La doctrina de defensa israelí a lo largo de la mayoría de su existencia sostenía que el país debe mantener sus guerras lo más breves posibles y desplazarlas hacia territorio enemigo lo más rápido posible. Esta doctrina fue abandonada en la actual contienda en Gaza. La guerra no sólo viene durando una eternidad, sino que se lleva adelante en nuestro propio territorio. Dos de las regiones del país fueron abandonadas por sus residentes, y docenas de miles de israelíes son hoy refugiados dentro de su propio país.
La continuación de la guerra supone un grave costo para los soldados y sus comandantes. Todos los estudios psicológicos reconocen que un soldado pierde su capacidad de estar alerta y pensar claramente tras 45 días bajo la presión continua de la guerra. Al hombre que abandonó la seguridad israelí no se le debe imputar solamente la responsabilidad directa por el fracaso del 7 de octubre. Es además culpable del persistente fracaso de la continuación innecesaria de la guerra, perjudicando la capacidad de las Fuerzas de Defensa de Israel y dañando la aptitud de combate de miles de soldados y comandantes.
Continuar la guerra trae también consecuencias serias para la entereza de los civiles. El comienzo de la campaña en el norte y una guerra directa con Irán representa una amenaza directa e inmediata al pueblo israelí en una escala nunca antes vista. Sólo una tregua duradera le dará al pueblo, a las autoridades locales, a las organizaciones de emergencia civil y al resto de los funcionarios públicos la rehabilitación física y mental necesaria.

Todo líder serio conoce el concepto de economía de guerra, y cómo se vincula con la munición y los repuestos militares. Hasta ahora, EEUU nos ha dado miles de millones de dólares en ayuda, mientras nuestras industrias de defensa trabajan a contrarreloj, pero de todas formas tenemos escasez. Alcanza hablar con cualquier reservista para confirmar que hay una falta preocupante de elementos críticos.
Un líder responsable habría parado la guerra ante la primera oportunidad de hacerlo, permitiendo así reconstruir la capacidad militar para los desafíos del futuro. Unos meses de calma habrían marcado la diferencia entre un ejército preparado y uno agotado e incapacitado. Pero esto es simplemente aburrido para el hombre que abandonó la seguridad israelí.
Hay una forma segura y responsable de poner fin a la guerra: un acuerdo para la liberación de los secuestrados. Este acuerdo está sobre la mesa y puede ser alcanzado en poco tiempo. La elección del hombre que abandonó la seguridad israelí de retrasar este acuerdo y hacer escalar la guerra es evidencia inequívoca del peligro que representa para la seguridad y el interés nacional israelí.
Un acuerdo para la liberación de rehenes, un cese al fuego en el norte y en el sur, el regreso de los desplazados a sus hogares y la rehabilitación militar y civil son lo que Israel necesita ahora. A esto se le suma otro asunto importante: Israel necesita elegir su futuro político, realizando elecciones lo más rápido posible, para poder tener un liderazgo responsable en el que confíe el pueblo.
Tenemos un pueblo maravilloso, pero una dirigencia espantosa. Llegó el momento de reemplazar a esa dirigencia, y esto podría pasar mañana mismo si tenemos la suficiente convicción de liberarnos del régimen del hombre que abandonó la seguridad israelí.
* Es militar retirado y político israelí que ejerce como primer presidente del partido Los Demócratas desde 2024. Anteriormente fue presidente del Partido Laborista Israelí en 2024. Se desempeñó como Miembro de la Kneset, Jefe Adjunto del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel como general de brigada.1 Anteriormente, se desempeñó como comandante del Mando del Frente Interno y el Mando Norte