Alto el fuego iluso: la guerra aún no ha terminado

Mientras la región abre nuevas oportunidades diplomáticas, Israel profundiza una estrategia bélica preventiva que lo aísla y que posterga cualquier salida política al conflicto. Entre un presupuesto militar récord, la presión internacional y una creciente fuga de cerebros que agrava su crisis de crecimiento, el país parece encaminarse a una posguerra sin rumbo, donde la seguridad sigue reemplazando a la política y amenaza con convertir el alto el fuego en una guerra por otros medios.
Por Leonardo Senkman, desde Jerusalén

Muchos israelíes confían, pese a la fragilidad del alto el fuego impuesto por Trump, en que la larga guerra -¡por fin!- haya terminado.

Pero muy pronto, sin embargo, evidencias militares, políticas y presupuestarias están cuestionando seriamente la ilusión de volver, al menos, a la supuesta normalidad anterior a la «tranquilidad a toda costa».

Durante más de dos décadas, Israel había adoptado una política de contención ante amenazas regionales, respondiendo a los ataques, pero sin operar antes, proactivamente, para frustrarlas. Tras el 7 de octubre, se produjo un cambio radical en la percepción estratégica israelí: de una política de contención a otra política agresiva preventiva; el objetivo fue neutralizar al enemigo en el Líbano y combatirlo en Siria en una etapa temprana para evitar escaladas de la situación de seguridad. En el Líbano, desde el alto el fuego, Tzahal ejecutó más de 670 ataques aéreos y eliminó a más de 200 guerrilleros de Hezbollah (y a casi 30 más de otras organizaciones, incluido Hamás). La operación diaria es justificada como sanción a cualquier violación del acuerdo de alto el fuego.

Gobiernos de la región, actores internacionales y medios de comunicación mundial hacen oír sus críticas durante las últimas semanas, condenando a Israel por agresión y conducta desenfrenada propias del comportamiento de una potencia hegemónica que ataca al enemigo en cualquier lugar y en cualquier momento.

La respuesta tranquilizadora de los medios oficiales de seguridad israelíes es poco convincente al aclarar que se trataría solo de una «estrategia defensiva y no ofensiva», como sostienen analistas geopolíticos del National Security Studies Center (Universidad de Haifa): “La presencia física de Israel en cinco puntos estratégicos del Líbano, y al menos nueve de la zona de seguridad en Siria, no persigue intereses políticos como la toma de control territorial. El objetivo es neutralizar la amenaza antes de que se materialice, y no actuar solo después como el 7/10, a un costo mucho mayor; la nueva estrategia es frustrar capacidades potenciales del enemigo antes de que este realice sus designios totalmente impredecibles”.

 Aun menos convincente es la explicación sobre la intervención israelí en Siria: “Israel actúa contra varias amenazas de células terroristas que aún están activas en la zona bajo los apoyos de Irán, Hezbollah, ISIS, Hamás, Yihad Islámica Palestina y Al Jama’a al Islamiyya; ellas intentan el contrabando de armas y enfrentamientos violentos entre minorías y fuerzas de seguridad del nuevo régimen sirio descontroladas que podrían perjudicar a los aliados de Israel” (Zoe Levornik, “Israel en Oriente Medio: De una política de contención a una preventiva” Aurora, 4/12/24).

En una coyuntura internacional en la que Trump recibe en la Casa Blanca al presidente sirio Ahmed Hussein al-Charaa como su nuevo aliado en Medio Oriente, el síndrome de cautiverio de Netanyahu sigue recordando el nombre de guerra Abu Mohamed al-Golani del antiguo yihadista..Las nuevas ventanas de oportunidades de acuerdos políticos que se abren con Líbano y Siria son desaprovechadas deliberadamente por Israel al abandonar su vieja estrategia de contención y sustituirla por la ofensiva bélica.

Lejos de promover seguridad regional y fortalecer la posición de los actores másmoderados, las ofensivas bélicas de Tzahal aíslan completamente a Israel como un Estado hegemónico paria en la región, ignorando que los nuevos gobiernos de Líbano y Siria se alejan, precisamente, de la influencia de Irán.

Ofensivas bélicas preventivas sin estrategia política

Mientras el gobierno de extrema derecha kahanista se ocupa de cambiar su estrategia militar, deja completamente de lado pensar estrategias políticas para encarar el complejo entramado que abre la Pax Americana de Trump; mucho más urgentes aún, tras su aprobación por el Consejo de Seguridad de la ONU, deja sin resolver muchas cuestiones políticas. Las más espinosas -quién gobernará Gaza, si Hamás será desarmado y si posteriormente participará en la política, y qué y cómo hacer con la ocupación israelí en el 52 % de la Franja-. Tales incógnitas no pueden resolverse mediante un decreto internacional. En gran medida, el resultado del frágil proceso de alto el fuego dependerá de lo que piensen los propios palestinos e israelíes, y también los países árabes árbitros.

Algunas declaraciones recientes desde Qatar debieran ser tomadas en cuenta por Israel.El primer ministro Mohammed Bin Abdulrahman Al Thani declaró el sábado que Doha no considera que la situación actual en Gaza constituya un alto el fuego, sino una pausa hasta la retirada israelí de todo el enclave. Los comentarios de Al Thani se produjeron durante una mesa redonda en el Foro de Doha, y fueron posteriormente repetidos por el ministro de Asuntos Exteriores turco, Hakan Fidan, quien expuso la visión de Ankara para la implementación exitosa de la segunda fase del plan de paz para Gaza del presidente Trump, que Estados Unidos pretende iniciar en las próximas semanas. «Nos encontramos en un momento crítico», declaró Al Thani sobre el proceso.[1]

No solo eso: pareciera que Netanyahu se desentiende también del cambio de la opinión pública palestina respecto de la Autoridad Palestina, Hamás y la intervención internacional en Gaza.

El mejor indicador de la opinión pública palestina proviene de las encuestas realizadas por el Centro Palestino de Investigación Política y de Encuestas, organización independiente fundada en 1991. Entre marzo de 2023 y octubre de 2025, el centro realizó nueve rondas de encuestas presenciales en Gaza y Cisjordania que muestran la cambiante opinión pública palestina antes, durante y después de la guerra en Gaza.

A lo largo de la guerra, la evolución de la opinión pública palestina fue clara. Si bien Hamás obtuvo apoyo inicialmente, a medida que aumentaron los costos de la devastación humana y física del conflicto y se hicieron más evidentes las realidades de lo que requeriría la gobernanza futura, dicho apoyo disminuyó y aumentó el interés público por una solución negociada por parte de una administración liderada por los palestinos y con respaldo internacional. Un alto el fuego que cumpliera sus promesas, junto con la disposición israelí a aceptar públicamente la solución de dos Estados y a frenar el crecimiento de los asentamientos y la violencia de los colonos, podría impulsar a la opinión pública palestina hacia un centro político moderado.

Sin embargo, un alto el fuego que exista solamente sobre el papel, y las ofensivas de Tzahal en Cisjordania y Gazas, harían que la opinión pública se inclinara en la dirección opuesta, apoyando la violencia y el terrorismo.

La siguiente es la conclusión de un lúcido análisis reciente publicado en Foreign Affairs: “El futuro de la actitud popular dependerá de si los palestinos tienen la oportunidad real de imaginar un futuro que no sea solo una guerra por otros medios”.[2]

Las élites políticas y económicas israelíes -no solo los militares- ¿están en condiciones de pensar un futuro que no sea solo una guerra por otros medios?

¿Presupuesto 2026 de guerra?

El presupuesto casi duplicado de seguridad para el año 2026 y ciertos anuncios sobre abundantes beneficios en el mercado israelí de compradores de armamentos ensayados en la última guerra nos ayudan a responder con pesimismo a esta pregunta decisiva.

Israel ha aprobado su presupuesto de defensa para 2026 en 112.000 millones de shekels (34.600 millones de dólares), significativamente superior a borradores anteriores. La decisión se produce mientras el gabinete debate el presupuesto nacional más amplio del próximo año, un proceso que debe concluir en marzo para evitar nuevas elecciones. El aumento fue decidido tras un costoso año de operaciones militares en Gaza y a lo largo de la frontera libanesa, antes de los recientes acuerdos de alto el fuego con Hamás y Hezbollah.

Tal como interpretan diversos analistas, el nuevo presupuesto indica sin dudas que Israel está priorizando la preparación militar a largo plazo, incluso después de que los ceses del fuego hayan entrado en vigor. El gasto en defensa se mantiene elevado debido a los mayores riesgos de seguridad y al costo financiero de la guerra de 2024, que demandó a Israel 31.000 millones de dólares. Pero indudablemente el plan presupuestario de 2026 refleja la preocupación por las amenazas, a corto y mediano plazo, además de la necesidad de apoyar a las tropas en activo y a los reservistas, agotados por la movilización prolongada.

La conclusión de la analista Sana Khan advierte tanto de cambios sustantivos internos de Israel como sobre la percepción negativa externa por el aumento del presupuesto militar: “Un aumento significativo en comparación con los niveles previos a la guerra de 2023 pone de manifiesto la profunda transformación que el conflicto ha experimentado en las prioridades fiscales y estratégicas de Israel (…) Y en cuanto a los actores regionales, los estados vecinos y organizaciones militantes seguirán de cerca las señales de inversión militar en el presupuesto israelí tras el alto el fuego”.[3]

Otros analistas militares no cuestionan la necesidad de aumentar el presupuesto de seguridad, sino que reclaman prepararse para una guerra futura «y no para la guerra anterior».

En palabras de Azar Gat: “Se deben identificar las principales tensiones y deficiencias en las capacidades de Tzahal y, en consecuencia, dirigir las inversiones para aumentar fuerzas. En gran medida, esto ya está sucediendo. Sin embargo, existe la preocupación de que una parte significativa de los esfuerzos y la financiación se distribuya horizontalmente como medidas adicionales, algunas de ellas dedicadas a formaciones militares y sistemas de armas que fueron más relevantes para la guerra anterior que para la siguiente. (…) Sobre todo, no debemos prepararnos para la guerra anterior”.[4]

Ahora bien: una fuente de optimismo para quienes proponen el aumento presupuestario de defensa en 2026 es la confianza en que se multiplicará la exportación de armamento sofisticado exitosamente probado en la última guerra. Pese que países como España han suspendido la importación de armas israelíes, las ventas durante 2024, en plena guerra en Gaza, se expandieron significativamente. El Ministerio de Defensa israelí reportó US$ 14.700 millones en exportaciones en 2024, un aumento del 13 % con respecto al año anterior, y más de la mitad de sus acuerdos de defensa realizados con países europeos.

Según Oded Yaron, periodista de Haaretz sobre temas de tecnología y armamentos, las ventas multimillonarias de la industria armamentística israelí están en un nivel récord; en parte, porque su armamento es conocido y por estar «comprobado en combate, y la gente lo necesita».[5]

Exitosamente, Israel ha completado la entrega de su sistema de defensa antimisiles de largo alcance Arrow 3 a la Fuerza Aérea Alemana, que había sido acordada antes del 7/10. Valorada en 4.000 millones de euros, la venta constituye el mayor acuerdo de exportación de defensa en la historia de Israel y es celebrada por muchos como una excepcional oportunidad para que el sistema Arrow 3 continúe siendo comprado por otros países europeos. La iniciativa Escudo Aéreo Europeo (European Sky Shield Initiative) liderada por Alemania, se propone reforzar las defensas aéreas de Europa continental en respuesta directa a la invasión rusa de Ucrania.

El sistema Arrow 3 fue diseñado, precisamente, para interceptar misiles balísticos mientras se encuentran fuera de la atmósfera. Los países europeos pudieron comprobar su eficacia al derribar cientos de misiles balísticos lanzados contra Israel por Irán y los Huties en Yemen, con una tasa de interceptación del 86 % durante el conflicto de 12 días con Teherán en junio pasado.

Si bien el sistema entra en su primera fase operativa a fines de diciembre, se espera que durante 2026 su capacidad se amplíe gradualmente, tanto en potencia como en movilidad. Israel apuesta a que este desarrollo consolide su posición como líder mundial en tecnologías de energía dirigida y siente un precedente para futuras generaciones de sistemas defensivos.[6]

Asimismo, la experimentación de interceptores sofisticados como el Iron Beam, producido por RafaelAdvanced Defense Systems, junto con el Ministerio de Defensa, le allana a Israel el camino hacia un escenario donde los láseres ocuparán un rol central en la defensa aérea, acompañando -y en algunos casos reemplazando- a los interceptores tradicionales.

Israel se prepara para recibir a fin de mes el Iron Beam, sistema láser de alta potencia que promete modificar por completo la forma en que el Estado Judío enfrenta amenazas aéreas de corto alcance en Líbano y Gaza.[7]

Sin aliá y con fuga de cerebros israelíes: ¿reverso ocultado de la guerra?

Sin proponérselo, el Comité de Asuntos de Inmigración, Absorción y Diáspora de la Knesset revelóhace meses la contracarabochornosa de lo que el Gobierno procura esconder con el eufemismo Tekuma (renacimiento): la migración negativaal cabo de dos años de guerra. En 2024, se registró una disminución significativa del crecimiento poblacional en Israel, situado en el 1,1 %, en comparación con el 1,6 % del año anterior. La disminución se atribuye principalmente al aumento significativo de la migración negativa en medio de la compleja situación de seguridad. 82.700 israelíes abandonaron el país en 2024 y 23.000 regresaron. Además, en 2024 se registró una disminución de aproximadamente 15.000 nuevos inmigrantes (32.800). Las estadísticas proporcionadas por la Agencia Judía muestran que 32.281 nuevos inmigrantes llegaron a Israel en 2024, una disminución del 31 % con respecto a 2023, cuando llegaron al país 47.013 nuevos inmigrantes. Los motivos detrás del éxodo han cambiado. Según la socióloga Lilach Lev Ari, si antes los israelíes emigraban en busca de oportunidades educativas o laborales, ahora lo hacen por el clima político y la inseguridad. Además, las solicitudes para cancelar la residencia israelí se triplicaron desde 2021, alcanzando 8.400 en 2024, según datos del Instituto Nacional de Seguros. El presidente del Comité de Inmigración y Absorción, Gilad Kariv, calificó la situación como «un tsunami de israelíes que eligen irse»[8], y advirtió que el Gobierno carece de un plan para revertir la tendencia.

Pero las consecuencias de esta migración negativa y su proyección aun después del fin de la guerra son alarmantes. Un informe sociodemográfico del Taub Center reveló un incremento significativo en la emigración de profesionales altamente calificados entre 2023 y septiembre de 2024, en medio de la reforma judicial y la guerra contra Hamás. Durante ese período, unas 90.000 personas dejaron Israel, incluidas miles con formación en ingeniería, tecnología y medicina, lo que generó una pérdida estimada de 1.500 millones de shekels en recaudación impositiva.

Los investigadores señalaron que este flujo supera ampliamente el promedio anual de emigración durante la última década, y que más del 75 % de quienes se marcharon tenían menos de 40 años. Entre ellos se contaron 19.000 graduados universitarios, más de 600 doctores en disciplinas STEM y más de 400 médicos solo en 2023, una cifra que continuó creciendo en 2024 pese a la escasez crónica de personal sanitario. El sector tecnológico, motor central de la economía israelí, fue uno de los más afectados por la emigración de profesionales.

El estudio atribuyó la tendencia al clima de inestabilidad institucional generado por la reforma judicial y al impacto de la guerra en Gaza, que aceleró las emigraciones durante 2023 y 2024. A esto se suman tensiones internas por el servicio militar obligatorio y el descontento ante posibles exenciones de conscripción para la población ultraortodoxa jaredí; factores que, según los expertos, profundizaron la sensación de incertidumbre entre profesionales jóvenes y de altos ingresos.

Los autores del Informe advirtieron que, de mantenerse la tendencia durante 2025 y los próximos años, Israel podría enfrentar un deterioro estructural de su principal motor económico, dependiendo aún más de un capital humano cada vez más reducido. Alertaron que el país corre el riesgo de caer en un ciclo negativo similar al de naciones que sufrieron una fuga de talentos prolongada, como Líbano, Venezuela, Sudáfrica o Argentina.[9]

Posdata

La caída del crecimiento poblacional y, especialmente por la migración negativa, no se rectifica meramente con planificación económica y social. La recomendación final del Informe pone el acento en la necesaria planificación estratégica a largo plazo y en políticas responsables «que permitan a Israel afrontar los numerosos desafíos que se avecinan en el período de posguerra». Sin embargo, si a corto plazo no se adopta una estrategia política de paz y no de «guerra a través de otros medios», nunca se conseguirá la «resiliencia social y económica en el país».

El 2026 será un año político no solamente porque se realizan elecciones generales decisivas para los de posguerra, sino porque decidirán evitar una peligrosa continuidad de la guerra disimulada por un discurso público hipócrita.  

Hay una hipocresía que varios intelectuales de la sociedad civil vienen denunciando, en un intento de reconstruir solidaridad y justicia en la polarizada y violenta sociedad postraumática israelí. Una sociedad militarizada y racializada, donde se pretende excluir a partidos árabes de la contienda electoral próxima, tal como denuncia Avrum Burg.

Pero muy significativamente, también seis mujeres rabinas reformistas -recientemente ordenadas en la Unión Hebrea Collage, pese a sus diferencias profesionales y trayectorias- proponen consagrarse a una búsqueda valiente de una identidad espiritual judía sin discriminación, dentro y fuera de la sinagoga. En esta hora de emergencia en Israel, las flamantes rabinas comparten la necesidad de convertir su servicio comunitario en una misión pública. Se trata de una decisión que surge por la frustrada expectativa de cohesión social y de ausencia de solidaridad judía en la actual posguerra.

En una sociedad fracturada, desconfiada, llena de odio y racismo, bienvenido es escuchar voces femeninas alternativas de reparación espiritual y resiliencia, voces que conectan a personas de todos los géneros y corrientes, decididas a enunciar un nuevo discurso de una identidad judía abierta, tolerante y pacifista: un discurso antimilitarista que rechace el mandato fascista de que los conscriptos deben odiar porque así son mejores soldados para defender a la patria.


[1] J. Maguid, “Qatari PM: Gaza truce can’t be considered ceasefire until Israel leaves the Strip”, The Times of Israel, 5/1/25.

[2] Mohamed Elgohari, “Are Palestinians Ready to Shed Hamas? How Otero Factions Might Gain Ground” Foreign Affairs.1/12/25)

[3] Sana Khan, “Israel Boosts 2026 Defence Budget to $34 Billion Despite Gaza Ceasefire”, Modern Diplomacy, 5/12/25

[4] Azar Gat, INSS Insight No. 2063, December 1, 2025

[5] Nic Robertson y Florence Davey-Attlee, “Las ventas de armas de Israel siguen en auge. Pero la presión por su guerra en Gaza está teniendo un precio” CNN,22/9/25

[6] Emmanuel Fabian, “Israel delivers Arrow 3 to Germany, in largest defense export deal ever”, The Times of Israel, 3/12/25

[7] Yonah Jeremy Bob, “Israel to fully deploy Iron Beam laser system by year’s end, The Jerusalem Post, 1/12/25

[8] “Reported to Absortion Committee: 15% of the 200,000 new immigrants who arrived in Israel between the years 2019-2023 left the country in 2024”, Knesset News,3/2/25 (Recuperado de: //main.knesset.gov.il/en/news/pressreleases/pages/press3225u.aspx)

[9] “Demography Overview, 2024: Diverging Fertility, Shifting Migration, and Shrinking Yishuvim: Taub Center for Social Policy Studies”, https://www.taubcenter.org.il/en/pr/demography-2024