Isaiah Berlín OM (Riga, 6 de junio de 1909 – Oxford, 5 de noviembre de 1997) fue un politólogo, filósofo e historiador de las ideas judío nacionalizado británico, nacido en la actual Letonia; considerado como uno de los principales pensadores liberales del siglo XX. Entre sus principales contribuciones al terreno de la filosofía y la teoría política destacan la distinción de libertad positiva y libertad negativa, el término Contra ilustración o el llamado pluralismo de valores.
Berlín nació en Riga, después de un duro parto que le dejó casi inútil de por vida el brazo izquierdo. El territorio se llamaba entonces Livonia y pertenecía al Imperio ruso. Era hijo de un comerciante en maderas descendiente, al parecer, de Shneur Zalman de Liadí, fundador de una de las corrientes más importantes de judíos hasídicos de Europa oriental, conocidos con el nombre de Jabad-Lubavitch. Este se trasladó con su familia a Petrogrado (Rusia) cuando Isaiah tenía seis años. Allí fue testigo de la Revolución rusa de 1917. En 1921 su familia logró emigrar a Inglaterra; Isaiah obtuvo la nacionalidad británica (más tarde adoptará la estadounidense) y se educó en la Saint Paul School de Londres y en el Corpus Christi College de Oxford, donde en un primer momento se dedicó al estudio de las litterae humaniores, centrado en las lenguas clásicas, la historia antigua y la filosofía. Se graduó cum laude y obtuvo el premio John Locke de filosofía superando a su compañero de estudios, Alfred Jules Ayer, de quien fue amigo. En 1932, a los 23 años, fue el primer judío en ser elegido para recibir una beca en el All Souls College de Oxford. Berlín dominaba el ruso y el inglés, hablaba francés, alemán e italiano y sabía hebreo, latín y griego antiguo.
Entre 1957 y 1967 fue Profesor Chichele de Teoría Social y Política en la Universidad de Oxford. En 1967 ayudó a fundar el Wolfson College de Oxford, y se convirtió en su primer presidente. Recibió el título de Knight Bachelor en 1957 y la Orden de Mérito en 1971. Fue presidente de la Academia Británica entre 1974 y 1978. Recibió también el Premio Jerusalén en 1979 por sus escritos sobre la libertad individual en la sociedad. Era un activista a favor de los derechos humanos.
Individuo e historia
En su ensayo Inevitabilidad histórica (1954), Berlín se plantea la opción de si creer en que «la vida de pueblos enteros y las sociedades han sido decisivamente influenciadas por individuos excepcionales» o, por el contrario, en que todo lo que sucede se produce como resultado de fuerzas impersonales ajenas a las intenciones humanas. Rechaza ambas opciones y plantea esta elección como carente de sentido. Refuta así la teoría marxista del materialismo histórico, según la cual la historia es concebida como el resultado del determinismo, pues debe tener en cuenta también la libertad de elección de cada individuo. E igualmente ningún hombre puede ser absuelto de su responsabilidad en la historia, incluso si un autor no es necesariamente responsable del devenir de su pensamiento o ideología.

Libertad
Es conocido sobre todo por su desarrollo de la distinción entre los conceptos de libertad positiva de los antiguos y de libertad negativa de los modernos que planteó en 1958 en Dos conceptos de libertad. En esta obra aplica los procedimientos de la filosofía analítica al desmembramiento de los significados de libertad como concepto político. La libertad negativa para él es la ausencia de barreras o interferencias, y deriva de la tradición anglosajona, mientras que la positiva, cercana a la idea de la ley y de la realización de sí mismo o autorrealización, es la posibilidad de hacer algo. Berlín señala que estas dos concepciones diferentes de la libertad pueden chocar entre sí. Según él, los enemigos de la libertad negativa son los filósofos de una parte de la Ilustración, los contrarrevolucionarios antiliberales como Joseph de Maistre, y del socialismo surgido desde Helvetius, Rousseau, Fichte y Saint-Simon, pues defienden una concepción autoritaria de la libertad, heredera de la Revolución Francesa, oponiéndose a la tradición anglosajona. Piensa, en efecto, que la Ilustración tuvo un papel ambiguo en la historia de las ideas y se sitúa entre los idealistas alemanes y los filósofos de la modernidad.
