NS: Para estas elecciones, usted encabeza la lista del Movimiento Ciudadanos como candidato a senador nacional por CABA. ¿Nos puede contar cómo se conformó ese espacio político y quiénes lo integran?
EP: Fui electo diputado nacional por el Partido Socialista, espacio del cual soy Secretario General. Cuando llegué a la Cámara en 2023, reactivamos un diálogo que veníamos teniendo hacía mucho tiempo con sectores independientes de la cultura, del arte, del deporte, y de las pymes que en su momento apoyaron la candidatura presidencial de Hermes Binner. También fuimos confluyendo con sectores de la oposición, sobre todo a partir del debate en torno a la Ley Bases, y el rechazo a muchas de las medidas que impulsó Javier Milei. Cuando se abrió el actual proceso electoral, evaluamos que no había una candidatura que represente a una izquierda democrática, y como consideramos que podemos ser una voz relevante en el debate parlamentario, confluimos en el Movimiento Ciudadano, que es un espacio que busca construir un diálogo político entre las estructuras partidarias y los sectores independientes. En este espacio hemos integrado a muchísimas personas de enorme relevancia y prestigio en el debate y en la participación pública.
NS: Antes de la asunción de Milei en diciembre de 2023, muchos analistas afirmaban que, con un puñado de legisladores, el Gobierno no lograría articular una mayoría parlamentaria para llevar adelante su programa de ajuste. Sin embargo, el Congreso otorgó al presidente facultades delegadas y aprobó leyes (Ley Bases, RIGI) que le permitieron avanzar sobre la privatización de bienes y servicios del Estado, otorgar ventajas extraordinarias al capital concentrado, y limitar derechos sociales y laborales de la población. ¿Qué desafíos tiene la oposición en el Congreso para los próximos dos años de gobierno?
EP: La descripción contenida en tu pregunta es exacta, pero aclaro que esa mayoría parlamentaria no contó con nuestro voto. Con el tiempo, ese bloque de apoyos que el Gobierno logró conformar se ha ido deshilachando y modificando, fundamentalmente por la actitud del propio Gobierno, cuya prédica y acción fue siempre muy expulsiva y reactiva al diálogo, incluso con los sectores que en su momento lo acompañaron. Desde que asumió, el Gobierno implementó un modelo de ajuste neoliberal que ya se aplicó en otros periodos de nuestra historia, basado en el endeudamiento y la especulación financiera. En todas esas experiencias previas, el modelo demostró no tener chance alguna de “éxito”. El fracaso del Gobierno es hoy evidente, y nosotros lo veníamos marcando desde un comienzo, razón por la cual votamos en contra de todas esas leyes. La grave situación económica es otro factor que le fue restando apoyos parlamentarios. Hacia adelante, el desafío es establecer canales de diálogo que propicien un cambio, una rectificación en el rumbo que permita que el Gobierno llegue al final de su mandato sin seguir generando dolor y sacrificio en los sectores más vulnerables de la población.
Desde ahora es necesario empezar a pensar el país post-Milei, con un modelo que ponga en el centro a la producción, el trabajo, la educación y la salud. Hay sectores en la oposición que plantean que solamente con más diálogo, este modelo cambia, y no es así. El problema no son los “modos” de Milei, sino el modelo económico y social que lleva adelante. Eso es lo que definitivamente hay que cambiar.
NS: La estrategia del Gobierno ha consistido en mantener el dólar barato como ancla contra la inflación, al tiempo que sostiene un equilibrio fiscal, no por haber mejorado la recaudación, sino por congelar el gasto del Estado en áreas clave (infraestructura, educación, salud). También ha debido recurrir a blanqueo de capitales, a acuerdos con el FMI, al otorgamiento de beneficios a las cerealeras para obtener dólares rápido, y ahora un anunciado swap con EE. UU., pero la actividad no remonta, y la especulación y la fuga se incrementa. ¿Cómo evalúa la situación en materia económica?
EP: Creo que es importante dejar en claro que ese es el modelo de país que se propone, en el cual una mayoría participa de una economía de la supervivencia, mientras que una minoría concentrada accede a determinados bienes y servicios de alto valor. El dólar barato puede servir al Gobierno para mantener una relativa calma en los precios, lo cual beneficia a algunos sectores medios que son influyentes en el debate público, generando una sensación de estabilidad. Pero es claro que el atraso cambiario difícilmente sea la solución de fondo para un país como Argentina, al cual se le podrían abrir enormes oportunidades de desarrollo si lograra agregar valor a los recursos naturales existentes, a partir de aprovechar y mejorar la infraestructura educativa construida a lo largo de décadas de esfuerzo colectivo. En este sentido, la historia demuestra que la capacidad productiva instalada, la calidad de nuestros recursos humanos, la fortaleza de nuestro sistema de ciencia, tecnología e innovación, y nuestra inteligencia colectiva han permitido muchas veces la superación de crisis como la que estamos atravesando hoy. Pero claro, para que ello ocurra tiene que haber decisión política.

