Editorial de Haaretz, 7/8/2024

Netanyahu está llevando a Israel a otro desastre

Diez meses después del ataque de Hamas del 7 de octubre, Israel está al borde de una guerra regional contra Irán y sus aliados. El miedo del público está creciendo debido a las amenazas de Irán y Hezbollah de que responderán con dureza a los asesinatos de Fuad Shukr en Beirut y de Ismail Haniyeh en Teherán a fines de julio. Las Fuerzas de Defensa de Israel no pueden hacer frente a "el anillo de fuego" de Irán por sí solas, por lo que dependen de una coalición liderada por Estados Unidos. Este último ha incrementado la presencia de sus fuerzas en la región y está trabajando para reclutar a otros aliados para salvar a Israel, a pesar del creciente enojo en Washington por los israelíes, como lo demuestra la furiosa reprimenda del presidente estadounidense Joe Biden al primer ministro Benjamin Netanyahu tras los asesinatos.
Por Haaretz. Traducción: Kevin Ary Levin

Netanyahu es responsable de la actual escalada y, una vez más, está conscientemente llevando a Israel a una catástrofe. Prometió una «victoria total» sobre Hamas, pero esa victoria aún no se ha logrado, incluso después de muchos meses de ocupación, colapso, destrucción, devastación, asesinatos y aniquilación en la Franja de Gaza. Ahora está arrastrando al país a un fracaso absoluto contra Irán. Sus socios en esto son los jefes de las agencias de defensa e inteligencia, que apostaron por una operación ostentosa para elevar la moral, y han estado provocando a Netanyahu a través de filtraciones a la prensa que lo retratan como cobarde a pesar de su imagen dura y agresiva. Netanyahu, aparentemente, ha olvidado la máxima atribuida al pensador militar británico Basil Liddell Hart: hay una delgada línea entre el valor y la estupidez.

En el pasado, Irán se contuvo cuando Israel realizó operaciones espectaculares en su territorio, como el robo de su archivo nuclear, el asesinato del científico Mohsen Fakhrizadeh y el ataque a una base de drones en Kermanshah. Pero ahora, la República Islámica está aprovechando los problemas que tiene Israel en Gaza y en el norte para cambiar su política y responder a las provocaciones israelíes. Incluso después del ataque nocturno de Irán a Israel en abril, cuando lanzó cientos de drones y misiles en respuesta al asesinato de Mohammad Reza Zahedi en Damasco, el gobierno israelí no aprendió la lección: Netanyahu aprobó una vez más una operación para elevar la baja moral de Israel. Para este momento debería haber entendido que cualquier operación de este tipo no debilitará a la Guardia Revolucionaria iraní, incluso si logró avergonzar a la organización por un momento fugaz.

Netanyahu debería entender el equilibrio de poder entre Israel e Irán, acercándose este último país al umbral nuclear. Sabe muy bien que, bajo la fachada de los discursos agresivos del ejército y las promesas de que «golpearán en cualquier lugar necesario», Israel necesita a Biden y está desesperado por sus aviones. Sería sabio que también escuchara a Biden en lo que refiere a la diplomacia. En lugar de salir a buscar otra guerra peligrosa, Netanyahu debería trabajar por un cese al fuego en Gaza. Eso devolvería a los rehenes a sus hogares y restauraría la tranquilidad en el norte, permitiendo a Israel rehabilitar su ejército y posibilitando a los ciudadanos evacuados regresar a sus comunidades cerca de la frontera.

Frente a la angustia en la que Netanyahu ha sumergido al país, únicamente en aras de la supervivencia de su propia coalición de gobierno ultraderechista y la continuación de su plan para reformar el Poder Judicial y destruir la democracia, no hay mejor solución que esta. Ahora es el momento de detenerse y cambiar de dirección.