“A mí me cortaron por la mitad”

Itzik Horn es argentino y vive hace 25 años en Israel. El 7 de octubre de 2023, dos de sus hijos -Iair y Eitan- fueron secuestrados del kibutz Nir Oz. Iair fue liberado en febrero tras 498 días. Eitan sigue cautivo en Gaza. Desde el hospital Ijilov, donde se encuentra internado tras un trasplante de riñón -y donde también Iair recibió atención médica inmediatamente después de su liberación- habló con Nueva Sion sobre la situación actual de la familia y sus expectativas a futuro.
Por Kevin Ary Levin

Itzik, gracias por tu tiempo hoy. Antes que nada, ¿cómo está tu salud?

Tuve un trasplante de riñón de un donante, un hombre con un enorme sentimiento altruista. Yo creo que van quedando pocos. Fue a través de una ONG israelí que se llama Matanat Jaim (Regalo de Vida). Me habían sugerido anotarme y el proceso duró tres días hasta que me avisaron que había un donante. Después empezó todo el tema médico de ver si es compatible o no. Y yo decía todo el tiempo, en chiste, o en no tan en chiste: “Seguro me van a llegar las dos llamadas juntas”. Y, efectivamente, eso ocurrió. A la madrugada me llamó mi oficial de contacto en el ejército para informarme oficialmente que Iair estaba en la lista de los que iban a ser liberados por motivos humanitarios. A media mañana del mismo día, recibí otra llamada del hospital para avisarme que había compatibilidad y que tenía que ir al hospital para fijar fecha del trasplante. Ahí empezamos a hacer cálculos, si adelantar, si atrasar, porque no teníamos ninguna presunción de cuándo Iair iba a ser liberado. El jueves me hicieron el trasplante -una operación de cuatro horas y media, casi cinco-. El sábado, todavía internado vi pasar el helicóptero que traía a Iair a este hospital. Es de no creer. La primera impresión ya la habíamos tenido cuando vimos, no sé cómo llamarlo, esta “tomada de pelo” que hace Hamás antes de liberar a los rehenes. Y ahí tuvimos la primera impresión de haberlo visto flaquito, pero era más o menos lo que esperábamos. Ya habíamos visto antes cómo salían todos los secuestrados, así que era de prever. Después había que revisar si él traía alguna enfermedad que pudiera afectarme, porque yo estaba a dos días de mi trasplante. Finalmente llegó la autorización, nos encontramos. Fue muy emotivo. Yo estaba en silla de ruedas, nos abrazamos. Fue más lo que lloramos que lo que hablamos.

¿Podés contarnos de la condición actual de Iair?

Iair está llevando adelante todo tipo de tratamientos. Tiene todo tipo de cosas por hacer para mejorar su salud, pero aparte con él tenemos un arreglo: lo que Iair me cuenta a mí queda entre nosotros. Y el que quiera saber algo más, que hable con Iair. Sabemos que su recuperación va a tomar mucho tiempo. De una experiencia así podés recuperarte físicamente, pero no espiritualmente, mentalmente. Por lo menos no a corto plazo.

¿Cómo fue para vos ver este video de propaganda de Hamás con la despedida entre Iair y Eitan, donde todos vimos la angustia de Eitan de ser dejado atrás?

Desde el momento que la lista empezó a circular -que es una vieja de nombres de personas cuya liberación tendría que haber ocurrido hace un año, pero se cayó la negociación- y vi el nombre de Iair, pero no de Eitan, empecé a decir en reportajes y discursos que me estaban haciendo un juicio salomónico moderno. A mí me cortaron por la mitad. Un hijo sale y el otro no. Es inconcebible. Con respecto al video, ni tengo palabras para describirlo. Es parte de la guerra psicológica de Hamás, pero por lo menos pudimos verlo después de no saber nada de él durante todo este tiempo. Por lo que contó Iair, sabemos que estuvieron juntos la gran mayoría del tiempo. Pero una cosa es que te cuenten y otra cosa es verlo, aunque sea por video. Esa escena en la que se despide de su hermano es terrible.

Se acerca Pesaj. ¿Cómo vas a vivir vos en esta situación difícil la “fiesta de la libertad”?

Esta es una situación cambiante, y dentro de un par de horas lo que hablamos entre nosotros tal vez queda totalmente desactualizado. Pero veo que en la Knesset, el parlamento israelí, la preocupación pasa por votar el presupuesto y otras cuestiones, sin que nadie de la coalición del gobierno diga una palabra sobre los secuestrados. Cuando el gabinete está ocupado en despedir al jefe del Shin Beth (Servicio de Seguridad israelí), o en despedir a la asesora legal del gobierno, yo pienso: “Vivo hace 25 años en Israel y nunca vi un gobierno tan alejado de la realidad de sus ciudadanos”. Si alguien me lo hubiese contado, no lo habría creído. Podemos ver el medio vaso lleno: Iair está con nosotros. Pero hay medio vaso vacío: Eitán no está con nosotros.

Iair Hirn, hijo de Itzik, liberado por Hamas. Su hermano Eitan permanece en cautiverio

¿Creés que vas a seguir internado para Pesaj?

Tienen que ver mi evolución. Pero piensan que a lo mejor para Pesaj ya tengo el alta, por lo menos del área de rehabilitación donde estoy. Y de ahí a una vida diferente, sin diálisis. Tardé mucho tiempo en realmente tomar consciencia de que tengo ahora un riñón que funciona.

