Sobre la comunidad judía estadounidense

Una miopía peligrosa

Frente a un antisemitismo renovado y transversal, las respuestas comunitarias muestran una preocupante miopía: alianzas con gobiernos autoritarios y apoyo acrítico a Israel debilitan la legitimidad del discurso judío. Recuperar principios éticos claros y un liderazgo con coraje es urgente para enfrentar el desafío con integridad y visión.
Por Sebastian Sclofsky

Desde el fatídico 7 de octubre de 2023, el mundo judío se enfrenta a una nueva ola de antisemitismo, que ha sorprendido a muchos por su intensidad, contenido y promotores. La crítica a Israel y la supuesta solidaridad con los palestinos no son algo nuevo. Pero celebrar el atroz ataque terrorista de Hamas en todos sus aspectos, por parte de figuras pseudo-progresistas -muchas de ellas pertenecientes a la élite intelectual académica[i]-, provocó una sensación de desesperación, particularmente en aquellos que nos encontramos en el campo de la izquierda humanista.

El antisemitismo no es un fenómeno nuevo, y mucho menos en EE. UU. Desde 2016 hasta la fecha, los ataques contra judíos e instituciones judías han aumentado de forma exponencial, convirtiendo a los judíos en el grupo que más crímenes de odio sufre después de los afro-estadounidenses[ii]. La mayoría de estos crímenes son cometidos por grupos o individuos de extrema derecha. Sin embargo, esta nueva ola de antisemitismo ha sido promovida en gran parte por grupos de pseudoizquierda en universidades de élite estadounidenses, muchos de ellos financiados por entidades extranjeras o fundaciones de elite[iii]. Cómo responder a los tradicionales ataques de la extrema derecha y, al mismo tiempo, a los provenientes de sectores de izquierda, genera un dilema complejo.

En el contexto estadounidense, el dilema se vuelve todavía más complejo con el nuevo gobierno de Trump y su cínico uso del antisemitismo como excusa para promover una política represiva y antiliberal. A esto se suma el hecho de que los votantes[iv], especialmente los más jóvenes, ven a Israel de manera cada vez más negativa, un fenómeno particularmente notable entre los demócratas. Esto ocurre a pesar de que la comunidad judía es uno de los sectores más fieles al Partido Demócrata.

También hay una creciente alienación entre la juventud judía estadounidense e Israel. Esta tendencia no se limita a grupos minoritarios como Jews for Peace, que definen el judaísmo como una religión, negando así su carácter de pueblo y sus orígenes nacionales. Dichos grupos rechazan el derecho legítimo del Estado de Israel a existir y, a menudo, fomentan el antisemitismo en las universidades de élite.

Esta situación, sumamente compleja, exige que las instituciones judías comunitarias replanteen las respuestas que han dado históricamente y en la actualidad. En este sentido, considero que estas instituciones y su liderazgo sufren de una peligrosa miopía táctica y estratégica.

Una respuesta táctica cortoplacista y peligrosa

La miopía táctica consiste en la alianza implícita y explícita con la administración Trump y sus medidas autoritarias, a cambio de su supuesta lucha contra el antisemitismo. Es una alianza con muchos de los mismos sujetos que, poco tiempo atrás, promovían teorías conspirativas antisemitas o prohibían libros sobre la Shoá[v]. En una lógica de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, organizaciones judías que tiempo atrás mantenían una fuerte independencia y un alto prestigio social y político, como la Anti-Defamation League, hoy procuran alianzas tácticas con esta administración para combatir el antisemitismo[vi]. Aparte de los problemas éticos de forjar alianzas con políticos que promueven la xenofobia y el autoritarismo -y hasta hace poco, el antisemitismo-, está el hecho de que refuerzan una idea que está siendo promovida por grupos de pseudoizquierda antisemitas: que la lucha contra el antisemitismo es un discurso propio de la extrema derecha. Hoy en día, hablar o denunciar el antisemitismo es visto como un tácito apoyo a Trump y a sus políticas de ultraderecha nacionalista.

