El escritor y docente Martín Kohan, autor del libro Ciencias morales, es un empedernido fanático de Boca Juniors que siempre luce la camiseta y es capaz de no asistir a una conferencia en Ginebra, que él mismo tiene que dar, para no perderse un partido.
Allá lejos y hace tiempo, fue un estudiante del colegio Wolfsohn. Hace un par de años, tuve el privilegio de ser su alumna en la materia Narrativa Argentina II (Artes de la Escritura, Universidad Nacional de las Artes), aunque prefiero decir su estudiante. Es que alumna supone, según indican la morfología y la etimología, carecer de luz propia. Y aunque se trate de una débil lamparita en la mesa de luz, creo que muchos (no todos) la tenemos.
Nos encontramos en el bar Mill, en Villa Crespo, casi una prolongación de la casa de Kohan, donde la moza lo saluda con un afecto recíproco. Él pide apenas un café y la charla, todavía fuera del grabador de voz, comienza por la pasión de multitudes. Hay una idea suya en germen sobre lo interesante que sería enseñar fútbol en las escuelas como materia obligatoria. “Para cuando tenés ganas de pensar que vos sos genial y el otro es abominable”, toda la intensidad puesta en el deporte.
El suyo está lejos del pensamiento binario, aunque la alegría cuando River pierde le aparece. Kohan escribió uno de los cuentos más lindos que leí en los últimos años, El amor, sobre la relación erótica entre los gauchos Fierro y Cruz. Pero ahora, va a hablar para Nueva Sion sobre el concepto de libertad, su apropiación por parte del presidente que lo carajea y el coraje de quienes luchan con la palabra como arma principal, para intentar transformar algo de la realidad y para expandir la fantasía, que es motor de potencias y posibilidades.
Él dice Pésaj, yo Peisaj. Hebreo e idish, dos lenguas que dan cuenta de genealogías diferentes. El autor de los cuentos de Cuerpo a tierra tiene la risa fácil y la mirada azul.
Kohan no es anfitrión del seder, pero acepta gustoso invitaciones. Su filiación materna es Birman y hasta los 12 años solía acompañar judaicamente los rituales, sin adhesiones religiosas.
“Es bastante desolador y preocupante la disputa por el sentido del concepto de libertad. La actual gestión de gobierno reprime en las calles, lanza una ofensiva para quitar de bibliotecas y programas de enseñanza determinada novela, (se refiere a Cometierra, el libro de Dolores Reyes), inhibe mediante violencia verbal las expresiones en la esfera pública y toma represalias por lo que desencadena en las redes con una función de intimidación claramente buscada.
Que, en el ámbito educativo, docentes y eventualmente estudiantes podamos expresar libremente lo que pensamos se encuadra en lo que ellos llaman adoctrinamiento y amenazan con sanciones al respecto. Está tan recortada la libertad en tantos aspectos que me parece que su libertad funciona para ejercer ciertas restricciones del Estado, para que el poder económico logre sus propósitos. Tenemos varias capas de reducción, no se trata solo de la económica, la del mercado y de los poderosos.
Claro, vos hablas de libertad y de libertades…
Sí, pluralizamos las libertades del poder económico, no hay que andar mucho para discernirlo. Aquellas restricciones que ellos mismos desprecian: justicia social, equidad, protección de los más débiles, hacen que las ideas de este grupo político económico hegemónico estén extendidas, que mucha gente las asuma como propias, incluso contra sí misma.
No sabemos qué tan hondo o contingente son ciertas tendencias. Si arraigan, calan más hondo o siguen una línea durante un momento y luego ya no. No creo que el desprecio por la justicia social tenga hoy el ok del 56% de votantes que tuvo Milei, tampoco el 30% inicial de base de sus votantes genuinos. No creo que haya una fractura del aprecio por la justicia social de la tercera parte de la población argentina. El movimiento de apoyo a LLA tuvo cierta expectativa y no daría por sentado que se estableció.
Decís que no llegó para quedarse. Pero ¿qué tan alto estaba el volumen de esperanza en LLA antes de que ganara el gobierno? Parecía superior en varios decibeles al habitual. Me refiero al tono en el estado de ánimo general: desilusión por la inflación incontenible, expectativa en una virtual mano dura en la economía, deseo de sanciones a la “casta”.
