Uno de los desafíos éticos más urgentes de nuestro tiempo es resistir la instrumentalización cínica de la memoria. La Shoá no puede ni debe convertirse en un recurso retórico para justificar decisiones políticas, encubrir fracasos de liderazgo o reclamar impunidad moral.
Esta tentación ha asomado, una vez más, en ciertos discursos del Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu, particularmente tras los eventos del 7 de octubre de 2023 y en el contexto de la guerra en Gaza. Como sus palabras recientes en Yad Va Shem, en el día de la Shoá. No es la primera vez que esto ocurre. Ya en 1982, durante la Primera Guerra del Líbano, Menahem Begin había comparado a Yasser Arafat con Hitler, equiparando la situación bélica de esa guerra con la lucha contra el nazismo.
La diferencia es que Begin fue un hombre de una honestidad incuestionable y una consciencia honrada, que renunció a su cargo de Primer Ministro ante el fracaso de su estrategia en la guerra del Líbano y vivió desde entonces en un exilio interior en Jerusalén, hasta su muerte. Aquella comparación fue duramente cuestionada, por varias figuras relevantes de Israel como mi maestro, especialista en la Shoá, y amigo Zeev Mancovich Z»L y mi maestro en la Universidad Hebrea de Jerusalén, el rabino y filósofo David Hartman Z»L, quien escribió su emblemático texto “¿Auschwitz o Sinaí?” en la prensa israelí.
Hartman advertía que, si bien Auschwitz constituye un eje fundamental de la identidad judía contemporánea, no puede ser el único ni el preponderante. El verdadero dilema ético y espiritual del pueblo judío no es repetir indefinidamente la experiencia del sufrimiento, sino elegir entre una memoria que paraliza y nos coloca en el lugar de la víctima eterna, y una que inspira la acción moral y la responsabilidad. Sinaí representa el llamado profético a construir una sociedad justa, compasiva y sagrada. Auschwitz representa el abismo del mal, la deshumanización y el genocidio.
Recordar Auschwitz es esencial, pero vivir solo desde Auschwitz es olvidar Sinaí. Es auto destructivo y miope. Es un escape de los desafíos del presente. Es poner a la muerte como el significante determinante de la identidad judía. El proyecto esencial del judaísmo es la renovación espiritual, social y comunitaria. Es someterse con honestidad al juicio divino y a la responsabilidad frente a la historia. Es la enseñanza de profetas y sabios, maestros y líderes de todos los tiempos, desde Amos e Isaías a Y.Leibovich o Amos Oz.
Comparar a Hamas con los nazis constituye un error histórico y político. Hamas es una organización islamista radical, responsable de crímenes de guerra, actos de terrorismo y de una ideología profundamente antisemita y autoritaria. Está claramente designada como organización terrorista por países como Estados Unidos y Canadá, y por la Unión Europea. Sin embargo, establecer una equivalencia directa con el régimen nazi -cuya meta explícita era la eliminación total del pueblo judío desde una ideología racial y mediante una maquinaria industrial de exterminio- desdibuja las diferencias cualitativas entre contextos históricos y tipos de amenaza. La analogía fácil puede satisfacer una necesidad emocional, pero empobrece el análisis, oscurece la responsabilidad política actual y vacía de significado la singularidad de la Shoá.

Con igual gravedad, debemos denunciar otro uso obsceno de la memoria: el que practican numerosos actores antisionistas -incluyendo ciertos líderes palestinos, sectores de la izquierda radical global y voces en redes sociales- al comparar al Estado de Israel con el régimen nazi. Esta narrativa, más allá de ser históricamente absurda y moralmente repugnante, constituye una forma moderna de antisemitismo, que trivializa el Holocausto mientras deslegitima el derecho del pueblo judío a la autodeterminación. No es una crítica legítima a las políticas israelíes, sino un ataque al ser mismo del proyecto sionista, disfrazado de lenguaje moral.
En este contexto, debemos reconocer también que las memorias históricas son, con frecuencia, profundamente contenciosas. Ejemplos dolorosos como el caso de los desaparecidos en Argentina, las disputas en torno a la memoria de la Shoá en Europa Central y Oriental, o los debates sobre el legado colonial en varias regiones del mundo, muestran cómo todos los actores políticos y culturales -desde gobiernos hasta movimientos sociales- tienden a utilizar los símbolos, lugares de memoria y herencias culturales como recursos para legitimar sus fines. El problema no es solo el uso político de la memoria, sino el efecto que tiene sobre las sociedades: la polarización, la manipulación emocional y, en última instancia, la distorsión de las verdades históricas y la pérdida de una memoria ética compartida.
La memoria judía no debe ser utilizada como escudo ni como espada, sino como brújula. La Shoá nos exige sensibilidad hacia el sufrimiento humano, vigilancia ante el antisemitismo, pero también responsabilidad crítica frente al uso del poder.
Hoy Israel es un Estado soberano, con un ejército poderoso y complejos dilemas estratégicos y morales. El desafío no es recordar para justificar, sino recordar para responder creativamente a los desafíos del poder, la seguridad y el respeto a la dignidad humana.
La tradición judía nos invita a no convertirnos en cultores obsesivos de nuestras heridas y tragedias. Como escribió Salo Baron, debemos abandonar la concepción lacrimógena de la historia judía. No somos solo un pueblo que ha sufrido. Somos un pueblo de resistencia espiritual, creatividad, justicia y santificación de la vida.
Somos un pueblo que ama apasionadamente el vivir multidimensional.
Invocar la Shoá fuera de contexto no solo deshonra la memoria de sus víctimas, sino que nos aleja de la tarea urgente de construir una política moralmente responsable y una sociedad capaz de vivir no solo a la sombra de Auschwitz, sino también a la luz de los mandatos éticos del Sinaí.
* Decano de estudios judaicos de la Universidad Hebraica de México. Egresado de las universidades de Buenos Aires, Hebrea de Jerusalem y la UNAM, donde se doctoró con mención honorífica en Ciencias Políticas y Sociales. Autor de numerosas publicaciones académicas y de divulgación. Mencionamos el reporte de la investigación Ser judío/a en América latina. Liderazgo, pertenencias, prácticas, creencias. Mexico y Buenos Aires ,2022.
Imagen de portada: «DEPORTACIÓN – Sola en una multitud», acrílico sobre lienzo. Copyright: Aaron Morgan 2009, www.aaronmorganart.com