Haaretz, 13/01/25

El enviado de Trump para el Medio Oriente obligó a Netanyahu a aceptar un acuerdo que había rechazado reiteradamente

Fuentes israelíes afirman que la intervención de la futura administración Trump en Estados Unidos, liderada por el agresivo enviado para Medio Oriente, Steve Witkoff, revivió las conversaciones sobre rehenes con Hamas. Mientras que la maquinaria de propaganda de Netanyahu afirma que Trump no le ha dejado otra opción, la dinámica dentro de la coalición de gobierno determinará si el primer ministro aprueba el acuerdo.
Por Jaim Levinson. Traducción: Kevin Ary Levin

La noche del viernes pasado, Steven Witkoff, el enviado para Medio Oriente del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, llamó desde Qatar para decirles a los asistentes del primer ministro Benjamín Netanyahu que llegaría a Israel la tarde siguiente. Los asistentes explicaron de forma cortés que eso sería en el medio de Shabat, pero que el primer ministro estaría encantado de reunirse con Witkoff el sábado por la noche, al terminar el día de descanso.

La reacción contundente de Witkoff los tomó por sorpresa. Les explicó en un inglés crudo que no le interesaba que fuese Shabat. Su mensaje fue claro y contundente. Así, en una inusual desviación del protocolo oficial, el primer ministro apareció en su oficina para una reunión oficial con Witkoff, quien luego regresó a Qatar para cerrar el trato.

Una semana antes de la asunción de Trump, Jerusalén ya percibe un cambio en las reglas del juego que rompió el estancamiento en las negociaciones de rehenes. De forma inusual, la administración saliente de Biden ha permitido que Witkoff lidere el proceso, bajo el argumento de que cualquier obligación que Estados Unidos asuma recaerá sobre el futuro presidente Trump, y no sobre Biden.

Witkoff es un inversor y desarrollador inmobiliario judío cercano a Trump. No tiene el trasfondo de las personas que normalmente ocupan roles diplomáticos. «Witkoff no es un diplomático. No habla como un diplomático, no le interesan las maneras diplomáticas ni los protocolos diplomáticos», dice un diplomático israelí de alto rango que habló bajo condición de anonimato. «Es un empresario que quiere llegar a un acuerdo rápidamente, y avanza de manera inusualmente agresiva.»

Los aliados de extrema derecha de Netanyahu por estas horas intentan lanzar una bola demoledora desesperada sobre las negociaciones de rehenes. Según lo estipulado, en la primera fase, se liberarían 33 rehenes y los palestinos regresarían al norte de Gaza.

En los hechos, Witkoff ha forzado a Israel a aceptar un plan que Netanyahu había rechazado reiteradamente a lo largo del último medio año. Hamas no ha cedido en su posición de que la libertad de los rehenes debe estar condicionada a la liberación de prisioneros palestinos (esa es la parte fácil) y a una retirada completa de Israel de Gaza (la difícil). Netanyahu había rechazado esta última condición, y así nació el acuerdo parcial propuesto por Egipto.

Inicialmente, se hablaba de un acuerdo humanitario limitado. Lentamente, se agregaron más y más condiciones, hasta que se convirtió en una propuesta mucho más ambiciosa con definiciones claras -liberación de rehenes, nuevos arreglos regionales y retirada completa-. El Corredor de Filadelfia (la franja que divide Gaza de Egipto), que Netanyahu el verano pasado denominó “el pilar de la existencia de Israel” y de la cual Israel, nos decían, no tenía ninguna forma de retirarse para mantener su existencia, forma parte del acuerdo. A pedido de Egipto, Israel se retirará completamente del corredor en la primera fase.

Es difícil saber cómo se siente Netanyahu sobre esta actitud agresiva. Aunque le da una excusa que puede dar a sus votantes (afirmando que no le dejaron alternativa), podría resentir ser arrastrado a un acuerdo no deseado para él, que terminará la guerra y posiblemente lleve a un caos político con sus aliados de extrema derecha.

Su maquinaria de propaganda está difundiendo la narrativa de que no le había quedado opción, que todo es culpa de Trump. El lunes, comenzaron a escucharse lamentos en el oficialista Canal 14 -conducido por periodistas de derecha, como Yotam Zimri e Yinon Magal- de que Trump no es lo que se pensaba. «Me sorprende que todos los altos funcionarios de la administración de EEUU digan lo mismo», dijo Yotam Zimri en el programa Los Patriotas. «Si esto no sucede antes de que Trump entre, Hamas entenderá lo que es el infierno. No entiendo el interés israelí en al menos no esperar a la asunción de Trump.» Yinon Magal respondió: «¡Justamente Trump está presionando para que se firme este acuerdo! Eso es lo que está pasando.»

Zimri: «Entonces, toda su gente nos estuvo mintiendo. Es una gran decepción».

Magal: «Trump habla de hacer llegar el infierno a Gaza, y mientras tanto manda a su enviado a presionar para la firma de un acuerdo. Este es un acuerdo cuyo impacto será muy duro. Esa es la verdad». Agregó que la última esperanza que queda es que Hamas rechace un acuerdo: «Un ministro del gabinete me dijo que necesitamos rezar ‘para que Dios endurezca el corazón de Faraón’ (en referencia a la historia del éxodo de Egipto)».

El lunes por la mañana, otro portavoz extraoficial de Netanyahu, Yaakov Berdugo, dijo: «La presión que Trump está ejerciendo ahora no es del tipo de la que Israel esperaba de él. La presión es la esencia de todo este asunto».

A pesar de esto, la pelota sigue hoy en la cancha de Netanyahu, y nadie puede estar seguro de lo que decidirá en el último minuto.

El lunes por la tarde, informó sobre el tema al ministro de Finanzas Betzalel Smotrich y al ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir, sus aliados de extrema derecha dentro del gobierno. Ben-Gvir votará en contra de cualquier acuerdo, sin duda. Ganar votos populistas en las próximas elecciones supera salvar vidas en sus cálculos.

Cuando Smotrich salió de la reunión con el primer ministro, sonaba pensativo. Quienes hablaron con él el lunes tuvieron la impresión de que pensaba que era un buen acuerdo. Al mediodía anunció que el acuerdo era una catástrofe, y que Israel debía rechazarlo. La declaración de Smotrich, sin embargo, no incluyó el tema más crítico: si considera que la firma de un acuerdo es motivo para abandonar la coalición. Si lo hace, arrastrará a Ben-Gvir con él, y el gobierno de Netanyahu caerá. Si simplemente se opone al acuerdo, su oposición será sin sentido: sólo le dará tiempo de aire en programas de radio.

Esta pregunta está ligada a otra: si Netanyahu podrá aprobar el presupuesto de 2025 y asegurar la supervivencia de la coalición, a la luz de la crisis sobre la ley de reclutamiento militar para jóvenes ultraortodoxos y la competencia dentro del campo ultraortodoxo sobre qué dirigente puede ser el más extremista. Netanyahu tal vez decida que su gobierno se está desmoronando de todos modos, así que mejor derribarlo con un acuerdo que es popular con el público que no apoya a Ben-Gvir, y no por los caprichos de un Rebe jasídico.