El otoño llegó en octubre a Israel rociado del aceite de olivares destrozados, pero también con mujeres judías y palestinas que crían colmenas para la paz
La larga guerra en siete frentes no impide que el otoño riegue a Israel con su primera lluvia. Además, hay otros anuncios otoñales.
Bandadas de grullas migrantes que anuncian a millones de aves de múltiples especies cruzando Israel en su largo y arduo viaje de Europa a África para pasar los meses de invierno en climas cálidos.
Pese a las estruendosas explosiones de misiles que relampaguean en el cielo de otoño, las aves viajeras saben seleccionar árboles altos y bosques frondosos en todo Israel para descansar. Centenares de miles de pájaros forestales europeos arriban a la primera estación de su travesía intercontinental para descansar durante el día, evitando otras áreas abiertas sin refugio ni comida, asegura Nir Sapir, biólogo de la Universidad de Haifa
Pero de todos los anuncios otoñales en Israel, el más popular y conocido en octubre es la estación de la recolección de aceitunas.
Si la guerra no afecta a las primeras lloviznas en Israel ni a la migración de aves europeas, ¡cómo afecta la violencia bélica a la cosecha en los olivares palestinos de los territorios ocupados! La destrucción de miles de olivos cargados de aceitunas no es por causa climática o meteorológica; es violencia de colonos kahanistas israelíes en Cisjordania que impunemente atacan a los agricultores palestinos para abandonar sus tierras.
La venganza anti palestina en la Judea y Samaria bíblicos empezó inmediatamente después del 7/10 y se acentuó durante un año de guerra en Gaza, convirtiendo la Cisjordania en otro frente de batalla.
Sin embargo, la violencia comenzó mucho antes, desde que fue impuesto el apartheid territorial. Un reciente Informe de la ONU denuncia el espiral de tal violencia; empieza con demoliciones sistemáticas de viviendas creando una atmósfera coercitiva para obligar a familias enteras a abandonar sus hogares; sigue con la expropiación de tierras de labranza y continúa con la prohibición impuesta por Tzahal de circular para no ir a trabajar los campos; el final es previsible: los colonos destruyen la cosecha de aceitunas y queman olivares familiares (https://news.un.org/es/story/2024/10/1533256).
Tempranamente se hizo viral en otoño 2005 la foto de una agricultora palestina llorando abrazada a uno de sus olivos quemados en el pueblo cisjordano de Salem (Jaafar Ashtiyeh /AFP vía Getty Images).
La mayoría de los olivares en las tierras palestinas se ubican en la llamada Zona C, la de mayor extensión (70%) de las tres zonas en las que se dividió Cisjordania, conforme los acuerdos de Oslo completamente controlada por Tzahal. Ya en el otoño 2023, apenas comenzada la guerra, a los agricultores no les fue permitido acceder a sus tierras de cultivo, al punto que Tzahal les comunicó no intentar trabajar en sus olivares porque podrían ser asesinados.
Octubre es un mes de otoño sagrado para los palestinos: los ingresos anuales de muchos agricultores dependen casi por completo de la temporada de recolección de aceitunas. “Las familias se quedarán sin nada como consecuencia del bloqueo israelí”, afirma Saad Dagher, agrónomo palestino de Mazari En-Nubani, un pueblo al norte de Ramala.
Dagher tiene más de un cuarto de siglo de experiencia académica en investigación agrícola y también sobre el terreno. Sostiene que la liberación palestina está intrínsecamente ligada al derecho de los palestinos a auto gestionar su propia agricultura. “La agricultura palestina siempre fue pluricultural, lo que significa que diferentes cultivos pueden y deben crecer uno junto al otro en una parcela de tierra. La agricultura israelí impuso los monocultivos, que van en contra de la biodiversidad natural y la auto sostenibilidad de la tierra palestina”, afirma Dagher.
La producción estimada anual de los agricultores palestinos oscila entre veinticinco mil y treinta y cinco mil toneladas de aceite de oliva (Zeit Zeitoun), pero Dagher predice que esta temporada producirá, en el mejor de los casos, entre doce mil y quince mil toneladas. Cifras similares se obtuvieron en temporadas de cosecha durante la Segunda Intifada. (Entrevistado por Carolina S. Pedrazzi, “En Cisjordania, colonos israelíes queman los olivos de los palestinos”, Jacobin, 3/12/23).
También israelíes de ONG que confraternizan con la causa palestina y vienen de voluntarios en otoño a ayudar a recoger la aceituna, son atacados con saña por colonos vándalos y soldados que los protegen.
Completamente en las antípodas, en la ONG Abejas por la Paz, desde hace quince otoños confraternizan israelíes y árabes para producir miel en colmenas compartidas por el anhelo de la reconciliación y la amistad.
Abejas por la Paz: resiliencia inspirada en el enjambre de la colmena
El proyecto “Abejas por la Paz” ha sido creado para responder, básicamente, al llamado mundial de salvar la población de abejas en peligro; se inspira en la colmena a fin de construir puentes entre personas y comunidades, entre naciones y religiones, entre gentes diferentes que sobreviven con odio y hostilidad en zonas de conflicto. El proyecto de su creador Yossi Aud está destinado a las mujeres para contribuir significativamente al empoderamiento femenino en la familia y la sociedad y, a través de ello, al cambio social general.
Yossi Aud, ex maestro de la sociedad israelí de protección de la naturaleza, y miembro del moshav Givat Yearim, de cara a las laderas meridionales de las colinas de Judea, decidió fundar “Abejas por la paz” motivado “por crear cooperación entre cristianos, musulmanes y judíos, palestinos, israelíes y jordanos, a través de la apicultura biodinámica”.
