Las imágenes que salen de la liberación de las últimas 4 rehenes puestas en lib ertad (Liri Albag, Karina Ariev, Daniella Gilboa y Naama Levy) son conmovedoras. La emoción de sus familiares que pueden reencontrarse con quienes vuelven del infierno es algo que mueve los cimientos de los corazones de una manera inconmensurable. La liberación de presos palestinos y el cese del fuego han permitido el regreso de cierta tranquilidad a una zona arrasada por la guerra. Pero más allá de estos acontecimientos, ahora comienza a reflotar la pregunta más difícil de responder: ¿Qué se hace con Gaza?
Gaza actualmente tiene de acuerdo a diversas fuentes, cerca de 1.900.000 desplazadas de sus hogares por la guerra emprendida contra el Hamas. Los números divulgados por el grupo terrorista Hamas hablan de más de 46.000 muertos mientras que desde el lado israelí se habla de entre 17.000 a 20.000 terroristas liquidados. Antes de la guerra, las estimaciones hablaban de aproximadamente 30.000 terroristas del Hamas y 6.000 terroristas de la organización Jihad Islámica Palestina. En función del cotejo de datos, se podría interpretar que al menos la mitad de la fuerza terrorista presente en la Franja de Gaza ha sido liquidada en combate. Pero tanto el Hamas como la Jihad Islámica no solo son organizaciones terroristas con fines militares sino que poseen una ideología y una estructura política y social capaz de emerger de los escombros de la guerra. La infiltración de miembros del Hamas en organizaciones internacionales como la UNRWA o la World Central Kitchen ha exhibido la fortaleza política de su organización al cubrir aspectos de la vida cruciales como lo es el acceso a la ayuda humanitaria. Este ítem es inquietante ya que es la piedra sobre la cual se puede reconstruir la estructura terrorista que llevó al ataque del 7 de octubre.
Desde la opinión pública israelí, uno puede observar un sentimiento agridulce con el acuerdo del cese del fuego. La sensación de alegría por el regreso de las rehenes se mezcla con la incertidumbre sobre lo que sucederá con el futuro de las poblaciones cercanas a la Franja de Gaza. Para una parte de los residentes de los sitios atacados el 7 de octubre del 2023, es difícil retornar a sus antiguas casas a hacer una vida normal y habitual ante el temor de que se produzca un nuevo ataque en el futuro. En los medios israelíes, se suele hablar del fracaso de la concepción que desde el mando político y de seguridad se tenía sobre cómo actuar frente a la amenaza terrorista de Gaza. Relajarse en el poder de la tecnología y la desidia de los funcionarios para escuchar las advertencias brindadas entre otras por las observadoras, reflejan el grueso error que existió en el Estado de Israel antes de esta guerra. Error que para el futuro debe ser corregido.
La campaña militar
La opción militar de esta guerra ha mostrado sus fortalezas y sus límites pues Israel fue forzado a ir a esta guerra después de la masacre del 7 de octubre. Pero con el cese del fuego, uno puede hacer balance de la eficacia y la ineficacia de la operación “Espadas de Hierro”. Israel ha logrado descabezar a la conducción del grupo terrorista y ha liquidado el cerebro del ataque del 7 de octubre, Yahya Sinwar. Desde el 07/10, el Tzahal ha perdido a más de 800 soldados frente a los cerca de 20.000 integrantes que habrían perdido las organizaciones terroristas. A pesar de ser una guerra que produjo muchas bajas, por cada soldado israelí muerto, habrían caído una cifra cercana a 24 terroristas. Para tener una idea de este dato, se puede comparar con una información clasificada de Estados Unidos filtrada por Wikileaks al medio británico The Guardian, el cual menciona que en la guerra de Irak en el periodo 2004-2009 habían fallecido 3.771 soldados de la coalición aliada a Estados Unidos comparado con las 23.984 bajas catalogadas como “enemigo”. Es decir que por cada soldado de la coalición que era baja, había cerca de casi 7 enemigos caídos en combate. Esto representa un logro desde el punto de vista militar ya que pudieron descabezar mandos y estructura de los grupos terroristas con menor cantidad de bajas de las que se podría haber esperado para el Tzahal. En especial, con el tipo de guerra propuesto por los terroristas donde se escondían detrás de edificios e instituciones civiles para emprender sus acciones militares y utilizaban las denominadas “ratoneras” para escaparse de un sitio a otro (esta última táctica parece inspirada en la acción de los terroristas de Irak cuando emboscaban a las tropas norteamericanas en ciudades como Fallujah).

