Por qué decidí marchar el 1F

“Parece que portar la bandera de ‘Judíxs por los Derechos Humanos´ es controversial”. Testimonio de la participación de Espacio Nejome, Meretz Argentina, Judíes transfeministas, Tzavta y Nueva Sion en la Marcha del Orgullo Antifascista y Antiracista de la Ciudad de Buenos Aires, el 1 de febrero.
Por Giuliana Gotesdiner

El sábado 1 de marzo, la Asamblea Antifascista LGTBQ+ convocó una marcha federal LGTBIQ+ antifascista y antirracista, como respuesta al discurso cargado de odio pronunciado por el presidente Javier Milei el 22 de enero en la conferencia económica de Davos. Durante su intervención, Milei atacó a la “ideología woke”, el feminismo y las diversidades, llegando a afirmar que las parejas homosexuales eran pedófilas. Este discurso desató la indignación de muchos colectivos, especialmente de la comunidad LGTBIQ+, que rápidamente se organizó en asamblea y convocó la marcha.

Como coordinadora de Espacio Nejome, un grupo de juventud judía que se reconoce como feminista y defensor de los derechos humanos, desde el primer momento supimos que debíamos estar presentes para apoyar la marcha y reclamar por nuestras identidades y los derechos conquistados. Junto a otras agrupaciones como Meretz, Judíes transfeministas, Tzavta y Nueva Sion, convocamos la movilización. Nos encontramos en Mitre y Ayacucho a las 16 horas, con la grata sorpresa de recibir a personas nuevas que nunca antes habían participado en estos grupos, pero que se sintieron interpeladas por la marcha, encontrando un espacio seguro para hacer oír sus voces.

Nos encontramos en un momento en el que resulta cada vez más difícil vivir una identidad judía, argentina y progresista. Parece que portar la bandera de “Judíxs por los Derechos Humanos” es controversial. Desde que se publicó la convocatoria en redes sociales, empezaron a llegar preguntas y reclamos: ¿cómo podemos marchar junto a banderas palestinas? ¿Por qué lo hacemos junto a colectivos que “no nos defienden”? ¿Por qué no llevamos la bandera de Israel? También recibimos exigencias opuestas: si defendemos los derechos humanos, ¿por qué no nos pronunciamos sobre el asesinato de palestinos? Este contexto refleja cómo el modus operandi del gobierno se ha infiltrado en la sociedad, donde muchas personas ya no intentan comprender otras perspectivas, sino que buscan confrontar para imponer la suya como la única válida.

Nosotres marchamos con la bandera de los derechos humanos, siguiendo una tradición en nuestro país que fue iniciada por judíes durante la dictadura. Estamos en Argentina y nos movilizamos contra los discursos fascistas y racistas, así como contra el odio promovido por nuestro propio presidente. Esto nos une a una gran parte de la sociedad. Pensar que los judíes solo podemos marchar por “temas judíos” es un grave error. La comunidad judía es diversa, y dentro de ella existen personas gays, lesbianas, trans, marrones, originarias, entre muchas otras identidades. Marchamos porque apoyamos las consignas de la marcha, y eso no implica estar completamente de acuerdo con todos los grupos con los que compartimos la calle. Aun así, no podemos ceder ni dejar lugares vacíos, porque alguien más los va a ocupar. Nos hacemos ver porque defendemos nuestras creencias y nos parece importante difundirlas para romper con paradigmas cerrados y llegar a quienes no se sienten representades en otros lados.

Hace algunos años, no habría sido controversial participar de una marcha de este tipo, claramente el 7 de octubre y sus consecuencias fueron un punto de inflexión para la sociedad nacional e internacional. Sin embargo, creo que no todo lo que hagamos debe estar cruzado por la guerra. Vivimos tiempos en los que se exacerban las diferencias y las sensibilidades están a flor de piel, donde lo «normal» parece ser retroceder en derechos. Considero fundamental habilitar estos espacios de agrupe y apoyo para reclamar por nuestros derechos y velar por el bienestar del pueblo argentino, del cual somos parte y que está siendo atacado por su propio mandatario. Durante la movilización, recibimos un gran apoyo de quienes nos rodeaban: algunas personas nos tomaron fotos sorprendidas, otras nos dedicaron sonrisas. Fuimos parte de algo más grande que nuestras organizaciones, y nadie estuvo ahí para atacarnos. Vivimos momentos complejos y polarizados, pero el compromiso con nuestras convicciones y la lucha por la igualdad nos darán la fuerza necesaria para seguir adelante. Esta marcha fue un recordatorio de que el pueblo está despierto y que no permitiremos que nos atropellen ni vulneren nuestros derechos.