Muchos sentimos mucha admiración al ver a Iair tomando el micrófono y reclamar por los secuestrados que quedaron atrás, a pocos días de su propia liberación.

No sólo eso, sino que también viajó a Washington para hablar con Trump. El lo dijo apenas salió: “Mi cuerpo está acá, pero mi alma no está. Mi alma está en Gaza con mi hermano y los demás secuestrados”. Yo siempre supe que son fuertes. No hablamos de lo físico, sino de lo mental. Como padre, siento primero un gran orgullo. Segundo, aunque suene mal, es consecuencia de la educación que recibieron en casa. No cae del cielo una cosa así. Lo veo haciendo más de lo que cualquiera podría pedirle. No hay pedido de entrevista que él no acepte. Está siempre en la Plaza de los Secuestrados en Tel Aviv. Su vida ahora está organizada por su rehabilitación y la lucha por liberar a su hermano y todos los secuestrados.

¿Todavía sentís la solidaridad popular con las familias de los secuestrados?

Sí, pero me gustaría que en los encuentros que hacen en las comunidades judías participara gente que no es de la comunidad. Si no, es como si fuera un tema nuestro. ¿250 secuestrados y la masacre no es tratada como una cuestión de Derechos Humanos? Parecería que hay derechos humanos para todo el mundo y derechos para los judíos. Viví esto cuando vivía en la Argentina y hacíamos los actos de conmemoración del atentado. Yo no tengo más que palabras de agradecimiento para todos los judíos del mundo que se movilizan, que protestan y que recuerdan. Y no tengo ninguna queja con el gobierno argentino, que creo que hizo mucho más por mí que el gobierno israelí. No pasa día en el que alguien de la embajada no me llama para ver cómo estoy. Y así es con todos los familiares argentinos. En contraste, desde el 7 de octubre, tuve una reunión con el ministro de defensa, participé de un encuentro de familias con Netanyahu hace un año y nada más. Sí debo reconocer que hablé varias veces con el presidente Herzog. A nivel técnico, está presente la Dirección Nacional de Secuestrados y Desaparecidos, pero no con el liderazgo político. El ministro Dermer, a cargo de las negociaciones, no nos llama para decir qué está pasando, cuando nosotros salimos públicamente a decir que la presión militar no saca rehenes, sino que la presión militar pone en peligro la vida de los rehenes.

¿Creés que fuera de Israel está costando entender esto que dicen ustedes los familiares, sobre la presión militar y por qué se oponen al reinicio del combate?

Lamentablemente, lo que influencia más la opinión pública es la postura del gobierno de Israel y de los medios oficialistas israelíes. Nosotros no somos voceros. Cuando nos entrevistan, hacemos saber nuestra opinión. Yo siempre digo lo que pienso. A veces voy a medios y me preguntan por lo que está pasando en Gaza. Yo les tengo que explicar que nosotros, los familiares de los secuestrados, no tenemos la culpa. Yo me quejo ante mi gobierno por lo que pasa en Israel, y los palestinos deben también resolver lo que pasa ahí.

¿Qué planes tenés para cuando te den el alta? ¿Y para Pesaj?

No va a ser tan fácil. Voy a tener que seguir viniendo varias veces por semana al hospital para controles. Voy a respirar un poco de aire fresco, encontrarme con Iair y volver a la lucha por Eitan. Acá en el hospital me siento un león encerrado en una jaula. En especial por todo lo que hice hasta el día del trasplante. Hago lo que puedo desde acá. Mi aporte es entrevistarme para la televisión. En el video se ve a Eitan decirle específicamente a Iair: “decile a papá que no pare de luchar”. En eso estamos. Espero después de Pesaj poder estar más activo. En realidad, espero que no haga falta que tenga que estar activo porque Eitan y todos ya habrán vuelto. Pero nadie sabe qué va a pasar. No estamos lidiando con una entidad racional y de mentalidad occidental. Ese es uno de los principales problemas: el mundo libre analiza el conflicto con una mentalidad occidental y cristiana. Como dijo alguien en Israel, mientras nosotros comemos sushi y pensamos como quien come sushi, ellos comen hummus y piensan como alguien que come hummus.

Para Pesaj, ya hice planes de estar con amigos en el kibutz Mefalsim. Es una tradición para mí. Y ya pasé un Pesaj ahí cuando la gente estaba empezando a volver al sur, hace un año. En el Seder nombraron a Iair y Eitan, y el tema estuvo presente a lo largo de la cena. Todavía está presente hoy para muchos, pero acá hay de todo: también están quienes pasan por la Plaza de los Secuestrados y arrancan los carteles. Esos son una minoría. Del otro lado, está la mayoría: en el hospital estoy todo el día con una remera con la foto de Eitan, incluso cuando hace frío, y la gente me para y me dice: “Itzik, estamos con ustedes”. No tienen ninguna obligación de hacerlo. La solidaridad y el calor del pueblo son lo que nos ayuda a seguir adelante en la lucha. Les pido a todos que no bajen los brazos, porque nosotros no bajamos los brazos, y seguimos necesitándolos a ustedes entre los nuestros.

Gracias, Itzik, por tu tiempo.

Y yo les agradezco a ustedes por todo lo que hacen para mantener visible el reclamo por nuestros secuestrados.