NS: En la actual reconfiguración de las fuerzas políticas, La Libertad Avanza parece haber corrido al bloque de centro derecha “clásico” (representado por el PRO-UCR) hacia algunas posiciones mucho más extremas, reñidas con la convivencia democrática, lo cual puede apreciarse en el avance de los discursos de odio en la política ¿Qué herramientas legislativas o políticas se podrían proponer para combatir estos discursos?
EP: Provengo de uno de los colectivos históricamente vulnerados, y he participado del movimiento que impulsó las leyes de matrimonio igualitario, de identidad de género, el nuevo código civil, y la interrupción voluntaria del embarazo, todos derechos y libertades que se han conquistado en los últimos años fruto del planteo de la agenda y de la movilización de los movimientos sociales. Creo que hoy esa agenda tiene que complementarse con una nueva ley de prevención y sanción de actos discriminatorios, con un contenido pedagógico antes que punitivo, porque claramente nadie nace odiando ni discriminando, sino que se trata de actitudes y conductas aprendidas, a veces en la currícula oculta, a veces en el debate social, o a veces explícitamente transmitidas por los medios de comunicación. Como presidente de la Federación LGBT, y ahora como diputado nacional, presenté un proyecto de ley en este sentido. Porque cuando en un curso, un pibe o una piba expresa su odio hacia alguno de los colectivos vulnerados, es necesario ejercer una acción educativa, porque en algún lugar aprendió esto, en algún lugar escuchó este mensaje, en algún lugar sintió que estaba validado para decir algo que discrimina, que hiere y que potencialmente genera violencia. Pero también la legislación tiene que penalizar esta clase de discursos. Cuando durante tres semanas todo el sistema de trolls del gobierno coordinó un ataque en mi contra por el cual fui difamado, acusado de mutilar niños, de ser pedófilo, de promover “agendas foráneas”, entre otros dislates, decidí poner el caso en manos de la justicia, porque entendía que más allá de mi persona, el ataque se estaba operando contra toda una comunidad. Fue por eso que decidí aprovechar esa exposición pública para explicar a la ciudadanía por qué creo que hay que rescatar los valores de una sociedad democrática, abierta e inclusiva, y no el modelo discriminador y excluyente que intentan instalar el presidente y sus seguidores. Yo creo que la “batalla cultural” que dicen estar librando está perdida de antemano, y vale la pena que la sociedad se active para demostrarlo.
NS: Usted ocupó el rol de Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Socialista y actualmente es coordinador, para América Latina, de la Alianza Progresista. Quisiéramos conocer su perspectiva del conflicto de Medio Oriente, sobre todo a partir de la escalada de los últimos dos años. Y además, ¿Cómo cree que esto impacta en la Argentina?
EP: Si bien el conflicto es de larga data, no se pueden explicar estos años sin el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2023. Digo esto porque a veces se soslaya y se intenta relativizar el hecho, tras el argumento de que “el conflicto viene desde hace mucho tiempo”. Es también cierto que ha habido una enorme dificultad para abordar el problema, y que incluso hay resoluciones de las Naciones Unidas que no se cumplen. Pero el ataque del 7 de octubre asumió otro carácter; fue brutal, violento y contra población indefensa, y hasta hace pocas horas había rehenes mantenidos por dos años en cautiverio. Hamás no puede ser parte de ningún diálogo a futuro, si lo que se pretende es la coexistencia y convivencia democrática, en una solución que suponga el reconocimiento de dos estados para dos pueblos. También hay que hacer una clara diferenciación entre la política militar encabezada por el primer ministro israelí, y el pueblo israelí (y por extensión, todo el pueblo judío). Se trata de un pueblo de paz, que sabe lo que es la segregación, la exclusión y la persecución porque lo ha vivido en carne propia. Hemos podido ver manifestaciones populares en Tel Aviv por la paz y el diálogo, y que son muestras claras de que hay una voluntad y un deseo en el pueblo de vivir en una región en paz. Y me parece que nuestro país, en lugar de suscribir a posiciones fanáticas, debiera ser consecuente con su historia: con una comunidad judía muy importante, que tiene una vida social muy integrada, habiendo atravesado el horror de la dictadura, de la violencia política, la Argentina debería aportar en el camino a la construcción de la paz en la región. Es exactamente lo contrario al posicionamiento que viene desplegando el gobierno de Milei a partir del alineamiento acrítico con Netanyahu.
Realmente espero que el proceso abierto en estos días, y con la liberación de los rehenes, el alto al fuego, y la asistencia humanitaria a la población gazatí, se construya el camino hacia la paz. También espero que se encamine esa hoja de ruta para la solución que ha planteado Naciones Unidas, que es la de dos naciones, y ojalá en algún momento podamos ver, yo lo espero sinceramente, la coexistencia de los pueblos israelí y palestino, ya que ambos tienen el derecho a vivir en paz.
 
								 
															