El volumen estaba muy alto; si no, no hubiera ganado. Los analistas lo van marcando y no se da solamente acá, en el país, sino que hay una tendencia general a subir los tonos. El intercambio político, la comunicación a través de las nuevas tecnologías, registran una mayor agresividad. Y hay cosas que una vez que se rompen no son tan fáciles de reparar y restablecer. Cuando es el propio presidente quien rompe la escucha, el diálogo, nos acostumbramos un poco por letargo, por cansancio, a convivir con lo que hasta hace poco no nos sonaba. Ninguno de nosotros debía pasar un mes sin ser testigo de un acto de agresión verbal de altísimo voltaje, gesto que violentaba a otro, lo insultaba, lo denigraba, lo amenazaba. Hoy no transcurre un día entero sin ser testigo o protagonista de una escena de esas características.
¿Cómo analizás la frase Viva la libertad, carajo?
El énfasis en carajo le quita fuerza a la palabra libertad. Termina recayendo en el cierre agresivo de la formulación.
Aparece de inmediato la imagen de Milei con la motosierra, ¿no?
Sí, y es parte de lo que se celebró, aunque no sé si está tan claro hoy por hoy. Cuánto de la adhesión electoral y cuánto de la preservación se mantiene es una incógnita. Decidir quiénes sí, quiénes no y porqué no es difícil de imaginar. El factor primordial del triunfo electoral de este gobierno tiene que ver con la subestimación de las consecuencias económicas y psíquicas de la inflación.
¿Pensás, además, que hubo una reacción conservadora a la radicalización de los feminismos?
No hacemos responsable al feminismo, sino que nos preguntamos, vos me estás preguntando, sobre ciertos aspectos de la última marea. Es algo que hablo con muchas compañeras y colegas. Hubo cantidad de demandas con las que estuve de acuerdo y hoy acompaño esta disposición a la revisión que noto en algunas feministas. Sin embargo, hay cosas que se hicieron mal, en parte, por las tentaciones de poder. Discusiones que no se dieron en sentido estricto, sino que fueron una especie de coartada explosiva y no un argumento. Por ejemplo, la persona que está contra el aborto no necesariamente está a favor del aborto clandestino. Por otra parte, en la escena del embarazo y el aborto, no siempre se tuvo en cuenta al hombre, que puede ser un aliado, pero que al dejarlo de lado se convierte en alguien insatisfecho porque no le cabe ningún lugar en la decisión.
¿El Hombre quedó fuera de la escena?
Claro que no tiene el lugar central de quien pone su propio cuerpo, no se juega al mismo nivel que los cuerpos gestantes, pero existe, debería figurar en la discusión. Fue un error desplazarlo porque, aunque el foco en él no es central, también lo toca la escena. En lo vivencial, en la emoción, en la experiencia. Debería tener un rol en la decisión de si ese embarazo va a seguir o no.
No comparto los criterios de niño por nacer, la idea de que ya hay un niño ahí. No hay un niño ni una niña, aunque puede haberlo. Pero sí hay un varón que ha participado, dejando de lado las alternativas probeta, donación, congelamiento de óvulo, etc. Si vamos al modo más tradicional de dos personas teniendo una relación sexual y luego un embarazo, al varón involucrado también le pasa algo. Está en juego el cuerpo de la mujer para la gestación y el parto, o para el aborto, pero la decisión no se reduce a su cuerpo. Hay alguien ahí que formó parte, afectivamente o no. No se lo puede desalojar por completo, lo digo al modo de un chiste judío: dale un voto en minoría.
¿Y esa exclusión tuvo un costo, no?
Esos errores tienen costo. Lo digo acompañando la revisión crítica que se produce en alguno de los feminismos, aunque sea un poquito tarde y hayamos perdido terreno en temas ganados y hoy amenazados. Pero bueno, las cosas llegan cuando llegan.
¿Qué pasó con el lenguaje inclusivo: con el uso de la e, la x, ¿la no neutralidad? ¿Creés que la lengua no cambia o sí?
Aparte de la inevitabilidad de lo que pasó, como me dedico a la literatura y trabajo en Letras, encontré algunas posibilidades de manifestar dudas. Vos me preguntás a mí, pero ha habido varias intervenciones muy valiosas entre una concepción rígida e inmutable del lenguaje y otra dinámica.

Una disputa filosófica a lo Heráclito- Parménides, River-Boca, binarista.