Pero todos los logros militares tienen un problema central: sin una estrategia a largo plazo pierden su valor. Es que la guerra es una prolongación de la política y si desde el gobierno de Netanyahu no se desarrolla una estrategia a largo plazo para lidiar con Gaza, tarde o temprano terminará con la reconstrucción de la organización que lideró la masacre del 7 de octubre. Es que el Hamas no solo es un grupo armado, es una organización política, social y religiosa capaz de llegar a todo el pueblo palestino por su poder de comunicación sobre las masas. Una organización con una clara orientación fundamentalista en lo religioso, solo le basta con usar el Corán y con mostrar los horrores cometidos contra los israelíes para ganar adeptos en el pueblo palestino. La guerra contra el Hamas no puede ser solo militar, deben aplicarse otros métodos de combate al enemigo para que el enemigo sufra un daño más duradero en el tiempo.
Diversas ideas se han trabajado desde distintos países para proponer soluciones al problema de Gaza. El ex ministro de defensa, Yoav Gallant, había trabajado con Lloyd Austin (ex secretario de defensa de Estados Unidos) alternativas para que opere en la franja una fuerza árabe que controle el territorio para que el poder no recaiga en manos del Hamas. Otros consideran que la mejor opción para luchar contra el Hamas, es a través de la Autoridad Nacional Palestina, la cual además de ser parte del mismo pueblo también tienen experiencia de gestión en Cisjordania y podrían obtener apoyo de otras naciones. Pero la discusión sobre quien controla el territorio abre las puertas a una pregunta que el gobierno de Netanyahu no quiere oír ni por asomo, la posibilidad de que los palestinos recuperen el control de la Franja y vuelvan a mostrarse como una fuerza más cohesionada y fortalecida capaz de obtener más concesiones en las negociaciones con Israel.
Entre Netanyahu, Ben Gvir y Smotrich, se encargan de torpedear cada posibilidad de que surja una institucionalidad palestina reconocida por el mundo que pueda combatir al terrorismo. Es que aceptar esta visión del mundo, los obliga a reconocer la necesidad de que existan dos Estados conviviendo en paz y en seguridad uno al lado del otro. Israel y Palestina. Prefieren que siga el caos en la Franja y que los terroristas se reorganicen a elaborar una estrategia a largo plazo para la derrota definitiva del enemigo. Por esta razón, durante varios años Netanyahu permitió la llegada de dinero de Qatar a la Franja de Gaza a sabiendas de que estaba administrada por los terroristas del Hamas al mismo tiempo que le complicaba la gestión a la Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania. ¿Quién se beneficia si a la ANP le retienen recursos económicos como hiciera Smotrich en su momento? ¿Quién se beneficia si la ANP no obtiene concesiones de Israel? La respuesta es fácil, Hamas y de esta manera el actual gobierno israelí encuentra un motivo para impedir el establecimiento del Estado palestino. Esta idea forma parte de la concepción que llevó al 7 de octubre del 2023. Para los israelíes, esta concepción ya no puede continuar por los dolores y traumas que al día de hoy sigue generando.
A esto hay que sumarle la aparición de un jugador crucial en esta historia: Donald Trump. Es que con toda la fuerza con la que asume su segundo mandato, ya ha dado sobradas muestras de buscar imponer (sin ningún atisbo de diplomacia alguna) su poder para terminar con los conflictos existentes en el mundo. A pesar de su visión ultraderechista, Trump está interesado en concentrarse en asuntos más cercanos a los intereses del pueblo norteamericano como lo es el estado de su economía y trata de terminar con todos los conflictos que puedan estorbar a su gobierno en este propósito. El aislacionismo de Trump representa un duro golpe para la extrema derecha israelí que esperaba con ansias que ganara para avanzar en sus planes mesiánicos de reocupar con colonos la Franja de Gaza. El nuevo gobierno norteamericano les dio la espalda y curiosamente, el campo moderado de la sociedad israelí es el que le agradece a Trump (y a Biden) concretar el acuerdo por el cese de fuego. A modo de broma o en serio, uno podría interpretar que Trump es el pacifista menos pensado.
Dicho esto, queda claramente demostrado que las cosas no pueden continuar como estaban hasta el 6 de octubre del 2023. Esta necesidad de cambios en la concepción sobre el conflicto lleva a una pregunta profunda y decisiva: ¿puede un gobierno como el de Netanyahu con el apoyo parlamentario de la extrema derecha llevar a cabo los cambios que se necesitan? La respuesta es clara y contundente: no. Debe haber cambios profundos en la visión táctica y estratégica del conflicto con los palestinos. Y para que los cambios que demandan desde la sociedad israelí se impongan, debe haber un cambio de gobierno y un cambio de rumbo para poder garantizar la seguridad y la paz de los israelíes y los palestinos.
Fuentes:
https://www.inss.org.il/publication/war-data
https://www.theguardian.com/world/2010/oct/22/true-civilian-body-count-iraq
https://www.timesofisrael.com/smotrich-freezes-nis-100-million-in-pa-funds-over-incitement-to-terror
https://edition.cnn.com/2023/12/11/middleeast/qatar-hamas-funds-israel-backing-intl/index.html