Cine

Entre el amor, la fe y la memoria: tres miradas del cine judío contemporáneo

Entre el 13 y el 19 de noviembre, el Cinemark Palermo será sede de una nueva edición del 20° Festival Internacional de Cine Judío en la Argentina (FICJA), que celebra dos décadas de cine y diversidad cultural. Tres films israelíes –“Nuestra historia”, “Home” y “El sueño europeo”- proponen un viaje emocional entre la intimidad, la espiritualidad y la búsqueda de justicia.
Por Laura Haimovichi

Como en sus ediciones anteriores, el 20° FICJA abre las puertas de su arte audiovisual, desde la comunidad al público general, para mostrar en pantalla gigante y desde la perspectiva de distintos realizadores, valiosas y diversas experiencias humanas. El evento se realizará en el Cinemark Palermo (Bulnes y Beruti, Ciudad de Buenos Aires), su locación tradicional.

Las que siguen son las reseñas de algunas de las películas programadas, que abordan de manera central o periférica temáticas vinculadas a la identidad siempre dinámica del ser judío.

La comedia romántica y musical Nuestra historia (HaSipur Shelanu), fue filmada en Israel en 2023, está hablada en hebreo y cuenta con subtítulos en castellano. Dura 107 minutos y fue dirigida por Yaron Arazi sobre un guión de Lee Biran, Eliana Tidhar y Asaf Shalit.

Escena de «Nuestra historia».

Home (Bait), es también una película israelí de 2023. Fue escrita por Benny Fredman y Dror Keren, bajo la dirección de Benny Fredman y dura 111 minutos. Está hablada en ídish y hebreo, con subtítulos en castellano.

El sueño europeo (The European Dream) es de origen israelí, estrenada en 2024 y dura 75 minutos. La realizó Mooly Landsman y está hablada en hebreo, con subtítulos en castellano.

En Nuestra historia, el protagonista (Lee Biran) es un agente de talentos bastante ambicioso que trabaja en la agencia de su madre y representa a cantantes de moda. Su partenaire (Eliana Tidhar) es una tímida profesora de música del sur de Israel, que compone para sí misma, en la intimidad. El encuentro inesperado de ambos les irá mostrando quiénes son y por qué hacen lo que hacen. Van superando sus diferencias y permiten que el amor por la música se ocupe de hacer el resto.

Nuestra historia narra el itinerario que deben seguir muchos jóvenes que encuentran en su interior el valor para desafiar las expectativas ajenas, liberarse de prejuicios y conectar con los sueños y pasiones que les pertenecen.

Al compás de deliciosas melodías surge en la pareja, que también lo es en la vida real, un amor conmovedor. Completan el elenco Adi Havshush, Kim Or Azulay, Eden Meiri, Orel Tsabari y Osnat Fishman.

Home es el relato autobiográfico del director, quien fuera un joven ortodoxo (interpretado por Roy Nik) que a los veintitrés años sufre la destrucción de su negocio informático en manos de fanáticos religiosos. Fredman había construido su propio comercio en el barrio de Geula, Jerusalén, y fue demonizado por un grupo de haredim (judíos ortodoxos), quienes primero lo acosaron y luego quemaron y destruyeron el local.

La película se inspira en aquella experiencia traumática. “Este tipo de incidentes brutales se ha extendido a otras partes de Jerusalén; ocurre una y otra vez, constantemente. Queman una tienda; todo sigue como siempre. ¡Qué divertido!”, dijo con sarcasmo Fredman.

Si bien las computadoras y los celulares que vendía no tenían conexión a internet, eran útiles para el trabajo de muchos académicos y para los niños del vecindario que empleaban los dispositivos para jugar. Las autoridades religiosas exigieron un alto precio para aprobar el funcionamiento del comercio y, aunque lo otorgaron, los ultras golpearon a Fredman e incendiaron el lugar.

El joven vendedor renunció a su pertenencia haredí y se convirtió en cineasta. “Era muy complicado explicar las distintas facciones dentro de la comunidad, su economía autónoma, los supervisores que cobran sueldos altísimos sin merecerlo”, dijo Fredman. Los fundamentalistas “se dejan llevar por sus instintos, y una vez que sienten que algo anda mal, no hay nada que se pueda hacer ni se sabe cuándo y cómo va a terminar”.

“Tenía dos opciones: hacer una película sobre la realidad de Geula, o contar algo más grande sobre una pareja que no tiene conexión porque ella es haredi y él ha dejado de serlo. Por suerte, superan sus diferencias y permanecen unidos por el amor”. Esta es la historia de un matrimonio, con más de veinte años juntos.

Escena de «Home».

Home llevó diez años de trabajo y logró un enfoque inesperado al recorrer un camino lleno de dificultades y llegar a un lugar fuerte y feliz.

El director, con cuatro hijos (dos observantes y dos menos estrictos) estudió en una yeshivá lituana, “pero el ambiente me asfixiaba y sentía la necesidad de respirar”, contó. Estaba cerca de la cinemateca de Jerusalén y empezó a frecuentarla para refugiarse de su actividad diaria. “Podía estudiar la Guemará por doce horas, pero luego necesitaba ir a ver Corazón salvaje, de David Lynch o Criaturas celestiales, de Peter Jackson. Me sé de memoria los diálogos de todas las películas de los noventa”.

Por los episodios violentos de los haredim, terminó en el hospital, muy golpeado y quedó arruinado económicamente. “Fui parte; pero ya no me reconocía ni podía formar parte de la comunidad”. Les hizo juicio a los matones y algunos recibieron penas de prisión.

“Al guion la construimos como un western; la inspiración fue High Noon, pero con un trasfondo judío”, dijo, con referencia al clásico western de 1952 de Fred Zinnemann, protagonizado por Gary Cooper como el único hombre honesto del pueblo que se enfrenta a los forajidos; una película considerada una metáfora de los escándalos de persecución anticomunista de la década de 1950.

Home no es una película donde los haredim sean los malos y luchen contra una figura secular que es buena… todos los personajes son haredim, hay un verdadero abanico”.

El sueño europeo es un thriller documental, un misterio artístico y una injusticia histórica. Toma uno de los casos de las 600 mil obras de arte que fueron confiscadas por los alemanes durante el Holocausto y es imposible que sus legítimos herederos recuperen sin invertir una fortuna y dedicarle a la búsqueda su vida entera.

Dos nietos de los industriales judíos alemanes Julius y Dora Klausner y de Robert Graetz, emprenden un viaje para recuperar obras de arte robadas por los nazis. Los ayuda un abogado alemán de 88 años y enfrentan juntos los arduos caminos de negación que impone la burocracia.

Los fantasmas de la II Guerra Mundial todavía nos rondan y en este testimonio sobre el saqueo se vuelven a hacer visibles. “Querida Mooly, Julius y Dora Klausner, tus bisabuelos, tenían pinturas valiosas en su villa de Fasanenstrasse, en Berlín. Las estamos buscando, esperamos encontrar algunos de ellas y devolverlas a los herederos”, escribe el letrado.

Como tantas otras, la casa del fabricante textil y coleccionista Robert Graetz fue confiscada por el Tercer Reich. Sus paredes estaban cubiertas con pinturas de los expresionistas Max Pechstein, Karl Schmidt-Rottluff, Lesser Ury. Ese arte fue condenado por los nazis como “degenerado” y fue defenestrado en público. Sin embargo, jerarcas como Goering los gozaban en privado.

Escena del film «El sueño europeo».

Antes de ser deportado en 1942, Graetz (que fue asesinado en Auschwitz, en 1945) acudió a la empresa de logística Kahle, para esconder las doscientas obras que poseía. Especialistas actuales aseguran que las piezas fueron vendidas en distintas subastas hasta los años ochenta. Incluso, se sospecha que “La batalla de las amazonas”, de Rubens, también de su propiedad, fue a remate. Su nieto reclamó durante doce años al Estado alemán los cuadros «Gutshof in Dangast» (1910) y «Autorretrato» (1920), de Schmidt-Rottluff, que estaban en el Museo Nacional de Berlín. Están valorados en tres millones de euros y luego de infinitos trámites pudo recuperarlos.

El itinerario para intentar que les sean reintegrados los valiosos objetos fue revelando una red sofisticada de encubrimiento, donde se cruzan privados y el propio Estado. Los herederos enfrentaron desafíos y resistencias mientras desentrañaban secretos en el mundo del arte. El filme tiene una gran trascendencia debido al reciente descubrimiento en Mar del Plata de una obra robada y desaparecida hace ochenta años.

Roberto Graetz, el nieto, tiene una participación clave en El sueño europeoy estará presente durante la exhibición donde dialogará con el público al término de las proyecciones.