Ahí también hubo algo mal, en esta formulación que yo estoy reclamando. El asunto no es si el lenguaje es rígido o dinámico. Es dinámico, pero ¿cómo es esa dinámica? Si el lenguaje se conserva, ¿se reconocen cambios? ¿cómo se producen? Cuando no provienen del uso, sino de algún direccionamiento, por correcto o bien intencionado que sea, es difícil que se instale.
Se reproduce el mismo mecanismo que el que se está combatiendo. ¿es una disputa por el poder, desde otro poder?
Mirá, la norma del lenguaje inclusivo no es del todo convincente, fue impuesta, creo. Tomemos a esos que hablaban correctamente en lenguaje inclusivo. ¿Lo siguen hablando hoy? Si lo siguen hablando, caló. Si no, fue un cronolecto. Se estableció entre hablantes de una determinada edad. Willy Ruano decía «Tírame las agujas»… Quienes usaban el inclusivo se equivocaban. Con el vosotros y el ustedes, con el tú y el vos, no te equivocás. No decís: «Eh, vos, siéntate».
Hay una articulación entre norma y uso…
Claro, un juego. No aprendés primero la norma y luego empezás a hablar. Tampoco, al revés. Al interior del lenguaje hay infinitas posibilidades de libertad. Lo podés leer en (Roland) Barthes. La literatura está llena de gestos de libertad, es en esta dimensión en la que hay una distancia muy adecuada para ver cómo funciona el par libertad-condicionamiento. En la idea abstracta, como absoluto o esencia, nunca seremos completamente libres, ni al hablar ni en nada. Por eso, los 40 años de Moisés pisando la arena es un ejemplo de que para abrazar la libertad hay que caminar, mucho tiempo, sabiendo que nunca se llega del todo.
Yo empecé usando el inclusivo en mis columnas de eldiarioAR, más como un gesto político. Luego lo abandoné. Sentía la ambigüedad de una adhesión ideológica y afectiva pero no me calzaba cómodo.
Conocí muy pocos casos en que el inclusivo se usaba bien. Las fallas no eran menores, desde Alberto Fernández diciendo niñes, haciendo una pausa y sonriendo con la mitad de la boca, mientras lo aplauden, hasta el envío de una invitación a un acto académico, por correo electrónico, dirigido a “les” alumnes que se despedía con un “los” esperamos. O sea, el ex presidente no estaba usando lenguaje inclusivo. Estaba diciendo: «Miren como uso lenguaje inclusivo», un gesto falso. Y en el otro caso sólo esperaban a los varones heterosexuales. Nadie se equivoca cuando canta el himno.
¿Faltó un proceso de discusión?
El proceso de discusión previa estuvo muy sofocado por el factor miedo también. Otro tema fueron los escraches indiscriminados. Hace un rato hablé del modo de intimidación de la palabra pública en las redes. No son solo los seguidores de Milei, los que apelaron a esa violencia, aunque quienes lo sostienen son expertos en el recurso sádico y el arrasamiento a mansalva. No son los únicos, aunque lo hacen más y peor.
Volviendo a Moisés, el episodio bíblico de los 40 años en el desierto ¿fue una transformación generacional?
Figurativamente sí, aunque yo lo pondría en estos términos: lo que cambiaron fueron las cabezas, las subjetividades.
En el habla del presidente es recurrente el uso de un lenguaje sexualmente agresivo, ¿qué opinás?
El transmite sus ideas diciendo que va a violentar sexualmente a la comunidad LGBTQ+. Es figurado, pero esa figuración está cargada de violencia y con esa masculinidad, con esa virilidad se ganó a una parte importante de la población. El recurso a la figura del mandril y la insistencia de Milei en que todos los que no pensamos como él somos mandriles, ¿qué otra cosa es sino una fantasía suya con nuestros culos? La idea de que va a poner rojos nuestros culos, abusando sexualmente de nosotros, violándonos. No solo abunda en metáforas de sexualidad, sino de un placer que proviene de la dominación y el sometimiento, o sea de lo contrario de la libertad.
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Apostillas adicionales… a la carta
* “Durante la crisis de 2001, hubo gente que estuvo dispuesta a dejar pasar el malestar, si en vez de irse a Miramar -como lo hizo toda la vida- podía conocer el Caribe. A cambio de la estabilidad económica a veces se conceden cosas fantásticas. Insisto: no implica una adhesión al gobierno, pero cuando se pierde la estabilidad económica puede pasar cualquier cosa. Por ejemplo, adherir a un presidente que nos dice que nos va a violar”.