En el contexto de la guerra fría, la obra de Isaiah Berlín tomó partido por las democracias occidentales, lo que explica la severidad de su juicio sobre ciertos filósofos ilustrados que habrían influido en las ideologías llamadas «totalitarias» (nazismo, marxismo). Por ejemplo, considera a Jean-Jacques Rousseau como un cantor del autoritarismo y estima que el pensamiento de Helvetius ha contribuido a reducir los móviles de la acción humanitaria a una simple búsqueda del interés.
Contrailustración
Berlín maneja el concepto de contrailustración en Three Critics of the Enlightenment: Vico, Hamann, Herder («Tres críticos de la Ilustración: Vico, Hamann, Herder»). Estos autores, a los que luego añadiría a Joseph de Maistre, son agrupados por Berlín en este concepto porque contribuyeron a defender propuestas alternativas al pensamiento ilustrado. Estas alternativas serían la llamada contrailustración, que él caracterizó como relativista, antirregionalista, vitalista y orgánica, y generalmente se asocia a un romanticismo entonces naciente. Más específicamente, señala que Hamann fue uno de los primeros pensadores en concebir el lenguaje como una herramienta cognitiva mediante la articulación y uso de símbolos, al contemplar en las «ideas claras y distintas» de Descartes una falacia, ya que esas ideas debían recurrir al lenguaje para formularse, como ya apercibió Ludwig Wittgenstein en el siglo XX. Herder, por su parte, acuñó el término Nacionalismos (nacionalismo), que es interpretado por Berlín como forjador de la «nación» como Volkgeist, única forma de vida de un pueblo concreto y particular, unido por raíces a su tierra, definido por una historia única y específica y aliado entre sí por vínculos de parentesco.
Según Zeev Sternhell, «Isaiah Berlín añade a la segunda mitad del siglo XX un enlace a la cultura política de la contrailustración».
Pluralidad de valores, o pluralismo ético y moral
Para Berlín, los valores son creaciones de y para la humanidad y no productos que se descubren en la naturaleza. Argumentó, sobre la base de la epistemología y la empatía por la que tenemos acceso al desarrollo histórico de otras culturas, que la naturaleza de la humanidad es tal que ciertos valores van a ser importantes en todas ellas, por ejemplo, la libertad individual, según un pluralismo objetivo. El argumento de Berlín se inspiraba en parte en las teorías lingüísticas de Wittgenstein, y propuso con su concepto de «pluralismo ético» o «pluralismo de valores» la idea de que los valores morales pueden ser igualmente válidos y, sin embargo, incompatibles, de forma que pueden entrar en conflicto entre sí de una manera tal que no admite resolución alguna sin hacer referencia a determinados contextos de decisión. Cuando los valores entran en conflicto, no puede ser que uno sea más importante que el otro; por ejemplo, mantener una promesa puede entrar en conflicto con la búsqueda de la verdad o la libertad puede entrar en conflicto con la justicia social. Los conflictos morales son «un elemento intrínseco, inamovible en la vida humana» y «estas colisiones de valores son la esencia de lo que es». Para Berlín, este choque de valores inconmensurables (esto es, que no pueden prevalecer uno sobre otro), no ya dentro del propio individuo, sino entre los individuos mismos, constituye la tragedia de la vida humana. Alan Brown sugiere, sin embargo, que Berlín ignora el hecho de que los valores son conmensurables en la medida en que contribuyen al bien humano.
Su relación con el judaísmo
Influencia en el pensamiento intelectual de Isaiah Berlín su identidad judía. Isaiah Berlín tenía tres identidades: la de judío -de niño estudió en la sinagoga-, la de británico -por el país donde residió casi toda su vida- y la de ruso -nació en Letonia, que entró a formar parte de la URSS en 1940-. Su faceta judía es quizá la menos conocida, y eso que resulta muy importante y nunca olvidó su condición. En varios de sus textos se refirió a la cuestión judía.