El proyecto se realiza en diversos escenarios: niños aprenden en las escuelas, cursos y actividades para adultos de diferentes sectores y culturas, además de diversas iniciativas conjuntas. El programa enfatiza el empoderamiento de las mujeres de “casas tradicionales”: musulmanas, judías ultra ortodoxas u otras poblaciones desfavorecidas, quienes generalmente no salen a trabajar.
Yossi Aud se define a sí mismo, “tallador de madera y salvador de abejas”, y su asociación ecológica se inspira en el trabajo cooperativo y saludable de la colmena a fin de fomentar la confraternidad judeo árabe en Israel.
Él es muy claro en su respuesta a la periodista del Haaretz sobre la cabaña que levantó para criar abejas de modo bio-dinámico: “Es lo más próximo al entorno natural. Me preguntarán por qué están en peligro de desaparecer, vean cómo viven las abejas en la naturaleza y comparen cómo sufren por la explotación intensiva de la apicultura industrial a la cual solo le importa intensificar la producción de miel” (Ronit Vared, Suplemento de Haaretz, 29/9/24, p.51).
Yossi Aud enfatiza la crítica al sistema de producción industrial de la miel respecto de otros factores ambientales para explicar el “colapso de la colmena”, y la creciente amenaza en la que se encuentran las abejas y otros polinizadores. En los últimos años, su población mundial ha disminuido hasta en un 20 por ciento. Las prácticas agrícolas intensivas son denunciadas mucho menos que los cambios en la explotación de la tierra, el uso de pesticidas y fertilizantes tóxicos no controlados, o las plagas y efectos del cambio climático.
El proyecto de Yossi Aud lo condujo a la creación de una asociación de voluntarios Maguen Dvorim Adom. Esta asociación israelí para la protección y preservación de las polinizadoras se transformó en “Abejas por la Paz” por la resiliencia familiar, la prosperidad económica y social
Israel -conocida como la nación startup- desde hace décadas viene tomando medidas innovadoras con el fin de proteger sus poblaciones de abejas, pero Abejas por la Paz, es totalmente diferente de otras innovaciones israelíes.
Sorprende por sus propósitos ecológicos, salubridad, sociales, pacifistas y de género descriptos en el sitio Maguen Dvorim Adom: “El proyecto Abejas por la paz tiene como objetivo enseñarnos sobre la forma de vida armoniosa y maravillosa de las abejas e inspirarnos para adoptar su visión y patrones de comportamiento en nuestra propia vida. Las abejas producen abundancia y curación en el mundo y todos sus productos son saludables, incluso medicinales. Su gran capacidad es posible gracias a la perfecta cooperación de las abejas, que prodigan armonía entre ellas y el entorno. Cuando la gente aprende a trabajar por el bienestar de las abejas, desarrollan mucha sensibilidad y amabilidad, susceptibles de ser trasladadas a nuestra vida diaria. De esta manera, las abejas nos enseñan a actuar por la sociedad, a vivir en coexistencia, a dejar atrás los estigmas y a acercarnos a nosotros mismos, a los demás, a la tierra y al mundo”.
Hasta ahora, más de 300 mujeres y familias se han beneficiado del proyecto Abejas por la Paz en una variedad de actividades El proyecto de Almendras Marj Ibn Amer en el valle de Yizrael capacitó a mujeres israelíes y palestinas para criar abejas mediante el método biodinámico, a fin de aumentar el número de colmenas en la zona, mejorar la participación de las mujeres en el cultivo de almendras y aumentar su producción. El proyecto fue llevado a cabo por la organización El-Hukayer, una ONG para el desarrollo socioeconómico dentro de la sociedad palestina en Israel.
Otras experiencias fecundas son las mujeres recolectoras de la miel de Galilea junto a las mujeres de la aldea de Arab El Armasha con mujeres del kibutz Adamit. También mujeres apicultoras de Galilea con mujeres del pueblo A-Sheikh Danon y las de Khalil. Las productoras de miel de la cuenca del río Tzipori crían abejas junto con mujeres de los pueblos Zarzir, Raina, Nahalel, Tabash, Nazaret, Manof, Mashhad y Ein Mahal. Las mujeres productoras de Sindiana de Galilea sacan miel en los pueblos de Umm al-Fahm, Baka al-Gharbia, Barta’a, Kfar Qara y Zemar (yossiaud.co.il/bees-for-peace).
Asimismo, el proyecto de Yossi Aud ayuda al empoderamiento de mujeres que emigraron de Etiopía mediante la apicultura y la construcción de colmenas etíopes tradicionales.
Las Mieleras de Jerusalén Oriental congregan a 130 mujeres palestinas para mantener abejas en sus casas y fomentar su cultivo en los tejados. Un proyecto de apicultura biodinámica urbana binacional cuyo objetivo es introducir el mundo de las abejas y enseñar el oficio de la apicultura biodinámica. Método de cultivo sustancialmente más amigable con las abejas que la apicultura industrial porque les permite vivir de manera sostenible: consumir sus propios productos y trabajar más saludablemente cuando transforman el néctar de las flores en miel.
Posdata
Recordar a los árboles de olivos palestinos quemados junto a las abejas por la paz de mujeres israelíes y palestinas en la semana de Yamim Noraim (Dias Terribles), es hacer votos de esperanza por el fin de la guerra y el comienzo de la reconciliación y el mutuo perdón.
Votos para que -si alguna vez retomáramos la forma más tradicional bíblica de recolección de aceituna a mano-, una sea desprendida por un palestino y otra por un israelí. De modo similar a las mujeres de Abejas por la Paz, cuyos votos para endulzar con miel sus vidas sufridas se inspiran en el enjambre de la colmena.