* “Lo que se promovió y se estableció de una manera tan enfática ha trastabillado y ha encontrado en una parte de la población, no la indiferencia o la concesión, sino el hartazgo. No estoy diciendo que yo lo estuviera, sino que veo en parte del movimiento feminista, la necesidad de revisar y discutir lo que se estuvo haciendo”.
* “Desde sectores progresistas, de apoyo al feminismo, siempre hubo una disposición, una apertura. No por plegarse o por seguir el viento de los tiempos, ni siquiera en términos de aliados, una palabra que ha aparecido mucho. Cuando uno acompaña algo porque está de acuerdo, no le llamaría aliado. Pienso en la participación. ¿Qué márgenes hubo para que algunas cuestiones se discutieran al interior del apoyo? No hubo apertura ni espacio para el intercambio, y a veces incluso hubo censura”.
* “Los niveles de malestar económico eran muy altos, venían de larga data y estaban siendo muy desatendidos. La experiencia de vivir con inflación fatiga, es muy estresante y fue claramente subestimada. No obstante, en esas condiciones de restricción se encuentra una estabilidad que antes no se tenía. Si en algún momento veranearon 10 días, ahora veranean cinco, pero los pueden planificar”.
* “La inflación no está tan domada como se pretende. También se empieza a desgastar y a desdibujar sus beneficios. Si el precio de esa relativa estabilización es la eliminación de los medicamentos gratuitos para los viejos y le mandan a la policía a pegarles, el ruido es cada vez mayor. Las ilusiones que se pueden haber generado con la motosierra son muy potentes, pero no habilitan a creer que todo el paquete retórico y la modalidad de enunciación violenta, tienen el mismo grado de adhesión que la disminución de la inflación”.
* “Nuestra sociedad ha tolerado o aceptado ciertos hechos graves, como la voladura del Río Tercero que costó vidas, pero en el otro platillo de la balanza se colocó una estabilidad económica que se fue cayendo. Digo en un tono un poco irónico que hemos estado dispuestos a cambiar la estabilidad económica por casi cualquier cosa. Al menos, por cierto tiempo. La gente que se encogió de hombros frente a la voladura de la Amia o de Río Tercero, puede que haya celebrado el restablecimiento de los juicios de lesa humanidad”.
* “Los judíos tenemos un pesimismo muy esperanzado, cargado de un humor de resistencia” (Se refiere a esa mezcla de pasiones alegres y pasiones tristes sobre las que reflexionó el filósofo Spinoza, expulsado de la sinagoga).
* “Hay muchos que se arrogan el punto de vista del trabajador y lo empujan a la esclavitud. Se recorrió un largo camino con la abolición de la esclavitud, desde 1813 hasta acá, que fue un recorrido de adquisición de derechos. No pueden hacer caer todos los derechos, pero si pudieran lo harían. Esa es su libertad: lo contrario de la libertad, que no tengas ningún derecho y que te las tengas que arreglar. La libertad que eligen es una vacía de contenido y al servicio de los empresarios más poderosos. Lo vemos en la medida que pensamos la dimensión social en términos sociales, no en términos de los individuos encapsulados que ellos conciben”.
* “A la libertad no hay que ir a buscarla, encontrarla, tomarla, adquirirla, como sostiene LLA. Es un proceso histórico de gestación y construcción, una creación. Si postulás y expandís la idea de libertad de manera abstracta, ¿de qué hablás concretamente? No está dada, hay que recuperarla a partir de una cantidad de condicionamientos. En todo caso, si es algo que se obtiene, lo es en un proceso de lucha contra la dominación, en donde aparecen la idea y la práctica de la liberación, como lo fueron los 40 años mosaicos en el desierto. No es un viaje que empieza en Esclavitud y termina en Libertad, no es un plan divino, sino que supone racionalizar un plan mientras se crea un sujeto social, colectivo”.
* “Hay algo sabio en la idea de que el que vivió en libertad no reproduce la esclavitud, no se reproduce mecánicamente lo que no se conoce. Hay algo a pensar ahí. En lo personal como en lo social hay una tendencia, una compulsión a la repetición”.
* “En la enumeración de libertades y restricciones hoy no sólo hay represión en las calles, también ponen en juego una sexualidad retorcida que deberíamos interrogar”.