Tuvo un papel activo como judío. Fue bisnieto de rabinos y su madre presidió una asociación de sionistas en Bloomsbury, un barrio de Londres, cuando se mudaron de Letonia a Inglaterra. En su vida adulta ejerció como funcionario en la Embajada de Reino Unido en Washington (EE. UU.). Allí trabajó como informador y espía porque el gobierno británico de la época tenía una posición proárabe concerniente a Palestina. Su misión era procurar que la opinión pública americana se mostrara favorable a participar en la Segunda Guerra Mundial. Intentó promover la causa sionista junto con su gobierno y construyó una red de relaciones entre los sionistas americanos, los ingleses y los de Palestina. Los judíos en Palestina le veían como a uno de los suyos; los americanos desconfiaban por la posición proárabe de su gobierno.
Tuvo un importante papel en la creación del Estado de Israel. Le invitaron a formar parte del equipo de David Ben-Gurion, creador del Estado de Israel, y Jaim Weizmann, primer presidente de la República de Israel, le ofreció ser ministro de Asuntos Exteriores, aunque él rechazó la oferta porque prefería su condición de académico.

Percepción de Berlín en el mundo judío. Decía que creer en Dios es como tener oído para la música y él consideraba que no lo tenía. Comprendía y aceptaba, pero no creía. Entre los más progresistas gozaba de buena consideración. Pero no era así entre los ortodoxos, que veían en él una especie de traidor de la tribu: eligió vivir como un caballero británico en lugar de como un ciudadano israelí.
Fue un firme defensor del pluralismo de valores. Fue muy importante para él, pues era un hombre tolerante que se sentía parte de varias culturas. No le gustaban las guerras ni el terrorismo. De hecho, condenó los primeros movimientos sionistas que emplearon la violencia política, como el atentado al Hotel Rey David en Jerusalén. Lo rechazaba y defendía la vía de la conversación, la libertad y la aceptación del otro. En su perspectiva encontramos cierto romanticismo y algunas contradicciones, pero no hay que olvidar que vivió el pluralismo desde su triple condición de letón, inglés y judío. Hay que añadir que estaba totalmente en contra del relativismo cultural posmoderno: defendía que hay valores mejores que otros.
En cuanto al tema de la libertad y responsabilidad, cabe destacar la gran controversia entre Hannah Arendt e Isaiah Berlín sobre el Juicio del nazi Adolf Eichmann en Jerusalén. Al contrario que Arendt, Berlín creía que Israel no debía juzgarle por tratarse de un juicio político impulsado por la venganza. ¿Qué trascendencia tuvo esta polémica para el mundo judío? Hannah Arendt fue muy criticada por su concepto de “banalidad del mal”. Muchos, como Berlín, no entendían cómo podía considerar banal el asesinato de seis millones de personas. Se creó una gran rivalidad y enemistad entre ambos. Él la consideraba una cobarde: primero fue sionista en París, recibió a los alemanes emigrados que huían de Hitler, pero luego renegó de su postura. Ni él ni el círculo de intelectuales judíos de procedencia alemana que vivían en EE. UU. se lo perdonaron.
Berlín concedía gran importancia a las ideologías. ¿Cómo explica que lleven a las personas a cometer atrocidades como el Holocausto? Siempre fue muy reservado sobre este tema. Sus abuelos paternos y maternos, así como otros familiares, fueron asesinados en Riga, pero no le gustaba hablar sobre ello. Era contrario a la explotación del sufrimiento judío. Decía que los monumentos, museos, etc. recuperaban la memoria judía solo en torno a la masacre y eso no le gustaba. Consideraba que había que seguir adelante. Creo que era profundamente optimista.
«Todos los judíos que tienen alguna consciencia de su identidad judía están inmersos en la historia», escribió Isaiah Berlín. «Tienen una memoria más larga, son conscientes de una continuidad más larga como comunidad que cualquier otra que haya sobrevivido».
Tenía razón. El judaísmo es una religión de memoria. El verbo zajor aparece nada menos que 169 veces en la Biblia hebrea. «Recuerden que fueron extranjeros en Egipto»; «Recuerden los días de antaño»; «Acuérdense del séptimo día para santificarlo»; la memoria, para los judíos, es una obligación religiosa. Pesar de su escepticismo sobre la naturaleza del hombre.
Fuentes: