté tratando de hacerlo desaparecer, y ambos lados tienen razón. Nuestro temor de que los palestinos quieran eliminarnos está completamente justificado. Y el temor de los palestinos a que queramos eliminarlos también está completamente justificado. No es paranoia, es una comprobación normal de la realidad”, destacó.
“En su Carta Fundamental, Hamas afirma que toda la tierra entre Jordania y el mar Mediterráneo, pertenece únicamente al pueblo palestino, y no reconoce ningún conexión o derecho de los judíos a esta tierra. Por otro lado, el actual gobierno israelí ha declarado en sus directrices básicas que ´el pueblo judío tiene un derecho exclusivo e incuestionable sobre todas las áreas de la Tierra de Israel (…) El intento de eliminar partes enteras de la realidad -naciones enteras- es el combustible del ciclo de sangre y terror, y año tras año la situación empeora´”.

“Hay suficiente tierra entre el mar y Jordania para construir casas, carreteras, fábricas, escuelas y hospitales en todas partes. No sufrimos problemas territoriales sino problemas mentales. Es hora de expandir la mente, y eso es algo que todos y cada uno de nosotros podemos hacer-señaló (…) La guerra no es una ley de la naturaleza: es una elección humana. Y en cualquier momento puedes elegir de otra manera y empezar a hacer las paces. Todas las guerras nos llevaron al abismo. Es hora de darle otra oportunidad a la paz».
“Y habrá quien dirá que ya intentamos y nos fue mal. ¿Nos fue mal?” preguntó Harari y remató: “Tampoco tenemos tanto éxito en la guerra y eso no nos impide hacerlo una y otra vez«.
Para mostrar que no solo de una paz espiritual e imaginaria se trata, en la última parte del evento subieron al escenario, uno tras otro, diputados en ejercicio judíos y árabes y otros que lo fueron en el pasado, para comprometerse a luchar por la paz israelí-palestina. Lo hicieron representantes de partidos de izquierda sionista como Guilad Kariv y Naama Lazimi, y lo hizo para cerrar el jefe de la bancada de Jadash, Ayman Uda, quien afirmó: “Ustedes, la gran multitud reunida aquí, son la esperanza. Y estos son los días en los que todos necesitamos esperanza. Estamos aquí para exigir un acuerdo sobre rehenes ahora y el fin de todo el derramamiento de sangre. Nuestro futuro aquí en la patria común depende del fortalecimiento de nuestra voz común frente al dolor, las tragedias y los traumas. Estamos aquí para decir una verdad que es clara e irrefutable. En nuestra amada y sangrante patria común viven dos pueblos y ambos merecen el derecho a la autodeterminación. El pueblo judío ejerció su derecho. El pueblo palestino merece ejercer su derecho. La única manera de garantizar este futuro es mediante un acuerdo y arreglos políticos”.
Uda finalizó con una afirmación que seguramente es consenso entre miles que afirmaron que «Llegó la hora» y asistieron al evento por la paz, porque “La guerra no es destino, es una decisión y elección de los seres humanos, y podemos y debemos elegir otro camino”.
Ahora solo queda convencer que la paz es posible a un país en guerra gobernado por un personaje para quien asunción de responsabilidad es un término desconocido.
Foto de portada: Orit Pnini