Es comprensible que, ante la grave situación que vive la comunidad judía, las instituciones se aferren a cualquiera que pueda apoyar la lucha contra el antisemitismo. Pero el apoyo del actual gobierno federal viene acompañado de la expectativa de que los judíos se alineen detrás del mismo, incluso en sus aspectos más extremos, como tildar de “quinta columna” a los judíos que no los votan[vii]. Y el costo es y será enorme. Organizaciones sociales, no necesariamente antisemitas, comienzan a distanciarse de instituciones judías por esta razón, y aumenta la alienación de los judíos respecto a estas instituciones. Por ejemplo, en un momento en el cual la educación y el conocimiento sobre el Holocausto en EE. UU. -y diría en el mundo- están en un grave declive[viii], lo último que necesitamos es que las instituciones judías que pueden revertir esta situación se alineen con aquellos que han promovido esta caída, o que dejen de invertir en programas universales por cerrar filas hacia dentro de la comunidad.

El desafío estratégico de la relación con Israel

Por miopía estratégica me refiero a la relación muy compleja que las instituciones y el liderazgo judío han mantenido con Israel, en particular durante la última década, con gobiernos de extrema derecha xenófoba que han gobernado ese país. Muchos de los grupos antisemitas y antiisraelíes argumentan que las acciones del gobierno de Israel son una prueba de que Israel no tiene derecho a existir como país. Juzgan a Israel con una vara muy diferente en comparación con todos los demás países del mundo[ix] y esconden su antisemitismo bajo la crítica a Israel. Muchas instituciones y líderes comunitarios judíos hacen algo similar, pero al revés: confunden el apoyo a Israel con el apoyo cuasi incondicional al gobierno de turno, incluso cuando este tiene elementos racistas, xenófobos y ultranacionalistas, que violan sistemáticamente los valores que estas instituciones dicen representar. Y al no criticar ni oponerse abiertamente a políticas y declaraciones que van en contra de nuestros principios -por miedo a “alimentar el antisemitismo”-, lo que hacemos es perder legitimidad interna y externa, y traicionar nuestros propios valores éticos.

Un llamado a un liderazgo ético y valiente

En este momento crítico, es importante revisar nuestras tácticas y estrategias. Es necesario mantenerse firmes en los valores y principios que decimos representar, incluso cuando esto implique distanciarse de un gobierno israelí que los viola. Es fundamental denunciar y distanciarse de aquellos gobiernos, grupos y personas que fomentan el antisemitismo o que violan nuestros principios éticos básicos, incluso si una alianza momentánea con ellos nos pudiera beneficiar. Es crucial reforzar la solidaridad que muchos líderes e instituciones judías han demostrado hacia quienes más lo necesitan en los países en los cuales vivimos. Es imprescindible tener una mirada hacia afuera, y no sólo hacia adentro, reforzando programas educativos sobre el Holocausto, la tolerancia y las luchas contra toda forma de xenofobia, racismo y antisemitismo, sin importar su fuente. Se necesita un liderazgo con coraje.


[i] “Cornell Professor ‘Exhilarated’ by Hamas Attack”

[ii] “Los judíos sufren la mayor proporción de ataques de odio en EEUU”

[iii] “Pro-palestine protests are generously funded;” “Pro-Palestinian protesters backed by a surprising source.”

[iv] “Republicans are more likely than Democrats to see Israel as a US-ally”

[v] “Republicans echo antisemitic tropes;” “Holocaust novel ‘Maus’ banned in Tennessee;” “Books on Holocaust rejected by Florida Department of Education;” “Project 2025’s Antisemitism.”

[vi] “The ADL is an ally of fascist;”

[vii] Más del 75% de los judíos en EEUU apoya al Partido Demócrata. Ver encuesta sobre 2024.

[viii] Holocaust Education on Decline in the US.

[ix] No hay estado nación en el Medio Oriente, África, o las Américas, que no haya nacido a partir de la violencia y el desplazamiento de poblaciones, independientemente de los derechos legítimos de uno u de otro.